Vicios del amor III. El orgullo

• Hoy le invito a saber utilizar el orgullo, a saber nombrar sus emociones y a permitirse pláticas complicadas, complejas y difíciles por el bien de ese amor; a trabajar en la humildad, en la dignidad, en el respeto y la comprensión

El orgullo precede a la caída.

Eugene O’Neill

El orgullo, según la RAE, es un sentimiento de satisfacción por logros, capacidades o méritos propios; y también como amor propio y autoestima. A este orgullo la psicología le llama el orgullo positivo. La RAE también define orgullo como arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que suele conllevar sentimiento de superioridad. A este último, la psicología le llama orgullo negativo.

El orgullo positivo siempre será bueno. Reforzar la admiración en una relación de amor, del vínculo que sea, es bueno y necesario tanto para quien posee la virtud como para quien tiene la capacidad de reconocerla.

El orgullo negativo es diferente, es ese orgullo que nos minimiza y nos anula a nosotros mismos y a los demás. Es ese dique y esa muralla que algunos eligen imponer e imponerse a modo de protección; es esa elección fallida detrás de la que se esconden en su incapacidad de esgrimir sus diferencias, sus emociones o sus pensamientos. El orgullo, así, es ese sentimiento caprichoso que marca una absurda distancia entre el error y la solución; entre la verdad y la mentira; entre la condena y la liberación... el orgullo negativo es el silencio del inhábil, del arrogante, del insensato... el orgulloso, así, pertenece a un ser parasítico que impone su necedad porque prefiere ganar en lugar de crecer, porque prefiere nutrir esa intransigencia del error cometido. El orgullo es el escudo protector del inefable que no aporta, que resta paz, confianza y seguridad.

El orgullo, así, es devastador, porque cuando habla, hiere, y cuando calla, mata... Sus palabras, todas, son veneno que intentan hacernos creer que somos desmerecidos... poca cosa. El orgullo, así, no salvaguarda la dignidad, sino el ego desmedido. Y lo peor es el silencio manipulador del orgulloso, ese silencio que inspira un sinfín de fantasías mentales, el que dibuja un infinito de escenarios perversos que intentan descifrar parcialmente, el porqué de la ausencia, del maltrato y de la culpa asignada. El orgullo es la elección errante de detalles ofensivos que decoran solemnemente un problema de base, de cimientos, de raíz... es la antesala de la caída.

Porque nadie en su sano juicio puede encontrar una solución en el orgullo. Las soluciones están en la humildad, en la claridad que equilibra la balanza de los hechos, en la reflexión analítica que nos permita asignar a cada uno su parte proporcional de responsabilidad. Insisto, hay que saber nombrar las emociones y expresarlas de manera asertiva. El amor, en cualquiera de sus formas, exige cierta vulnerabilidad, exige el reconocimiento de las faltas y el propósito firme de enmienda, exige transparencia, voluntad, verdad, comprensión, empatía y entrega. El amor no tiene espacio para el orgullo insano, para ese orgullo que nos aleja del objetivo, de la meta, de la razón de esa cercanía que consideramos valiosa.

El orgullo negativo cierra todo canal de comunicación. Créame, nada empobrece más una relación que el silencio lleno de dudas, que las malas formas y la actitud soberbia de quien se cree superior y quien cree tener el poder de fatigar al otro con su desdén. Nadie merece tanta atención de su parte.

Por eso hoy le invito a saber utilizar el orgullo, a saber nombrar sus emociones y a permitirse pláticas complicadas, complejas y difíciles por el bien de ese amor; a trabajar en la humildad, en la dignidad, en el respeto y la comprensión.

Recuerde que cada uno de nosotros ha vivido una vida hasta hoy, la ha percibido, evaluado y asumido diferente; cada uno tiene sus propias experiencias, prioridades, intereses, defectos, necesidades, habilidades y talentos. Desgraciadamente, no todos contamos con poderes psiónicos para leer la mente de los demás; la cercanía, la voluntad, los hechos y las palabras compartidas es todo lo que tenemos para poder crear armonía en los vínculos.

El amor debería ser suficiente para no dejarnos obnubilar por el orgullo y arriesgarnos a expresar lo que sentimos de forma honesta. Que no lo confundan, quien elige el orgullo negativo no se elige a sí mismo, sino que elige su propio miedo y lo elige sobre usted y sobre sí mismo. Y tampoco necesitamos a alguien tan cobarde en nuestras vidas. El amor embellece la vida, no la destruye. Como siempre, usted elige.

¡Felices amores, felices vidas!

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