Lo selectivo VII. La vida

La pena que nos genera no tener algo o a alguien es el precio que hay que pagar por haberlo tenido.

Vivimos mientras nos renovamos.

Henri-Frédéric Amiel

 

La definición de vida es tan amplia como la ciencia que decida describirla. Incluso, cada uno de nosotros tiene su propia definición de lo que es, según sus experiencias, la visión de sí mismo y de todo lo que le rodea. Para mí, la vida es creación. Me gusta sentir que la renovación constante es el significado más preciso de la vida, y en cada uno de esos procesos hay algo que crear. Me gusta incluso asumir que los finales son parte de esa renovación y de esa creación y que, por ende, no hay final ni pérdida mala, sino un contínuo renacer, renovar, reinventar… crear.

Ser selectivo y elegir la vida es elegir todo aquello que nos hace bien y que tiene eso: vida; es decir, proyectos, amistades, pareja, inversiones de tiempo, talento, emociones o inteligencia. Y se preguntará que tan obvio es esto y le diré que en la práctica no tanto, en muchas ocasiones la necedad o los juegos del ego insisten en seguir eligiendo por nosotros objetivos, de la naturaleza que sea, con una expectativa de vida endeble, a corto, mediano y largo plazo. Relaciones vacías, inversiones sin planes claros, pensamientos negativos reincidentes, emociones que recurrentemente secuestra la amígdala, produciendo reacciones exageradas del carácter; vivir rumiando ideas sin solución y repletas de agravantes; los excesos en general; de hacer importante lo que no lo es tanto, o darle un valor innecesario a lo que no lo tiene, esto incluye todo tipo de apegos y obsesiones a ideas, sentimientos, pensamientos, hábitos, imágenes, personas o cosas.

Sí, la mayoría de los retrocesos de nuestra vida o el vivir en estados ausentes de calma, de felicidad o de paz mental, descansan en la elección de aquello que carece de un proyecto de vida propositivo y positivo en sí mismo, por la incapacidad de asumir las pérdidas como nuevos comienzos, o por aferrarnos a finales, cambios o evoluciones necesarias. Podemos ser intrépidos, arriesgados, vivaces, proactivos, creativos,es más, estamos obligados a serlo, lo que no podemos es invertir esa valentía y ese esfuerzo en planes con poco fundamento.

Elegir la vida es ser selectivo en aquello que nos hace bien, que tiene vida y un alto potencial de superación en nuestra evolución. Se trata de tomar mejores decisiones a partir de esa reflexión. Porque el día que llegue cualquier final, como también llegará el nuestro, se pueda decir aquello que sostiene la tanatología tan acertadamente, que la pena que nos genera no tener algo o a alguien es el precio que hay que pagar por haberlo tenido. Se trata de quedarnos con la lección y seguir adelante, si se aprende a elegir desde el ciclo natural de la vida en la esencia de cada cosa, es más probable que elijamos desde un mejor lugar.

Elegir por elegir o movidos por las debilidades, las intenciones equivocadas, o la sandez suele someternos a realidades poco fructíferas, casi siempre temerarias y sólo, en el mejor de los casos, dotadas de breves instantes de satisfacción etérea. Y lo peor no será elegir la mejor justificación para el descalabro, sino los daños que produce en el pensamiento, en las emociones, en el concepto de uno mismo y en las consecuencias propias de ese frenesí en nuestra realidad.

Por eso hoy le invito a ser selectivo hacia todo aquello que tenga vida próspera para su propio bienestar, para el plan que desea y, sobre todo, para la visión a materializar sobre usted mismo. Aléjese de aquello que no le sume, que no le construya… que no le haga bien, o de aquello que no le considere con el respeto, el amor, la comprensión y la contención que usted se da a sí mismo, porque la primera gran elección de vida, de su vida, es elegirse y tratarse a usted mismo como el mejor proyecto positivo, propositivo y con alto potencial de superación evolutiva. Como siempre, usted elige. ¡Felices selecciones, felices vidas!

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