Lo selectivo VIII. La felicidad

El yo recordado es el resumen hasta el momento de nuestra felicidad o, más bien, de la capacidad que hayamos tenido de ser felices y de atesorar esa felicidad de manera sostenible en nuestra vida.

                                                  No está la felicidad en vivir, sino en saber vivir.

                                                                                 Diego de Saavedra Fajardo

Cada vez con más fuerza se habla y se trata a la felicidad como un objeto preciado de posesión casi inaccesible. Y lo es, incluso es mucho más que todo ese amasijo de oropel del que suelen disfrazarla. La felicidad vende, y vende bien y mucho, todo depende de lo que cada uno esté dispuesto a pagar, a arriesgar, e incluso a sacrificar por acceder a ella.

El coaching también “vende” felicidad, pero no cualquier tipo o, por lo menos, no esa que se ve tan a menudo. El coaching no vende felicidades inmediatas ni fáciles ni, mucho menos, de entrega inmediata… No vende una breve experiencia de felicidad ni tampoco obtienes de él recompensas limítrofes. El coaching no disfraza la felicidad, por el contrario, la deja desprovista, desnuda y no, tampoco se entrega en grandes empaques de perfecto diseño. En lo personal, incluso he pensado –ante la vorágine del mercado de la felicidad– que sólo se parecería un poco al lujo silencioso, con la diferencia que ésta viste, perdura y produce mayor satisfacción que cualquier experiencia de esa categoría.

Dice Mark Twain: “lo que nos mete en problemas no es lo que no sabemos, sino lo que creemos que sabemos, pero no sabemos”. Así sucede con la felicidad, todos parecen saber qué es y cómo se obtiene y lo que significa, y consideran que ese saber es un deber ser-tener hacer. Y nada más lejano a la realidad. La felicidad es más bien como la vida, una carrera de fondo absolutamente personal. Pueden coincidir denominadores comunes, sin embargo, cada quién tiene su propio sentido y vívido estado de felicidad, su definición, su inspiración, su motivación y, por supuesto, el derecho absoluto de disfrutarla a su manera.

La pregunta entonces es: ¿qué es la felicidad para cada uno y cómo la vive, y cómo la siente?, y la duración de esa felicidad. Si se es o no se es feliz, es una pregunta difícil de responder desde el análisis profundo del coaching. La primera lógica sería: es usted feliz en el ahora, en este momento preciso; y la segunda sería: se siente usted feliz y satisfecho en general con su vida. La primera lógica responde así al Yo actual en la experiencia; la segunda al Yo recordado, este último aspecto es el que señala el balance de la métrica de la felicidad personal. El yo recordado es el resumen hasta el momento de nuestra felicidad o, más bien, de la capacidad que hayamos tenido de ser felices y de atesorar esa felicidad de manera sostenible en nuestra vida.

Si bien las circunstancias y la predisposición genética están relacionadas con la capacidad de ser felices, es importante que sepamos ser responsables de esa felicidad, que nos hagamos dueños de esa administración, procuración y motivación diaria y para ello se requiere mucha disciplina, ¡y que no se vende y no tiene precio! La disciplina es lo que diferencia la eterna búsqueda de la felicidad, con el ser feliz de manera sostenida.

El coaching define la felicidad como el hecho de sentirse bien con uno mismo y con la vida, y poder disfrutar de ello. Se trata de bienestar y de satisfacción personal, y eso se logra una vez que conocemos, comprendemos y gestionamos nuestras emociones de manera equilibrada, superando el pasado, viviendo el presente y teniendo objetivos claros frente al futuro y, todo esto, haciendo un recuento constante de lo positivo, atesorando lo bueno, aprendiendo de cada experiencia, modificando, transformando, evolucionando y desarrollando todo nuestro potencial.

Ser selectivo en materia de felicidad se refiere a elegir cada día, en cada momento, aquello que nos haga bien y contribuya positivamente a nuestra vida a lo que fue, lo que es y lo que aspiramos que sea. Es elegir el pensamiento, la línea de razonamiento, las emociones, las sensaciones y las acciones que se encuentren alineadas con nuestro propio concepto de felicidad, bienestar y salud mental. Créame, al final lo inaccesible de la felicidad no es, el precio a pagar por ella, sino el valor, la disciplina y determinación de mantenernos firmes ante lo que significa para cada uno y trabajar por ello. Como siempre, usted elige.

¡Felices selecciones, felices vidas!

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