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El proyecto o el país: la diplomacia de la 4T

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

De manera similar a lo que sucedía en los tiempos de la hegemonía priista del siglo pasado –aunque de manera reforzada–, el oficialismo confunde al país con su proyecto político.

Eso se nota nítidamente en la reciente divulgación de la lista de las propuestas del Presidente para representar a México en el exterior, pues está plagada de personas que han demostrado tener un compromiso personal con él antes que la capacidad para desempeñarse en un cargo diplomático.

El 20 de agosto pasado, en su conferencia mañanera, Andrés Manuel López Obrador ya había dado muestras que esa sería la tónica a la hora de proponer embajadores y cónsules generales, que por ley deben ser ratificados por el Senado.

Ese día, el mandatario anunció que se desecharía el nombramiento de la escritora Brenda Lozano como representante cultural en España, que había sido anunciado por la Secretaría de Relaciones Exteriores. La decisión surgió de la crítica que ella recibió en redes sociales por haber manifestado desacuerdos con la postura del gobierno hacia el movimiento feminista.

“Es un asunto de moralidad, de congruencia”, afirmó López Obrador. “Si no se está de acuerdo con nuestro proyecto, ¿cómo nos van a representar?”.

Esta semana, el Presidente volvió a la carga, anunciando nombramientos diplomáticos para adeptos de la autodenominada Cuarta Transformación y aliados de ocasión.

Incluyó a exgobernadores del PRI, que aún tendrán que pasar la aduana de su partido, donde están amenazados con la expulsión en caso de aceptar el cargo que les ofrece el Ejecutivo.

Por cierto, la lista hizo recordar que no se ha confirmado la partida a España del exgobernador sinaloense Quirino Ordaz, propuesto como embajador en Madrid por López Obrador en septiembre pasado. ¿Será que el beneplácito –que oficialmente está en trámite– se ha atorado en los caminos enlodados de la relación bilateral o que, como ocurrió en el caso del exsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, quien tenía un pie en el Banco de México, el Presidente decidió reconsiderar su decisión?

Pero, volviendo a los nombres que se hicieron públicos el lunes para ocupar embajadas y consulados, la lógica parece ser la misma que el mandatario anunció hace cinco meses: para tener un cargo de representación de México en el exterior hay que comulgar con el proyecto de la 4T o haberle realizado algún servicio especial.   

La lista cayó como balde de agua fría en el Servicio Exterior, donde muchos diplomáticos jóvenes y ya no tan jóvenes han estado esperando la oportunidad de un ascenso.

Ante las complicaciones que ha surgido en la geopolítica, uno pensaría que México necesita como embajadores en lugares como Moscú, Caracas y Managua a verdaderos pesos pesados de la diplomacia, gente entrenada en negociar y resistir presiones.

Por desgracia, las posiciones en la política exterior se han estado llenado de gente políticamente leal –con el Presidente y, en menor medida, con el canciller–, que probablemente pocas veces tendrán que contestar el teléfono, pues, como ya sabemos, el mundo es algo que muy poco le importa al gobierno si no es para cumplir sus objetivos de política interior.  

 

 

BUSCAPIÉS

*El gobierno ha anunciado su intención de poner el acervo cultural de Banamex bajo control del Estado. La pregunta ineludible es ¿para qué? El manejo de ese patrimonio por parte de la institución financiera ha sido ejemplar, en materia de adquisiciones, preservación y exhibición. ¿Es algo que el Estado podría igualar con el magro presupuesto destinado a la cultura?

*Era previsible que el Presidente saliera ayer en defensa de Delfina Gómez y Cuitláhuac García. Ya lo decía ayer en este espacio: no hay señalamiento de ineficacia, negligencia o corrupción que sea más poderoso para López Obrador que la lealtad. Sin embargo, los hechos que han protagonizado la secretaria de Educación y el gobernador de Veracruz son un duro mentís a los compromisos que el tabasqueño hizo en campaña.

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