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1971: Jueves de Corpus Christi

Ruth Zavaleta Salgado

Ruth Zavaleta Salgado

Zurda

El jueves de Corpus Christi de 1971 es recordado popularmente como El halconazo. Ese 10 de junio fue reprimidos letalmente un grupo de jóvenes que marchaban sobre la avenida de los Maestros rumbo al Centro Histórico de la Ciudad de México. Eran estudiantes de algunas escuelas de la UNAM, el Politécnico y el Tec. de Monterrey, encabezados por militantes del Comité Coordinador de Comités de Lucha (CoCo), que había sustituido al Consejo Nacional de Huelga (CNH) de 1968. Militantes de organizaciones como la juventud Comunista de México y la Liga Leninista Espartaco, fundamentaron su lucha en las ideas Carlos Marx, Federico Engels, Lenin, Mao Tse Tung, el Che Guevara y Antonio Gramsci.

En el contexto de ese mundo polarizado entre capitalistas y socialistas, los jóvenes protestantes no tuvieron miedo cuando escucharon por megáfono la voz del jefe policiaco, Emmanuel Guevara Torres: “Recordamos a ustedes que no hay autorización para que continúen la marcha por lo que, a la vez, les advertimos que la policía tomará todas las medidas que sean necesarias para reprimirla” (La verdad Negada, Centro de Investigaciones Históricas de los Movimientos sociales A.C. 2012).

Sobre advertencia no hubo engaño. Algunos de los líderes, sobrevivientes de esa marcha que se manifestaban por un problema en la Universidad de Nuevo León, tuvieron que elegir entre el exilio o la clandestinidad. Ese fue un capítulo más de los muchos sangrientos acontecimientos con los que se ha construido el régimen democrático actual. Luis Echeverría Álvarez era entonces titular del Poder Ejecutivo, fue señalado como responsable de una política de represión selectiva, incluso, contra la libertad de expresión de periódicos como Excélsior, dirigido en ese entonces por Julio Scherer García.

El tránsito de México, del sistema presidencialista autoritario de los años setenta al sistema presidencial democrático de la última década, ha permitido mayor exposición pública de los hechos que sucedieron en esa época. Poco a poco vamos conociendo la historia de la represión social y política de la que fueron objeto diversos colectivos de lucha a finales de los años sesenta y la década de los setenta. El origen de la toma de decisiones del gobierno en turno y las motivaciones ideológicas de los actores que participaron en los movimientos sociales, son variables que tienen que considerarse para realizar un análisis objetivo de lo que sucedió en aquel entonces, pero, también, debe servir de base para no repetir los mismos errores de confrontación y violencia.

José López Portillo, quien sustituyó a Echeverría, tuvo como único opositor en la contienda electoral a un candidato no registrado: Valentín Campa. Icono de un sector de la izquierda, Valentín luchó para que el sistema político reconociera la pluralidad y la libertad política, objetivo que se lograría con la reforma de 1977 que permitió que el Partido Comunista entre otros, lograran tener espacios de representación política en la Cámara de Diputados y en los Congresos locales. Además, con la reforma se pretendió que los grupos clandestinos emergieran a la lucha política y abandonaran la clandestinidad a la que habían sido condenados por la represión. En el contexto de un mundo polarizado por la ideología, cientos de personas perdieron la vida con la convicción de que luchaban por la libertad, la justicia y la igualdad y en contra de un régimen autoritario y tirano. Fueron pocos los actores políticos que sobrevivieron y pudieron insertarse a una vida política plena, como el ingeniero Heberto Castillo o Raúl Álvarez Garín, por ejemplo, quienes siguieron impulsando la transformación del sistema político desde diversas trincheras políticas o sociales. Hoy se han ido, pero nos dejaron su legado de perseverancia y de lucha.

Por estas y otras razones, en medio de la pesadilla de la crisis de salud que estamos enfrentando por la pandemia del covid-19 (que parece fuera de control por la cantidad de contagiados y muertes crecientes día a día), y, en el preámbulo de la mayor crisis económica que la humanidad jamás haya vivido y que generará más de 60 millones de personas con pobreza extrema (Banco Mundial), necesitamos que nuestra democracia prevalezca robusta. Que no olvidemos que para construir un régimen democrático hizo falta más que reformas políticas. Hizo falta que cientos de jóvenes estuvieran dispuestos a perder su propia vida por su aspiración de un mundo mejor para los mexicanos.

 

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