Vicios del amor VII. Las emociones

Las emociones y los sentimientos no se juzgan, el sentir no es algo que este bien o mal, simplemente es, lo que hagamos con ese sentir es lo que nos permitirá avanzar o no en nuestra vida y ésa es una decisión, también, muy personal.

No somos responsables de las emociones,
pero sí de lo que hacemos con las emociones.

Jorge Bucay

 

Según la neurociencia, tomamos la mayor parte de nuestras decisiones guiados por el sistema límbico, es decir, el lugar donde residen las emociones, y luego las justificamos mediante la razón. De ahí que sea tan importante que aprendamos a nombrar nuestros sentimientos, porque ellos se convierten en los protagonistas de nuestras decisiones.

Las emociones y los sentimientos son tan importantes, que negarlos es como negar a quien los posee. Las emociones y los sentimientos no se juzgan, el sentir no es algo que esté bien o mal, simplemente es, lo que hagamos con ese sentir es lo que nos permitirá avanzar o no en nuestra vida y ésa es una decisión, también, muy personal.

Las emociones y los sentimientos se convierten en vicios del amor por muchas razones. La primera suele ser porque se niega la gravedad con la que el otro siente y se le minimiza en su forma de sentir; la segunda porque se compite con las formas de sentir y la manera en que se manifiestan esas formas; la tercera, porque se siente diferente; la cuarta, y de todas la más grave, es porque se cree que la misma persona que nos hizo sentir algo tiene la responsabilidad de resolver eso que sentimos.

Este último punto es el que deseo ahondar. Nadie va a venir a resolver su sistema, ni su criterio de valoración emocional. Lo que sienta cada uno es responsabilidad de cada uno, de ahí que la comunicación sea tan importante, coincidir siempre será lo mejor, pero las discrepancias tampoco son malas si se saben tratar con respeto. Sea como fuere, nadie es responsable de lo que usted sienta, aunque sea de su total conocimiento quién le generó ese sentimiento y por qué.

Es innegable que existen quienes dañan deliberadamente y que lo hacen, además, con todo tipo de agravantes, sin embargo, aunque sean responsables del detonante emocional, no son responsables de lo que nosotros hagamos con ese sentimiento que haya surgido, ni de cómo lo vivamos, ni de cómo lo manejemos. Las personas que nos causan un daño o que creemos que así lo hacen, no son responsables de sanar esa afectación, lo repito porque uno de los estancamientos más agudos que se dan en la existencia de los seres humanos es ése… esperar a que alguien venga a resolver el desajuste que un visitante previo haya dejado en nuestra historia emocional, o que el visitante venga a resolver el vacío que dejó… y no.

Nadie es responsable de venir a sanar sus heridas emocionales. Es tarea personal hacerse responsable de lo que siente, de cómo decide sentirlo y de qué hacer con esos sentimientos si maduran o cesan. Nuestras emociones y nuestros sentimientos son lo más elevado que tenemos en nosotros mismos, son nuestra forma de sentir la vida y de sentirnos vivos, quien falta al respeto a esa área tan personal, nos falta al respeto, quien lo minimiza nos minimiza y quien los niega nos niega… es así.

Por eso hoy le invito a respetar y proteger las emociones y los sentimientos de cada uno, porque son lo que más dice del otro y de uno mismo, es nuestro punto más sensible y humano y requiere de ese cuidado y atención.

Créame, cuando los vínculos se terminan, de la naturaleza que sean, o se trasladan de un vínculo a otro, es necesario deshacerse de toda esa carga emocional que ya no tiene cabida en ese nuevo estatus. No podemos ceder esa responsabilidad a nadie porque, de hacerlo, estaremos cediendo a otro el poder y la capacidad de sanar y de ser feliz… No, una responsabilidad tan importante en nuestra vida no se puede otorgar a nadie y mucho menos a quien la haya amenazado o herido.

Ame siempre todo lo que pueda, pero si ese amor le hace padecer, retírese y sane. Si le causan un daño, si le traicionan, si le fallan, si le faltan al respeto… retírese y sane. No permita que las acciones ajenas detengan su vida. Usted debe de seguir adelante siempre, deje de rendir pleitesía a esos malos amores, a esas malas amistades que le hayan arrebatado su paz, que hayan traicionado su confianza o que hayan fallado en su contra… No le merecen y tampoco merecen ser parte de su reinvención, como siempre, usted elige.

¡Felices amores, felices vidas!

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