Vicios del amor II. La esencia es inmutable
Hay que dejar ir ese vicio de querer que el otro sea como usted desea
No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar,
estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar.
Angela Davis
La esencia se define como aquello invariable y permanente que constituye la naturaleza de las cosas y de las personas. La esencia es lo que nos hace ser lo que somos. Para la metafísica, es la realidad persistente en un ser, más allá de las modificaciones que surgen por lo accidental, es decir independientemente de los cambios superficiales (físicos o circunstanciales) que atraviese una persona, su esencia se mantendrá intacta.
Quizá una de las mayores realidades que debemos asumir en el amor, es comprender que no podemos cambiar al otro. No hay amor más grande, ajeno a uno mismo, que nos cambie, ni tampoco nuestro amor, por infinito que sea, puede hacer que el otro deje de ser quién es. La esencia es inmutable.
Los cambios auténticos se eligen personalmente, de otra manera sólo se harán por complacencia, y tarde o temprano todo ser humano regresa a lo que es. Esperamos demasiado, dedicamos demasiado tiempo y esfuerzo en pedir e incluso suplicar que el otro cambie… Y le diré algo: No va a cambiar. Le diré más, ni siquiera tiene por qué hacerlo si ése no es su deseo; si siente que no lo necesita y, aun necesitándolo, puede que no lo haga. Las personas no van por ahí haciéndole daño a nadie voluntariamente, la gente es como es…, es uno quien deposita expectativas en el otro, basadas en sus propios deseos y necesidades. El otro debería, el otro me hirió, el otro me falló… siempre es el otro; y la realidad es que es uno mismo, en su inmaduro egocentrismo, quien pretende volverlo esclavo de sus anhelos. La mayoría de las veces, si usted le pregunta a alguien por qué lo hizo, le dirá todo lo que venga a su mente: lo culpará, se justificará, incluso le dirá aquello de no sé… y todo eso, aunque punce, es verdad… el otro actuó como es él, en esencia, naturalmente como él lo haría, no como usted esperaba que lo hiciese. La esencia, créame, es inmutable. Si usted tiene un rosal no espere que le dé hortensias. El vicio es enamorarse del ideal y no de la realidad.
Si las cosas escapan a su control, las personas lo hacen aún más. No podemos poseer a nadie, ni nadie puede poseernos a nosotros. El amor en todas sus versiones es un acto de libertad y de respeto. Tiene que saber medir sus posibilidades y las del otro. Las aspiraciones fallidas se convierten en una tortura.
Hay que aprender a dejar ir ese vicio de querer que el otro sea como usted desea. Esto significa comprender, de forma consciente, que renuncia a persistir en ese objetivo ilógico y frustrante que lo mantiene cautivo y perturbado. Aferrarse a cualquier relación que nos perjudique es insano. En la vida muchas veces hay que sacudirse los deseos, las pasiones y las costumbres y reinventarse. Esto no nos hace ni mejor ni peor persona, simplemente nos permite abrazar la realidad y la realidad siempre ofrece un espacio de calma y felicidad, que la fantasía no.
Hay que saber elegir nuestras batallas y convertirnos en combatientes más eficaces para la vida. Por eso hoy lo invito a que, si elige amar, ame la verdad y la realidad del otro, ame esa esencia y todo su potencial. Sin juzgar su pasado, apoyando su presente y empoderándolo para su futuro. De no ser así, recuerde: no puede ni podrá cambiar al otro, pero sí puede cambiar usted. Y ésa es la parte que tantos olvidan. Deje de aferrarse a lo imposible y enfóquese en lo que verdaderamente necesita y desea. Créame, en el amor, también uno vale por lo que no hace al otro, pudiendo usar ese poder. Porque el amor nos hace experimentar la propia vulnerabilidad y otorga un poder intangible al otro para usar esa debilidad propia a su favor, habrá quién se aproveche y lo afecte; habrá quien sólo intente cuidarlo y protegerlo. Elija esos amores que saben valorar su sensibilidad y no usan ese poder en su contra y haga lo mismo… El amor en cualquiera de sus versiones se trabaja en las adversidades y las diferencias y, se disfruta y crece en las similitudes, las coincidencias y los tiempos a favor. Como siempre, usted elige. ¡Felices amores, felices vidas!
