Gregorio Núñez, el maestro del hielo

Su sueño fue patinar artísticamente, sin embargo, las circunstancias lo orillaron a ser un joven docente que a los 19 años tomó la decisión de ayudar a los chicos. Donovan Carrillo se convirtió en su mejor estrella

Fotografía: Reuters

 

Gregorio Núñez se convirtió en un joven maestro. Inició en patines de rueda y pronto el hielo le llamó como una tentación irresistible.

No cesó en su empeño de ser patinador artístico, pero las condiciones en la vida lo fueron orillando a un costado de la pista. Jamás se rindió, tampoco claudicó. Si no era de una forma sería de otra y a los 19 años ya daba clases.

Empecé a dar clases en el 2003 cuando aún era atleta, pero ya tenía alumnos que me demandaban tiempo, ya no podía y decidí hacerme retirarme para ser entrenador”.

Y es que el destino le puso una bofetada de realidad a Gregorio Núñez quien además combinó su pasión por el patinaje artístico con sus estudios de contaduría pública en la Universidad de Guadalajara y, para solventar sus gastos tuvo que trabajar entre otras cosas como mesero.

Mi jornada comenzaba a las siete de la mañana y culminaba a las 10:30 de la noche. Empecé recibiendo a los chicos inicialistas en la pista de hielo y de ahí me capacité en Estados Unidos”.

Su carrera de contador quedó trunca en el sexto semestre, “porque cada vez me demandaban más atención mis atletas, llegué a tener hasta 32 a mi cargo, en ese momento y pedí un permiso especial a la Universidad de Guadalajara para pausar. Mis clases eran en la mañana y tenía que estar en la pista de hielo a partir de medio día, fue un tiempo extenuante para mí”.

Recuerda con especial agrado los Juegos Olímpicos de Invierno en Nagano ‘98 como parte de su formación y el deseo de probarse a sí mismo cosas nuevas. Pero la verdad es que el encuentro con Donovan Carrillo en el 2007 fue lo que hizo explotar las mejores habilidades docentes de Gregorio Núñez, a tal grado de darle cobijo en su casa y llevarlo con tiento y paciencia hasta transformarlo en un patinador histórico con su actuación en Beijing 2022. Sin embargo, como todo maestro que va madurando, tuvo sus errores.

En la parte docente, el hecho de haber empezado muy joven a dar clases me hizo tomar decisiones inexpertas. A veces quería ser estricto y no tenía una formación para tratar a un niño de cuatro años y a otro de ocho años, a las niñas de 12 o 14, tenía de todas las edades en etapas diferentes. Me hice de lazos emocionales fuertes porque me veían como un segundo papá. No sé si eran errores, pero me enojaba cuando no querían entrenar y después eso lo controlé con la forma de hablar y de pedirles las cosas que cuando era joven fue otra cosa”.

Con Donovan Carrillo existe una buena relación desde hace 15 años y al llegar a los Juegos Olímpicos de Invierno en este año no se sintió en sus patines, sino que Gregorio Núñez supo disfrutar de esta experiencia como entrenador.

Tenía mucho orgullo y satisfacción porque fue un sueño en común. Cada uno en su escenario respectivo lo vivimos maravillosamente, Donovan como atleta y yo como entrenador, representamos a México sabiendo el papel que nos correspondía”.

Los gestos de agradecimiento de Carrillo le llenaron de fulgor la carrera de docente a Gregorio Núñez, no sólo por el impacto mediático que tuvo su discípulo, sino también porque de alguna forma, ambos cambiaron el concepto del patinaje artístico en México.

Entre Donovan y yo hay un lazo único porque los dos pusimos nuestro esfuerzo para lograr los objetivos”.

 

 

 

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