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El hombre de doble ánimo, la marcha fifí

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

Cómo olvidar la lucha de los 400 Pueblos de Veracruz, aquélla dio la vuelta al mundo por las imágenes fotográficas y el testimonio de los que habitualmente vimos a los “encuerados” sobre avenida Reforma, paisanos jarochos que mostraban su cuerpo semidesnudo, sólo su pelvis estaba cubierta por el rostro de Miguel Ángel Yunes impreso en papel. De la lucha por sus tierras cambió a la de la libertad de sus presos políticos y en contra de los autores intelectuales de tal injusticia según su dicho.

El pasado 2 de octubre se conmemoraron los 50 años impunes de la matanza de estudiantes en Tlatelolco, un hecho vergonzoso y una enorme deuda con la sociedad a la fecha. La marcha del silencio seguirá mientras la memoria de los abatidos no sea olvidada.

Hace cuatro años que se marcha contra el Estado por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, un capítulo abierto que sigue sangrando desconfianza en los pechos de los padres de los estudiantes aún sin respuesta institucional creíble.

Todos los días en nuestra Ciudad de México se expresan decenas de manifestaciones sociales, la mayoría llegan por seguir siendo el Distrito Federal (sigue siendo) el asiento de los poderes federales, donde también se integran las protestas de toda la nación, además de las locales.

La libre expresión está garantizada en nuestra Constitución en el artículo 6º, que a la letra señala: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de terceros, provoque algún delito o perturbe el orden público”.

Todos tenemos el derecho de manifestarnos en este contexto, hubo legisladores conservadores quienes en el pasado propusieron regular este derecho constitucional para establecer días, horarios y hasta ubicaciones para realizar tales expresiones, no tuvieron éxito en su pretensión. Actualmente se utilizan sólo protocolos de vialidad y de uso legítimo de la fuerza pública para mantener el orden.

Hay quienes hoy, y desde hace años, no por un tema de mantenimiento del Cutzamala, no tienen agua diario, otros que, no afectándoles tal situación, decidieron tomar el sol de Reforma en el contexto del ciclotón.

Así de diverso y desigual nuestro México, mientras miles marchan contra la violencia, los desaparecidos, las fosas clandestinas, contra el muro fronterizo, a favor de la educación, de la mano con los maestros, contra el saqueo de nuestra nación, para acabar con la corrupción, por el cobarde e impune asesinato de periodistas, acompañando a los que lloran por sus hijos secuestrados, por los desposeídos, por los más de 60 millones de pobres del país, por la democracia, otros defienden un México surrealista y de aspiracionistas.

La xenofobia, la discriminación, el sectarismo, el clasismo y todas las manifestaciones cercanas al fascismo están vivas en las expresiones más incongruentes y ridículas del día de ayer, ésas sí contravienen la Constitución, el Derecho Internacional y nos expone como un pueblo profundamente dividido por absurdas posturas.

Ver expresiones despectivas contra los migrantes, contra las personas por sus carencias económicas, por sus orígenes sociales, no caben en ninguna manifestación.

El hombre de doble ánimo es inconsciente e inconstante en todos sus actos, por ello, esta expresión de ayer sí raya en lo ilegal, por permitir que algunos integrantes promuevan el odio y el oscurantismo.

El término coloquial “fifí”, que a mí se me hace simpático, sí existe, y según la Real Academia de la Lengua Española, se refiere a: “Persona presumida y que se ocupa de seguir las modas”, cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia, pero si su uso a algunos les parece ofensivo, aquí pudieran tener otras opciones para su aplicación: pueril, superficial, somero, trivial, baladí, insustancial, vacuo, ligero o nimio. Según sea el caso.

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