Prudencia y violencia artística

CONCIERTO A cambio de haber tenido que posponer su concierto, Billie Eilish ofreció una especie de breve recital acústico, más el compromiso de reprogramar. Al día siguiente, saldó el compromiso, y esta vez conseguí llegar. Confieso que yo solamente había escuchado ...

CONCIERTO

A cambio de haber tenido que posponer su concierto, Billie Eilish ofreció una especie de breve recital acústico, más el compromiso de reprogramar. Al día siguiente, saldó el compromiso, y esta vez conseguí llegar. Confieso que yo solamente había escuchado una sola de sus canciones, aunque había oído dos o tres más (deliberadamente, aquí distingo entre oír y escuchar). Lo primero que noté es que la gente a mi alrededor cantaba y bailaba, no con ese derroche de energía colectiva que se acostumbra en los conciertos de rock, que son a los que estoy habituado, sino con una cadencia más bien sensible e íntima. En consecuencia, me concentré en las letras de sus canciones. Me pareció encontrar que su leitmotiv son precisamente los momentos vitales íntimos, a saber, la elección de relaciones personales, las crisis que llevan anejas y lo que viene después, cuando de un modo u otro, terminan. Basada en una estética poco o nada sexualizada y sobre un escenario relativamente sobrio, en sus letras promueve un empoderamiento que, aunque a ratos puede rozar la altivez, pareciera compensar la inseguridad y falta de autoconfianza a la que también canta y que en algún momento todos hemos tenido que afrontar. En una de sus canciones, que, por cierto, acompaña con inquietantes imágenes de cigarros siendo apagados en su rostro, afirma que no necesita ni quiere ninguna droga en su vida. En ese momento me percaté de haber estado al lado de un carro bar y de varios vendedores de cerveza a quienes no vi vender una sola bebida alcohólica en mucho tiempo y de que solo una persona vapeaba cerca de mí, pero lo hacía con algo de recato. En resumen, la influencia de esta artista me pareció positiva, al menos hasta donde pudo llegar, porque, aunque intentó que sus fans bajaran y apagaran sus teléfonos en un par de ocasiones, no lo consiguió. Ocupados en grabar con sus smartphones, la mayoría de sus fans en realidad no vieron nada si no fue por mediación de su teléfono y para algunos la grabación se convirtió, en palabras de Erich Fromm: “En un sustitutivo de la experiencia que pudieron haber tenido, pero que no tuvieron”.

PELÍCULA

Catártico es aquello que promueve el desahogo. Para Aristóteles, la catarsis se conseguía viendo una tragedia en la cual el espectador presenciaba sus bajas pasiones representadas por un actor y el consiguiente castigo que recibía. Así, el espectador se purificaba sin tener que padecer las consecuencias en carne propia. La excelente franquicia de John Wick se basa en el instinto de venganza espoleado sobre todo por el asesinato de su perro, justo en medio de su duelo por la muerte de su pareja. A lo largo de tres secuelas, el lacónico protagonista desquicia las reglas cuasi místicas del crimen organizado a nivel global. La última entrega es una película en la que durante dos horas y 49 minutos se pueden presenciar secuencias de furia desmedida, coreografías de agresión brutal, incluso escenas de exagerada brusquedad, todas contra criminales y asesinos. Uno se pregunta si al menos parte del éxito de esta saga no se deberá precisamente a que sólo así podemos hacer catarsis por la pérdida de seguridad, libertad y consiguiente felicidad, al estar a merced del crimen organizado en cuanto abandonamos la butaca.

COMPARACIÓN

La hembra de ornitorrinco no es quisquillosa en su elección de pareja, asume que el macho en su zona es el mejor, ya que previamente ha alejado a los otros, violentamente. En cualquier caso, sabe que ella criará a su progenie, sola.

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