Logo de Excélsior                                                        

Estela de Luz, el gran monumento a la corrupción

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

La civilización se constituyó cuando el hombre dejó de ser nómada, creó la agricultura, la ganadería y la propiedad privada. Luego, fue menester regular las relaciones entre sí, por ende, las instituciones para construir las sociedades modernas.

En el caso de México, varios iconos históricos fueron partícipes de modelar las mejores épocas de nuestras instituciones. Desde Francisco I. Madero, pasando por Venustiano Carranza, Lázaro Cárdenas, López Mateos y hoy con nuestro actual Presidente.

La historia del Estado mexicano ha tenido sus capítulos oscuros. Las devaluaciones del peso, los aumentos inflacionarios, la mala privatización de los sectores económicos estratégicos de la nación, fueron descomponiendo el país. El final del siglo pasado cerró con varios gobernantes de dudosa calidad moral. El nepotismo y amiguismo imperante en altas esferas de la administración pública viciaba todo trabajo que en ella ocurriera. A tal punto de tener un primer mandatario que nunca tuvo una carrera gubernamental, como fue José López Portillo.

La semana pasada, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, señaló que tenía ganas de poner una placa en la Estela de Luz que diga “Monumento a la Corrupción”. Puntualizó que “no sería levantar ningún falso”, y resulta cierto. En un estudio que realizó la Auditoría Superior de la Federación se señaló que el aumento del costo de la obra, que fue de 394 millones 400 mil pesos a mil 146 millones 372 pesos, fue tres veces mayor de lo previsto.

Las malas decisiones causaron miles de muertos y desaparecidos, ocurrieron los peores escándalos de corrupción impunes, donde se perpetraron actos de justicia, los cuales azotaron a toda la población en igual o mayor medida.

En esa etapa histórica del neoliberalismo, la gente relacionaba con desprestigio y ausencia de confianza a las instituciones mexicanas; esto a causa de las aversiones fundadas contra los pésimos gobernantes. Personas ruines que se convirtieron en seres insensibles y deshumanizados; aspiracionistas de plástico y de luz de neón. Estos servidores públicos frívolos que llegaron al extremo de realizar su trabajo sesgados por racismo y clasismo; trabajadores del Estado que dieron la espalda a la gente más necesitada y ensancharon las filas de la pobreza.

Cada vez que se piense en el daño que ha causado la corrupción: inseguridad, violencia, pobreza, decadencia social, odio, racismo, discriminación y todos los males creados por los apátridas, que se recuerde la estratosférica e inútil Estela de Luz. Que sirva para eso, para no olvidar a los miles de muertos, desaparecidos y olvidados de este país.

Con el trabajo de esta administración eso quedará olvidado en el basurero de los hechos históricos que alguna vez pasaron en México.

De hoy en adelante, la honestidad por encima de todo.

Comparte en Redes Sociales