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Comes y te quedas

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

La Revolución Cubana comenzó el 26 de julio de 1953, a raíz de que el 10 de marzo de un año antes Fulgencio Batista encabezara “el cuartelazo”, un golpe de Estado que derrocó al entonces presidente Carlos Prío Socarrás

Batista instauró una dictadura militar al servicio del interés imperialista, la cual incrementó la corrupción, pobreza y desigualdad. El primer intento de la guerrilla, encabezada por Fidel Castro e integrada por su hermano Raúl, El Che Guevara y Camilo Cienfuegos, entre otros, acabó con bajas y varios presos del movimiento insurrecto. 

Luego de 22 meses en la cárcel, tras fuerte presión nacional e internacional, el gobierno de la dictadura militar liberó a Castro y los suyos, quienes se exiliaron en México para fraguar los siguientes avances del Movimiento 26-J. 

Después de casi seis años de enfrentamientos armados, el 1º de enero de 1959, con el pueblo en las calles, el 26-J tomó La Habana; la Revolución Cubana ascendió al gobierno, e implementó programas de salud y educación pública, además de políticas para los más pobres y en contra de la oligarquía y la intervención norteamericana. Todo ello en plena época de la Guerra Fría.

En 1959, 73% de las exportaciones y 70% de las importaciones de Cuba se hacían con los EU, por lo que el bloqueo económico y comercial golpeó fuerte a la isla. Fue la cooperación internacional con la URSS lo que mantuvo a flote las políticas del gobierno cubano.

Años después, en Venezuela (1989) sucedió lo que se llamó El Caracazo, una represión a las protestas que se dieron tras el anuncio de la implementación de políticas económicas neoliberales en el gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien había sido electo un año antes; las protestas continuaron y en diciembre de 1998 Hugo Chávez ganó las elecciones, dando comienzo una nueva época en ese país, la llamada Revolución Bolivariana, repitiendo en tres ocasiones dicho triunfo electoral. El gobierno chavista, para millones de venezolanos, representó avances económicos y sociales en el país.

En 2002, la pobreza en el país representaba  46,8 por ciento. Ocho años después, se había reducido al 27,8 por ciento. En materia educativa, entre los años 2000 a 2005, el número de analfabetos en el país superaba el millón, en 2013 el índice de analfabetismo era del 5%, según la Unesco. 

Cuando los gobiernos están al servicio de los pueblos, la derecha latinoamericana se vale de cualquier cosa y de ocurrencias —como salir del clóset de la extrema derecha— para intentar derrocarlos.  Aparecen tipos como Guaidó, quien se autoproclamó “presidente encargado” de Venezuela para hacerse sentir como líder de la oposición. Tan ridículos, toda proporción guardada, como Ricardo Anaya o Gilberto Lozano, para el caso lo mismo, sin ideología, sólo merolicos con discursos huecos.

Este fin de semana se celebró la Sexta Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, presidida por México, sienta las bases para una nuevo periodo en el continente. Un posicionamiento conjunto de rechazo al bloqueo a Cuba, un plan para la autosuficiencia sanitaria, la constitución de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio y de un fondo regional contra el cambio climático, son el banderazo de salida de esta etapa.

Es evidente que los acuerdos alcanzados en esta Cumbre, van en una lógica distinta a la de los gobiernos anteriores, en los que regía la sumisión con el norte y el desdén hacia el sur. México transforma la geopolítica internacional al convertirse en punta de lanza de un nuevo espacio de poder continental, donde juega al fiel de la balanza. Estamos transitando del “comes y te vas” al “comemos juntos y no se vayan”.

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