Venezuela, hoy

El desempeño de Nicolás Maduro como presidente ha sido como el de otros dictadorzuelos.

Podrían capturarme mientras escribo esto

Corina Machado

Es indudable que en estos días todo lo que ocurre en Venezuela es motivo de análisis y reflexión, yo tengo un especial sentimiento hacia ese país, tengo muy buenos amigos y hemos pasado gratos momentos en Caracas. Hoy Venezuela, como otros países de Latinoamérica, sufre una serie de tensiones políticas, oscila entre democracia y dictadura, mientras sus ciudadanos aguardan temerosos.

Nicolás Maduro Moros es el hombre fuerte de Venezuela, con estudios de secundaria, fue líder de un grupo socialista, admirador y seguidor de Hugo Chávez, el cual, cuando estaba enfermo, lo designó como su sucesor en 2013.

El desempeño de Nicolás Maduro como presidente ha sido como el de otros dictadorzuelos, ya que ha violado todas las leyes, y se reeligió una y otra vez a pesar de la oposición cada vez mayor de quienes lo ven como un dictador y mal presidente. Reelecto en 2018, y ahora, el día de la votación impidió que hubiera observadores y les negó la entrada al país, hoy se niega a entregar las actas de votación, amenaza a todos con cárcel y deportación, vandalizó y robó en las oficinas de Corina Machado, y amenaza a todo el mundo, en especial a los países que lo han criticado y no aceptan su presidencia.

Pero junto con este fracaso político, Venezuela sufre ahora como nunca y por eso millones de venezolanos han huido a Brasil y otros países. Venezuela padece una carestía crónica que nunca acaba, no hay medicinas, no hay cirugías —mis amigos tuvieron que emigrar por falta de insumos para operar—, existe un “sistema biométrico de abastos” que no sirve, no hay gasolina, la economía está por los suelos, con crecimiento de 1% por varios años. Los mercados están vacíos, todos los días hay “apagones” por errores en la producción de energía, y como corolario, la inseguridad es generalizada, robos, asaltos, asesinatos al por mayor; Venezuela es un Estado fallido.

La esperanza de que esa situación vuelva a la normalidad es muy débil, tanto Corina Machado, como el presidente electo, Edmundo González, han esperado la reacción internacional, pero hasta el momento hay un impasse que no presagia nada bueno, aunque Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Uruguay, Estados Unidos y la OEA los apoyan, México está en silencio.

¿Y por qué pienso en Venezuela y mis amigos médicos?, porque me doy cuenta que los esfuerzos continentales para que la democracia y la libertad, el honor a las leyes, el respeto a la vida humana, el crecimiento y desarrollo de la economía, la ciencia, la investigación, no están en la mente de quienes mandan y eso tiene consecuencias graves para todos.

Estamos a punto de vivir un cambio de gobierno, en menos de dos meses Claudia Sheinbaum tomará posesión de la Presidencia, sin embargo, la presión continua del señor Presidente, sus órdenes-“sugerencias” de quienes estarán en su gabinete, dejan cada día más dudas, porque la doctora Sheinbaum estará atada a compromisos casi ineludibles.

Y mientras, como en Venezuela, sufrimos las consecuencias de un sexenio perdido: la economía es la peor de 18 años, hay inflación y carestía, el sistema de salud no sirve, y el gasto de los mexicanos en salud es el más alto del mundo, Pemex sigue siendo un barril sin fondo, CFE contamina cada día más, no hay programa para combatir el cambio climático, y la inseguridad es generalizada, ningún mexicano puede estar seguro al salir de su casa, y aún en su casa puede perder sus bienes y la vida.

Mientras, como Maduro, Andrés Manuel López Obrador piensa sólo en él mismo, intenta destruir la democracia que lo llevó al poder, viola las leyes todos los días, ataca a quienes lo criticamos y denunciamos sus errores y su corrupción, de modo que la miseria y la falta de oportunidades en México nos hermanan con los venezolanos.

Nicolás Maduro Moros y Andrés Manuel López Obrador, vidas paralelas.

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