Declaraciones VII. Metanoia

Cambia quien asume el riesgo de transformarse.

Todo cambia, nada es.

Heráclito de Efeso

 

Si hay algo fascinante en la vida es el poder que otorga la libertad, la elección y la transformación. Poco resulta tan satisfactorio como sublevarse ante la imposición de una realidad que creímos, que sentimos o que nos han dicho o nos han educado para vivirla sólo en la aceptación, en la tolerancia y en la conformidad. Y no, no es subversión idiopática, sino que la vida nos ha demostrado muchas veces que se disfruta mejor si comprendemos que estamos perfectamente equipados para transformarla.

La plasticidad cerebral es ese poder innato para el cambio, la adaptación, la resiliencia y la transformación que todos llevamos dentro. Lo demás es necedad, egocentrismo, vanidad e incluso miedo… no es una incapacidad, sino una inhabilidad para enfrentarnos a la lógica aplastante de la inteligencia que nos instiga a transitar hacia nuevos y mejores destinos.

Metanoia es una palabra de origen griego que significa literalmente después o más allá del propio pensamiento. Es un enunciado retórico, utilizado generalmente en la teología y la psicología, incluso en el lenguaje cotidiano, para definir un cambio en la mentalidad con el fin de adoptar una nueva cosmovisión. La teología la señala como una transformación profunda de corazón y mente de manera positiva. En materia de psicología, la metanoia es un proceso de transformación de la psique que persigue la autocuración.

La psicología lo relaciona con brotes que pueden llegar a desconectarnos de la realidad, de tal manera que en la vulnerabilidad encontremos la realidad del conflicto que nos impide ir más allá y resolverlo. En coaching a esto le llamamos el quiebre, que es básicamente ese punto de no retorno, ese momento donde somos capaces de mirar con objetividad las autolimitaciones, superarlas y transformar nuestra vida. Lo anterior se realiza a través de declaraciones, de aseveraciones en las cuales elegimos modificar nuestra realidad y asumir ese compromiso. Es el instante en el que decidimos dejar de ser lo que éramos para ser y hacer algo mejor con nosotros mismos y con nuestra vida. El momento del cambio se convierte en transformación cuando elegimos transitar hacia otro destino o enfrentar esa incertidumbre, la transformación ocurre ahí cuando declaramos nuestra salida, nos hacemos responsables de esa elección y nos disponemos a trabajar en ella.

El cambio es la primera elección, la transformación es cuando decidimos modificar de raíz quiénes somos, la metanoia es esa transformación que implica transitar en lo más profundo de nosotros mismos sólo para ser mejores, derrumbar las creencias limitantes, combatir los miedos, asumir el cambio de valores, aceptar la realidad pura de nosotros mismos, cambiar nuestro pensamiento y emociones, la manera de ver, de pensar y de sentirnos a nosotros y a la vida. Este proceso toma tiempo, exige disciplina, trabajo duro, abandonos, renuncias, implica una reestructuración y reinvención de nuestro propio autoconcepto.

Cambiar, se puede cambiar, pero si no hay una transformación se volverá al cauce de lo que se era; por eso dicen por ahí que la gente no cambia, le diré algo: sólo cambia quien tiene la valentía y asume el riesgo de transformarse, de dejar de ser quien se era y vivir una especie de renacer, esa es la gente que no le dirá que ha cambiado, sino que usted podrá reconocer esos cambios de manera genuina. Lo hará según sus deseos y sus propias experiencias y aprendizajes, y serán siempre mayores y mejores.

La habilidad de ser mejores día con día depende de nuestras elecciones y del lugar en el cual decidamos ejercer nuestra libertad e implicar en ella todo lo que somos y con lo que ya contamos; usted elige qué hace con ese poder, si cambios tibios para los que sólo se requiere una inteligencia discreta y un corazón tímido, o bien aprovechar de lleno todas sus capacidades e ir más allá de lo que siempre creyó de usted mismo. Le aseguro que vale el riesgo y la oportunidad… al final, estamos aquí para vivir y vivirnos; disfrutar y disfrutarnos intensa e inmensamente. Como siempre, usted elige.

 ¡Felices declaraciones, felices vidas!

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