Conócete, acéptate, supérate.
San Agustín
El proceso de coaching tiene un principio por demás sorprendente y necesario, que lo diferencia de la psicología y la psiquiatría, se trata de la capacidad —como bien dice san Agustín— de conocernos, aceptarnos y superarnos sin necesidad de repasar de manera redundante y profunda nuestro pasado. Para el coaching importa lo que somos hoy en la actualidad, cómo hemos llegado hasta aquí, cómo hemos construido nuestros marcos de referencia, nuestros valores y principios, nuestra manera de procesar mental y emocionalmente la vida y rescatar exactamente de todas nuestras experiencias vividas buenas o no tan buenas lo positivo. El coaching tiene esa belleza innata de permitirnos reescribir nuestra historia, educando nuestra mente para ver y vivir la vida desde un ángulo que nos permita dar valor a lo que realmente lo tiene y a descartar de tajo lo que no.
Ése es un principio estructural y necesario, porque no, no tenemos que llevar a cuestas todo lo que se vive ni mucho menos padecerlo ni anhelarlo con vehemencia. No, no tenemos tampoco que indagar ni llegar a lo más profundo, ni tampoco escudriñar y sacar conclusiones o formular hipótesis innecesarias que sólo nos llevan a un rumiar de emociones y pensamientos permanentes, a justificar acciones o a colocarnos como víctimas de una estructura familiar, o profesional que por desconocimiento propio de las circunstancias nos dejó desvalidos. No… todo lo que hemos vivido tiene un sentido constructivo si se le quiere estudiar desde esa perspectiva, de ahí que la verdad sea tan subjetiva, no, no podremos cambiar los hechos, pero siempre podemos encontrar un significado a los mismos y darle un sentido evolutivo para nuestra vida.
Créame, siempre somos suficiente, siempre estamos completos y siempre podemos ser mejores. El coaching busca lo suficiente, lo que basta; el coaching no va más allá, porque el hacerlo en lugar de procurar liberación y alivio, genera pesadumbre y agobio.
Catarsis es una palabra de origen griego que significa: purificación, la liberación de lo extraño a la esencia o naturaleza de una cosa y que, por tanto, la perturba o corrompe. El término es de origen medicinal y significa purga, Platón la define como la elección que conserva lo mejor y expulsa lo peor. En materia de psicología, la catarsis significa la liberación de emociones fuertes, también es al proceso en el cuál nos permitimos expresar nuestras emociones. Lo que busca la catarsis es liberar nuestras emociones reprimidas a través de la expresión, es decir, que podamos nombrar aquello que sentimos, liberarnos y seguir adelante. En coaching le llamamos quiebre.
En palabras simples la catarsis es el proceso que nos permite limpiarnos emocionalmente. La idea parece más complicada se cree y se imagina como una ruptura interna, como un momento emocionalmente dramático pincelado de histeria o frustración… y en realidad si aprendemos a expresar nuestras emociones a tiempo y dirigidas a las situaciones y a las personas correctas de manera clara, contundente, directa, honesta y respetuosa esto no tendría que significar un momento catastrófico, por el contrario alimenta las relaciones de manera positiva y propositiva con uno mismo y con los demás. Y créame tampoco todas las situaciones ni todas las personas lo merecen, en la catarsis debe primar el bienestar de uno mismo, las afecciones de esta naturaleza suelen ser muy personales.
Por eso hoy le invito a nombrar lo que siente a ordenar sus ideas, su pensamiento y sus emociones y a encontrar las palabras correctas que definan su sentir, es sumamente importante que podemos comprendernos, efectivamente aceptarnos y lo mejor de todo superarnos. La vida se vive mejor así que llevando a cuestas una cinta de precaución, que exija una distancia de seguridad. Es nuestra responsabilidad sanar aquellas áreas más sensibles de nuestra vida y rescatarnos a nosotros mismos. Elija con sabiduría aquello que le determina y hágalo a su favor, no importa lo que haya vivido, importa lo que elija hacer con lo vivido y lo declare a su favor. Como siempre usted elige.
¡Felices catarsis, felices declaraciones!
