Campeonato merecido

Atrás quedaron los años donde le hacíamos al “Juan Escutia”, cuando era un intento, la verdad, muy honesto, pero, a la vez, fuertemente desmedido, el quedar campeones con puros connacionales en la Liga Mexicana de Beisbol. El reciente campeonato de los Diablos Rojos ...

Atrás quedaron los años donde le hacíamos al “Juan Escutia”, cuando era un intento, la verdad, muy honesto, pero, a la vez, fuertemente desmedido, el quedar campeones con puros connacionales en la Liga Mexicana de Beisbol.

El reciente campeonato de los Diablos Rojos del México nos deja lecciones por demás importantes, aunque no debemos dejar de mencionar el hecho de todos los calendarios donde se sufrió en serio para llegar a este punto. El tener a un Lorenzo Bundy como manejador, quien también le da un carácter especial, pues también fue pelotero de los pingos y sabía perfecto cómo, digamos, “atajar” esa presión extra de la franquicia más ganadora.

Esta ventana sin campeonatos tuvo también un empuje empresarial quizá nunca antes visto por cuanto a la “multipolaridad” de esfuerzos, desde Tijuana a Yucatán, como aquel eslogan de los famosos sombreros finos.

Se metieron al mix potentes empresarios en Puebla, Monclova, Tijuana, (el ahora de nuevo Unión) Laguna, Yucatán le había pegado en serio a los escarlatas en playoffs y todo ha sido un cuadro pleno en una competitividad volcada al espectáculo, indiscutiblemente. Hoy tenemos una Liga con todas las transmisiones y con 20 equipos, sí pueden faltar algunos puntos, como una competencia de sucursales alterna al calendario en el mismo verano; pues sí es una gran idea tener una Liga invernal, pero un sistema de granjas para subir y bajar talento sería aun más competitivo, más cuando todos queremos ver más mexicanos en el diamante.

Esta temporada pasará a la historia con el club de beisbol capitalino llenando a reventar el Estadio Alfredo Harp Helú, el haber previamente “barrido” nada menos que a unos Yankees en dos juegos de pretemporada, pero, sobre todo, la verdad, eso de traer a Robinson Canó (previamente encariñado con México) y, aún más, al megabombazo de presentar a Trevor Bauer (ahora también encariñado con nuestro México), en verdad ha sido algo sideral en cobertura, en expectativa. Un logro que el Cy Young de 2020 no tenía: un campeonato.

Como hemos mencionado previamente, todo esto es un premio más que, a pulso ganado por Alfredo Harp como un empresario totalmente volcado al beisbol, a sus dos equipos, a nuestra querida República y, también, prueba de ello ha sido la academia con su nombre, la cual, por supuesto, es parte de una clave dentro del engranaje para el apoteósico campeonato de los Diablos Rojos.

Es una especie de complemento para lo mencionado en la entrega anterior: el beisbol mexicano, integrando a los prospectos valiosos, quienes sí quieren estar, bien puede, como deporte nacional, encontrar al próximo Ohtani o Papi ; de veras, chavos, es cosa de proponérselo… ¡Y LOGRARLO!

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