El velocista miope
Ryne Duren estuvo tumbado seis meses en cama por los estragos de la fiebre reumática que padeció en su adolescencia. Justo aquel reposo obligado fortaleció su pasión por el beisbol, ya que durante ese tiempo siguió las transmisiones radiales de los Cachorros de ...
Ryne Duren estuvo tumbado seis meses en cama por los estragos de la fiebre reumática que padeció en su adolescencia. Justo aquel reposo obligado fortaleció su pasión por el beisbol, ya que durante ese tiempo siguió las transmisiones radiales de los Cachorros de Chicago.
Duren disfrutaba ser lanzador al comprobar que sus veloces lanzamientos intimidaban a los bateadores, aunque muchos de sus disparos eran descontrolados debido a que su visión quedó afectada por la enfermedad, al grado de no poder distinguir las señales que le enviaba el catcher.
El joven serpentinero pronto llamó la atención de los buscadores de talento, por las leyendas de los juegos en los que llegó a ponchar a 21 y 23 bateadores. Cafés de San Luis, actualmente Orioles de Baltimore, fue el equipo que lo firmó por 500 dólares a principios de 1949.
Los problemas de visión le afectaban más. El equipo de San Luis lo envió con un especialista, quien le recomendó al lanzador retirarse del beisbol debido a la miopía, combinada con una mala percepción de profundidad y aguda sensibilidad a la luz. Ryne Duren decidió seguir con su carrera como lanzador. Portaba unos lentes con gran aumento, de los llamados de “fondo de botella”.
La imagen con sus anteojos se convirtió en parte de la identidad del lanzador e incluso, años más adelante, inspiró a crear el personaje de Ricky Wild Thing Vaughn en la película Major League.
“Recuerdo que tenía varios lentes, pero creo que con ninguno veía bien”, comentó Yogi Berra, quien fue su catcher en Yankees.
Duren ya era un enigma en la loma para los bateadores, pero lo era más con su poderosa recta, que, se calcula, alcanzaba las 100 millas.
Debutó en las Grandes Ligas en 1954, justo en la temporada que los Cafés se convirtieron en Orioles, pero logró establecerse cuatro años después al llegar a los Yankees y convertirse en relevista.
Con Nueva York fue clave en el título de la Serie Mundial que ganaron en 1958.
Durante su carrera también libró una batalla contra el alcoholismo. En su libro Ahora puedo ver con claridad, revela que no supo lo que era lanzar sobrio.
De Yankees pasó a Angelinos, luego por Filadelfia, Cincinnati y Washington, su último equipo, en el que no recuerda el momento que intentó quitarse la vida y fue rescatado por el manager Gil Hodges.
Ryne Duren, quien acudió a cuatro Juegos de Estrellas, fue internado para superar su adicción. A partir de 1968 dejó de beber y trabajó en fundaciones y hospitales como consejero.
Murió a los 81 años en 2011.
El “bombero”, como se le conoce a los pitchers que logran rescatar una victoria de su equipo, se apuntó el mejor salvamento al poner en orden su vida y convertirse en un ejemplo.
