Tramas de diván II. El rechazo
Cada historia es importante y merece un profundo respeto, no se puede minimizar el dolor.Cuando no encontré motivo alguno paracompadecerme, lo hice por respeto a mí mismo. Séneca El rechazo es la oposición, es lo contrario de la aceptación y la acogida, es la ...
- Cada historia es importante y merece un profundo respeto, no se puede minimizar el dolor.
Cuando no encontré motivo alguno para
compadecerme, lo hice por respeto a mí mismo.
Séneca
El rechazo es la oposición, es lo contrario de la aceptación y la acogida, es la repulsa, la no atracción. A nadie le gusta que no le quieran, el rechazo es el proceso y la consecuencia de resistir, negar o refutar algo o a alguien, generando daños —muchos de ellos severos— en la mente y desempeño de quien lo padece.
Esos daños abarcan desde la infravaloración, el deterioro de la autoestima y el desequilibrio del bienestar emocional, hasta los pensamientos obsesivos, la búsqueda de perfección, la autolesión, la dependencia emocional, la depresión o cuestiones, si cabe, aún más complejas.
El rechazo se puede experimentar en cualquier grado y en cualquier momento de la vida, sólo tienen que coincidir ciertos factores como: 1. El origen, quién lo produce; 2. Que sea una experiencia continuada; 3. El contexto y 4. Las consecuencias.
Lo cierto es que, por muy desagradable, injusto o dramático que esto se presente en la vida, el rechazo es simplemente una experiencia humana común que puede tener un impacto emocional significativo y hay que superarlo o, por lo menos, desarrollar ciertas habilidades para minimizar su impacto, sobre todo porque quien lo padece y no sabe o no puede lidiar con sus consecuencias termina por rechazarse a sí mismo y ése, de todos los rechazos, es el peor.
Cada historia es importante y merece un profundo respeto, no se puede minimizar el dolor, sin embargo, se puede ofrecer otra perspectiva y ese es mi afán. En carne propia le digo que el pasado no nos determina y que los pronósticos deben desafiarse; que infancia no siempre es destino, y que no se debe aceptar un para siempre sin exprimir minuciosamente todas las posibilidades. La vida merece mucho más que abandonarnos a las sentencias que pudieran amenazar nuestra oportunidad de librar nuestras propias batallas.
Hay que aprender a mirar el rechazo de manera más objetiva, no a todos nos gusta lo mismo y tampoco nadie tiene porqué decantarse a nuestro favor, tampoco nosotros lo hacemos. Habrá que empezar, entonces, por analizar los factores desde esa objetividad; el daño ya está hecho, pero uno elige qué hace con las consecuencias, uno elige si permite que éste se perpetúe o que deje de hacerlo. La responsabilidad cae en nuestro espacio cuando se convierte en consecuencia, quizá de niños no podemos hacernos cargo, pero la vida adulta ofrece otras oportunidades, es menester aprender a identificar y nombrar las emociones y trabajar en ellas, porque, créame, una vez vivido lo vivido, siempre habrá algo que nos recuerde, algo que nos invite a volver a ese estado de alerta, algo que nos dé miedo enfrentar nuevamente, pero sólo haciéndolo podemos aprender a superarlo.
Lo importante es asumir con total normalidad que nos van a rechazar en algún momento… siempre existirá alguien disconforme y está bien, eso no quiere decir que su valía este bajo escrutinio, las opiniones ajenas no son verdades, son sólo conjeturas con un bagaje particular. Su valía es suya e innata, no se la certifica nadie, es uno mismo quien la construye a partir de sus logros y su pensamiento. Saque lo mejor de cada experiencia, enfóquese en grupos sociales que le nutran, fortalezca sus vínculos con dedicación, amor y sana convivencia, y jamás vuelva atrás a buscar donde sabe que no hay. La vida se trata de superarse, de estar mejor, de desafiar los límites impuestos o autoimpuestos, de liberarnos y de vivir la vida que queremos vivir y eso sólo depende de uno mismo. Recuerde que los afectos son libres, pero el respeto es irrenunciable… comience por ahí. Como siempre, usted elige.
¡Felices tramas, felices vidas!
