Declaraciones X. Gaman

Gaman es un término que se puede traducir como perseverancia, paciencia o tolerancia.

Es difícil hacer a un hombre miserable mientras sienta que es digno de sí mismo.

Abraham Lincoln

 

Los seres humanos no sabemos la fortaleza que poseemos hasta que la adversidad nos pone a prueba. Ahí donde no queda más que soportar la inclemencia de las desventuras, de las barbaries, del desasosiego, del dolor, de la pérdida o de la ingratitud… No, los seres humanos no somos capaces de definir la resistencia hasta que llega ese momento en que, hacerlo, es lo único que tenemos.

Lo más sorprendente aún, es que mientras desarrollamos ese poder, esa resistencia, tampoco logramos comprender la valentía, el autocontrol, la disciplina o el proceso de superación sobre uno mismo que estamos llevando a cabo. Reconocer lo estoicos que hemos sido se descubre tiempo después, cuando somos capaces de desempañar nuestro propio reflejo y descubrir que somos, si cabe –y con humildad– mucho más de lo que alguna vez creímos, sentimos o pensamos sobre nosotros mismos.

Gaman es un término japonés de origen budista zen, que se traduce como perseverancia, paciencia o tolerancia, pero que en realidad significa soportar lo aparentemente i­nsoportable con paciencia y dignidad. Es la capacidad de superación ante los reveses de la vida y el perseverar con paciencia.

Así, el gaman se fundamenta en cinco pilares: el autocontrol, la paciencia, la resistencia, la resiliencia y la ecuanimidad. ¡Qué importante es este último punto de la ecuanimidad!, que bien podría ser la virtud de la templanza que significa mantener el equilibrio y el dominio sobre la voluntad, moderar los instintos, los impulsos y sublimar las pasiones y deseos… quizá esa sea la clave de poder gestionar la dificultad manteniendo nuestra dignidad a flote, otra importantísima razón para declararnos a favor del gaman.

La adversidad es parte de la vida y no se sabe nunca de dónde ni de quién han de venir los embates con los que hemos de lidiar, lo que siempre debemos saber es que podremos transitar ese impasse, si aprendemos a educar nuestra actitud, nuestro pensamiento hacia lo positivo, si mantenemos la confianza en nosotros mismos y si miramos más allá de las circunstancias, evitando a toda costa que el miedo, la ira o la frustración corrompa nuestras relaciones o amenace lo que pueda seguir estable en nuestras vidas. Nuestro equilibrio mental debe ser prioridad en todo momento.

Y recuerde que la adversidad ha de tener un punto final, no permita que una vez finalizado el detonante usted siga padeciendo el mismo malestar, hay que aprender a quedarse con la lección, celebrar ese aprendizaje y reincorporarnos al presente mejor que antes de ser posible, que esto no le sirva como excusa para ralentizar su evolución ni permita que le atrape la infelicidad. Recuerde también que expresarse asertivamente, las batallas, los duelos, los momentos más difíciles de nuestra vida son personales y sólo nos corresponde a nosotros reconocerlos, aceptarlos, superarlos y sanarlos…

De eso finalmente se trata la dignidad del respeto y la estima que merecemos, y que debemos reconocernos a nosotros mismos y a los demás. Créame, no hay mejor corazón que aquel que haya superado las tempestades y se haya permitido sanar así mismo, la sensibilidad y la empatía que emana de ahí es de una calidad superior. La vulnerabilidad en la que pueden colocarnos las circunstancias no es debilidad, sino fortaleza para quien comprende que lo que se vive es sólo una prueba más, una lección más una oportunidad más… hay que educarnos en la transformación positiva y que lo vivido tenga una virtuosa utilidad para uno mismo y para los demás.

Por eso hoy le invito a declarar el gaman en las luchas de su vida, a declararse a favor de usted, de su dignidad y a favor de la adversidad que llegue, a veces, muchas veces sólo tenemos que respirar hondo y hacer lo mejor que podamos hacer sólo por hoy, confíe, lo mejor siempre está por venir… Como siempre, usted elige.

¡Felices declaraciones, felices vidas!

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