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El letargo

Paola Domínguez Boullosa

Paola Domínguez Boullosa

La coach

 

 

El hombre actual ha nacido o bien para vivir entre las convulsiones de la inquietud,
o bien en el letargo del aburrimiento.

                Voltaire

 

Letargo significa, según la Real Academia de la Lengua Española, estado patológico caracterizado por un sueño profundo y prolongado, propio de algunas enfermedades nerviosas, infecciosas o tóxicas y es, también, somnolencia, inactividad y reposo durante determinados periodos de tiempo. Es, también, el tiempo que dura el letargo.

En mi opinión, letargo se utiliza en sentido figurado para expresar la no acción, la falta de actividad, de respuesta y también la imposibilidad de avanzar, de continuar creciendo, de evolucionar y de tomar decisiones.

Normalmente, este tipo de conductas suelen acompañarse de otras, tales como la confusión, la falta de claridad, el miedo, la frustración, el cansancio, la obsesión, la negatividad, la desilusión, la desidia, el aburrimiento y la constante repetición de juicios y evaluaciones sin fundamento ni coherencia. La realidad es lo que puede conseguir posicionar a los seres humanos en el letargo. Potencialmente, suele ocurrirles   frente a situaciones que quienes las padecen consideran irresolubles.

Y sucede que, en la vida, surgirán situaciones que nos impidan ver el horizonte de alternativas que existen, pero que no se quieran ver o no se puedan ver, lo cual no condiciona su existencia.

Las posibilidades están ahí siempre que se elija vivir de manera diferente. Lo cierto es que hay realidades que nos pueden orillar a sentirnos letárgicos, las cuales casi siempre, son producto del desconocimiento o del exceso de información carente de consistencia y claridad. Aun así, debe de existir siempre un atisbo de necesidades y de insurrección a la voluntad precaria que se viva en ese presente.

Por eso hoy los invito a desafiar ese letargo que aminora la capacidad de vivir el presente y visualizar el futuro y a hacer un esfuerzo superior para comprender que la realidad es cambio y que todo ser vivo lo es también, sin importar las circunstancias.

La vida siempre sigue y debemos seguir adelante con ella, no se puede aceptar la desaceleración de los procesos de nuestra vida, es mucho mejor un ritmo constante y seguir. La vida no ofrece paradas continuas, ni mucho menos parajes de acampada, la vida sólo tiene rutas, algunas mejores, otras no tanto, pero hay que experimentarlas y saber elegir a tiempo y con astucia si se sigue en la misma ruta o se cambia a otra, porque lo que sí y siempre tendrá  la vida son rutas, y lo que sí y siempre debemos tener cada uno es un destino, un objetivo, una meta que alcanzar, esa no la da la vida, la escoge uno mismo, la vida sólo la escoge cuando uno no quiere elegir, no quiere seguir, no comprende por dónde ir o cuando se pierde, se aminora  o se aletarga.

Mejor elija usted su destino, su meta y su ruta, no permita que algo tan importante como su vida no dependa absolutamente de usted y sus deseos. El letargo no está hecho para los seres humanos, ni en sentido directo ni en sentido figurado. La vida tiene que vivirse de la mejor manera que se pueda y esa mejor manera es su manera personal y única de hacerlo, con su estilo propio, su sello, sus percepciones, sus aprendizajes y sus emociones y su muy particular forma de razonar la vida. No permita que la realidad le supere ni pretenda superarla, la realidad es su mejor amiga, conózcala, ámela y aprenda a convivir con sus mejores y peores momentos, así como lo hace con usted porque ella le será incondicional si sabe valorarla y estar a su altura. Como siempre, usted elige.

¡Felices despertares… felices vidas!

 

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