Declaraciones III: ramé

La realidad siempre nos va a exigir ir más allá

Bendito sea el caos,           

porque es síntoma de libertad.

Enrique Tierno Galván

Las declaraciones son tan breves y determinantes como un “no” o como un “sí”, son palabras simples con una carga espectacular en nuestra vida, sobre todo cuando de decisiones importantes se trata. Piense por un instante en los parteaguas después de haber emitido una afirmación o una negativa contundente, ése es el poder de las palabras, lo que traen consigo, su pasado, la llegada inminente del presente, una decisión y un futuro que nos reinventa. El poder de las palabras termina por materializarse en lo que somos, en lo que hacemos, en el sentido que damos a nuestra vida, al pensamiento y a la emoción, a los entornos y a las personas.

Y sucede que estas declaraciones suelen presentarse en momentos de dualidad en nuestra vida, ahí, donde el caos y el orden se presentan de forma indistinta… ahí, donde todo parecía estable e irrumpe una torva de desconciertos, la intuición se activa, el pensamiento rumiante, la duda, también… o ahí, donde ocurre todo en milésimas de segundo y, lo que era, deja de ser, una noticia, una llamada, un instante que, en un respiro, todo lo cambia. Ocurre también en ese punto donde parece que nada tiene un sentido y las preguntas nos desbordan y, casi sin pretenderlo, en una pequeñez… aparecen las respuestas, la luz al final del túnel, el hilo fino que tiene el poder de dar un sentido, una salida, una nueva oportunidad.

Ahí, entre el caos, la incertidumbre y la imperante necesidad de encontrar un orden; ahí, donde hay que decidir, sacar lo mejor de uno, positivizarse, seguir a pesar del miedo, de la confusión o del cansancio; ahí, donde aprieta la vida, pero dibuja también, ante uno mismo, la libertad de elegir, ahí están nuestras declaraciones más relevantes. Ésas que nos obligan a adaptar todo lo que somos y todo con lo que contamos a favor de esa nueva realidad.

Ramé es una palabra del dialecto balinés, que significa la suma de lo caótico y de lo hermoso a la vez. Ramé es lo que observamos frente a la toma de una decisión, frente a una declaración. Es el coraje, el amor, la valentía y el ímpetu que surgen en medio del caos y nos impulsan, nos despiertan y nos sacuden para que sigamos adelante. Es la belleza o la oportunidad que surge del caos, es la belleza también del orden y de la propia reinvención de ese orden.

Todos hemos estado ahí, la vida sigue ese ritmo exacto de pendientes, de valles, de mesetas, hay que aprender a mirar la belleza en cada lugar, en cada circunstancia. Hay que aprender a lidiar con la familiaridad del caos que se esconde detrás del orden.

Se trata de abarcar esa dualidad básica que es estar en equilibrio, con un pie firmemente en el orden y la seguridad y el otro en el caos, la posibilidad, la evolución, el cambio, la oportunidad. No importa dónde estemos, siempre habrá cosas que podremos controlar, predecir, identificar, frente a otras que desconocemos y no comprendemos, siempre habrá momentos en que lo que pensamos que sería, no es, pero resulta ser, al final del día, lo mejor que nos podía haber pasado.

Créame, el orden solo no es suficiente para crecer y mucho menos para ser y desarrollar mejores habilidades. No podemos mantenernos estables, seguros e inalterados, la realidad siempre va a exigir de nosotros ir más allá. Sería también insostenible estancarse en el caos y sentirse superado por las circunstancias todo el tiempo, eso tampoco lo soportaríamos. De ahí que el equilibrio entre el orden y el caos sea tan perfecto en nuestra vida, de ahí que siempre podamos tener algo que dominar y algo más que aprender. Porque es ahí, en ese espacio, donde se encuentra la verdadera belleza de la vida, en el cambio, en la evolución, en aquello que nos da un significado, en todo aquello que siempre podemos agradecer y en todo aquello que nos permite valorar más ese agradecimiento. Recuerde que vivir implica sentir que morimos y renacemos muchas veces. Como siempre, usted elige.

¡Felices declaraciones, felices vidas!

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