Me fui, pero no me retiré

Vengo regresando de vacaciones y, por primera vez, he sentido que me fui, pero no me retiré. No quisiera confundirlos, pues lo anterior no quiere decir que no me haya ido, lo que sucede es que, prácticamente, no me fui. ¿Ven qué claro?

BURNED OUT…

En esta ocasión, para poder viajar completo, empaqué cosas que no sé bien a bien si se convirtieron en herramientas poderosas, pues me dieron el don de la ubicuidad y de la comunicación instantánea, o en un estorbo para haber podido aislarme del mundo y ganar así esa sensación de abandono y olvido que toda buena vacación debe tener, al menos de acuerdo con los cánones de todos esos coaches de vida que recomiendan la alternancia de periodos de gran trabajo y estrés, con otros de silencio, placeres lúdicos y grata compañía que impidan caer en uno de los malestares más populares del mundo laboral moderno: el temible burned out.

MEJOR IRSE…

El anglicismo anterior bien podría significar simplemente agotamiento, pero no, implica mucho más que eso, pues, si sólo fuera cansancio, bastaría con el reposo nocturno para restablecer la fuerza y el ánimo suficientes. El burned out no solamente incluye el cansancio provocado por el exceso de trabajo y de estrés, sino que agrega como síntomas que agravan la situación otras cualidades negativas como hartazgo, enojo, desesperación y, en casos extremos, hasta depresión. Es ese punto de acumulación de elementos en el que ya no disfrutas como antes lo que estás haciendo, aunque eso sea tu gran pasión, esa situación en la que fácilmente se pierde la paciencia y todo y todos te ponen de mal humor, ese peligroso abismo laboral al que te dan ganas de saltar para, contradictoriamente, abandonar todo aquello de lo que está lleno y que, hasta el momento, ha sido la razón de tu vida, pero, simultáneamente, el motivo por el que te sientes mal. Es por eso que mejor me fui.

SER SIN ESTAR…

Sé que me fui porque me trepé en un avión y aterricé lejos de mi punto de partida. Que me fui porque durante casi 20 días dormí lejos de mi habitual cama y comí a diario cosas diferentes, porque bebí caldos deliciosos, porque vi cielos distintos al atardecer y sentí un húmedo calor no presente en mi diario acontecer; sé que me fui porque ningún día vestí de pantalón largo y, mucho menos, de corbata. Obviamente, no puedo quejarme, pues, evidentemente, la pasé muy bien, viajé con toda mi familia, y eso me llenó de alegría y energía, sin embargo, no me fui del todo, porque se me ocurrió la peregrina idea de llevar conmigo mis dos smartphones, mi tablet y la laptop, drogas modernas que me suministrarían las cantidades habituales de dopamina, adrenalina y endorfinas, sustancias necesarias para mantenerme en forma anímica y mental, además de estar conectado con el mundo que quería abandonar. Confieso que un día intenté dejarlos apagados y lejos de mí, no pude: “Qué tal que algo se ofrece y yo no estoy disponible”, “qué tal que algo pasa y yo ni me entero…”. Yo, pecador, confieso que “guatsapié, tuitié, guazié y yelpié” y, en el colmo del pecado vacacional, también confieso que hasta clases de maestría en vivo di y juntas celebré, ni modo, para eso es el avance tecnológico, para poderse ir sin retirarse. No obstante, ahora regreso como nuevo, con ganas de empezar otra vez, fresh in, como tendrán que decir quienes inventaron lo del burned out. Ustedes podrán cuestionarme, lo sé, ya que, si te vas de vacaciones, tienes que desconectarte de todo. Ahora sé que no es así del todo. Sería lo sensato y lógico, pero resulta que estamos viviendo tiempos cambiantes, tan diferentes que ahora irse de vacaciones no significa tener que desaparecer, aislarte, desconectarte del todo. Los avances tecnológicos ahora te brindan el placer de poder descansar y cumplir con esos compromisos ineludibles que, de otra forma, te impedirían vacacionar. Así que bendita evolución que me permitió gozar de mí y los míos sin tener que incumplir con esas cosas que fueron las que me brindaron la posibilidad de vacacionar. Adoro estos tiempos, desde ahora doy la bienvenida a todo aquello que me permita ser sin tener que estar.

Presidente fundador del Colegio de Imagen Pública

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