Contracorriente

La mentira, como todo en esta vida, se entrena y se pone a prueba.

                                               Las cosas muertas

              pueden ser arrastradas por la corriente;

               sólo algo vivo puede ir contracorriente.

                                   Gilbert Keith Chesterton

Sorprende cada día más el afán obsesivo con el que la gran mayoría se esmera en mostrarse hacía la galería, hay siempre en ellos un anhelo profundo de sentirse superior a la media en ese intento por pertenecer, por ganarse el laudo, el reconocimiento… obsérvelos y podrá darse cuenta del empeño que ponen en cada uno de sus movimientos, en el fingimiento de sus tonos, en sus miradas furtivas que anhelan con ímpetu que les sean devueltas, es sorprendente la facilidad con la que dejan de ser ellos mismos y se hilan a un personaje de su propia autoría que pretende, sin mucho éxito, ser creíble. No se llega hasta ahí a golpe de fantasías. La mentira, como todo en esta vida, se entrena y se pone a prueba.

Las personas desde muy jóvenes aprenden a mentir, por pura sobrevivencia, por cumplir con las expectativas, con las reglas, con las normas, con lo que les han dicho que es y debe de ser… la mentira deslinda de la culpa y de la responsabilidad… algunos aprenden con facilidad a llevar una cuenta corriente de falsedades para tener un poco de espacio para ser ellos mismos y con el tiempo, todo se normaliza.

Ser quienes no somos por el único y absurdo deseo de complacer a los demás, no es tanto la libertad, sino la propia vida. Dejar de ser quien uno es por no tener conflicto con los demás, para ser querido, aceptado o, peor aún, para cumplir las expectativas que otros han puesto sobre uno mismo, no es vivir a medias, sino suicidarse a cuentagotas. No hay tristeza mayor que ver a alguien perderse en el poder de la opinión ajena. Las opiniones y los juicios de otros corresponden a sus propias experiencias de vida, no representan ni la verdad ni la realidad de las cosas y, mucho menos, de lo que usted es o puede llegar a ser.

Retomo las expectativas porque suelen ser el mayor de los conflictos, del que nace el letargo de un feliz desarrollo emocional. La expectativa es la posibilidad razonable de que un acontecimiento suceda. No es una ilusión, sino un hecho probable con fundamento, también se le puede entender como la aspiración a cumplir un determinado objetivo o propósito. Dicho lo anterior, comprenderá que sólo uno mismo podría hacer semejante evaluación de lo probable, pues en este hecho no sólo depende la voluntad de uno mismo, sino nuestras propias circunstancias de vida. Entonces, por qué con tanta facilidad se somete uno a cumplir las expectativas que otros le han impuesto y peor aún, a que su verdad tenga más peso que la propia, no tiene lógica; lo único que existe detrás de esto es el miedo a no ser lo suficientemente bueno, lo suficientemente capaz, lo suficientemente querido o aceptado o apoyado... Triste… demeritorio de la propia existencia.

Por eso hoy le invito a perder ese miedo, atrevámonos a desilusionar, a dejar de lado las expectativas impuestas, a dejar de morir y a vivir contracorriente, cuestione sus creencias, deje de lado las opiniones y los juicios ajenos, deje de  participar de las hordas convencionales, deje de mentir y de mentirse; sea fiel a sí mismo, normalice sus diálogos internos, mantenga su vida en privado, elija sus expectativas y objetivos, ponga límites,  enamórese del sí intencionado y sea dueño de sus demandas.

Vivir a contracorriente no es ir en contra de todo sino, en contra sólo de aquello que le impide ser quién es. Vivir a contracorriente es desafiar lo que limita su potencial, merma sus capacidades, aminora sus pasiones y achica sus quereres. Incluso… se trata de ir a contracorriente de usted mismo, de su necedad, de su perfeccionismo, de la exigencia desmedida que reprime su felicidad, del castigo por sus errores en lugar de la enmienda, de ese afán por demostrar quién es… de ese control permanente, de esa rigidez inefable.

Usted es y siempre será lo suficientemente bueno y perfectamente capaz para hacer de su vida lo que usted decida que sea, en la medida en que se elija a usted, se escuche, se entienda y sea coherente con lo que hace, dice y siente y, por supuesto, en la medida que se atreva a ser auténtico, vivirse en su propia realidad y de acuerdo con sus propias expectativas. Como siempre, usted elige.

¡Feliz contracorriente, feliz vida!

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