O-ji, o-ji, o-ji
Grecia votó ayer mayoritariamente 61.5% por rechazar los términos ofrecidos exigidos por los acreedores internacionales del país a fin de otorgarle un nuevo rescate económico. Cuando se apague la euforia a la que condujo la retórica nacionalista del gobierno griego, ...
Grecia votó ayer mayoritariamente —61.5%— por rechazar los términos ofrecidos (exigidos) por los acreedores internacionales del país a fin de otorgarle un nuevo rescate económico.
Cuando se apague la euforia a la que condujo la retórica nacionalista del gobierno griego, una simple realidad quedará sobre la mesa: el país está quebrado y necesita urgentemente más líneas de crédito para hacer frente a obligaciones inmediatas, como pagar las pensiones.
El primer ministro Alexis Tsipras apuesta a que el apoyo de la mayoría de sus conciudadanos le ayudará a negociar mejores términos con los acreedores… Lo que dicha apuesta no toma en cuenta es que éstos quieran saber o no de Grecia a partir de mañana.
Por supuesto, habrá quien diga que los acreedores querrán recuperar algo de su dinero, y por eso se mantendrán enla mesa de negociaciones.
Sin embargo, calcularán también que mostrarse condescendientes con los griegos puede significar meterse en aprietos de manera similar con España, donde los electores se sentirían atraídos por lograr un trato similar —menos austeridad— votando por Podemos en la próxima elección general.
A veces se olvida que el sistema bancario griego está al borde del colapso y que hay quienes, en el seno de la Unión Europea, darían la bienvenida a un Grexit porque creen que ese país la debilita.
El gobierno de Syriza no se ha dado cuenta o pretende no darse cuenta de que, para muchos en la UE, quedarse sin Grecia es como perder un miembro que está invadido por el cáncer: es doloroso y tendrá consecuencias, pero más vale perderlo antes de que afecte al organismo completo.
Por eso, al decir a su pueblo que votar “No” en el referéndum no implicaba rechazar la pertenencia de Grecia a la Zona Euro, Tsipras pudo haber mentido. Desde el 28 de junio, eso ya no depende de él ni de Grecia.
El referéndum siempre fue politiquería pura. Se puede alegar, de forma impecable, que el “No” es la decisión del pueblo, igual que lo fue votar, antes, por los gobiernos del PASOK y Nueva Democracia. Nadie en su sano juicio puede dudar de eso. Pero la voluntad popular no resuelve el problema.
Como escribió ayer el filósofo Bernard Henri-Lévy, “no se lleva a un pueblo al precipicio para escapar del callejón en el que uno mismo se metió”.
Hoy lunes, Tsipras y su gobierno cargan con la responsabilidad completa del estado de la economía griega y encontrar una salida para la situación, comenzando por la crisis de liquidez.
¿Cómo reabrirán los bancos griegos sin dinero?
El resultado del referéndum no borra la deuda de 340 mil millones de euros, o 175% del PIB del país. Eso es lo que debe el gobierno griego, no sus individuos ni sus bancos.
Votando “Sí” o “No”, los problemas de Grecia no desaparecerían. Eso hace que el referéndum sea una medida altamente irresponsable.
Los problemas que enfrenta el país, cuyos políticos mintieron sobre el estado de las finanzas públicas, no se arreglan con retórica.
La única forma de resolver la crisis griega es lograr una negociación con sus acreedores y permitir que el país pueda crecer, como lo hizo Irlanda entre 2011 y 2013. Sin un acuerdo con los acreedores, la liquidez no se materializará.
Decir que el referéndum fue una irresponsabilidad no implica tomar partido por el sistema financiero de la UE, donde no hay ángeles. Es, más bien, un llamado a no colocarse en una situación en la que los acreedores tengan la sartén por el mango y le apliquen a uno medidas draconianas.
Hay responsables de la crisis griega y deben ser señalados con precisión y contundencia. Es una pérdida de tiempo y un acto de pura demagogia buscarlos en Bruselas, Berlín o París.
Cuando se apaguen los cantos de “o-ji, o-ji, o-ji” —no, no, no—, quedará una lección muy dura pero muy clara de esta tragedia griega:
Puede parecer muy estimulante vivir más allá de los ingresos que uno tiene. Mentir y aceptar préstamo tras préstamo para llenar la brecha entre lo que se tiene y lo que se quiere. Sin embargo, es una receta que lleva al desastre.
Y eso es válido para un individuo, una familia, una organización y un país.
