Conciencia y consciencia I
Vivir en contradicción con la razón propia es el estado moral más intolerable. León Tolstoi El coaching se sostiene sobre tres pilares: la consciencia, la autocreencia y la responsabilidad. Esto significa, el conocimiento que un individuo tiene de sus pensamientos, ...
Vivir en contradicción con la razón propia es el estado moral más intolerable.
León Tolstoi
El coaching se sostiene sobre tres pilares: la consciencia, la autocreencia y la responsabilidad. Esto significa, el conocimiento que un individuo tiene de sus pensamientos, sus sentimientos y sus actos, el creer en sí mismo y el asumir las responsabilidades que le lleven a su mejor y mayor evolución. Para el coaching, la consciencia y la conciencia no son términos indistintos, aunque sí absolutamente necesarios. La consciencia es el conocimiento interno producto de las experiencias de uno mismo y en el mundo que le rodea, la conciencia es el conocimiento del exterior que nos permite vincularnos con los demás.
De forma breve, la consciencia es la capacidad del ser humano para percibir la realidad y reconocerse en ella, mientras que la conciencia es el conocimiento moral de lo que está bien y lo que está mal. En temas de coaching, el debate no corresponde tanto a un sistema filosófico o neurocientífico, sino, más bien, al conocimiento y la reflexión sobre uno mismo, a la manera en la que nos percibimos; el cómo, el qué y el para qué de las decisiones que nos mueven a la acción y sobre todo, las razones de esas intenciones más profundas que nos motivan para seguir adelante; y no sólo eso, sino que esas decisiones que tomemos, esas elecciones que marquen nuestra vida, sean ecológicas, es decir, que sean positivas, sanas y buenas para nosotros mismos y todo lo que nos rodea.
El coaching se trata de libertad y de equilibrios, de saber quiénes somos para comprender lo que hacemos y el grado de libertad en el proceso de esas elecciones.
La consciencia que nos atañe es mucho más que darse cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor y que percibimos a través de los sentidos. Ser consciente es ser capaz de ver la importancia de los acontecimientos desde la reflexión y la atención plena. Nuestra realidad va mucho más allá de la simple percepción. La percepción se filtra a través de lo que sentimos, lo que pensamos, lo que razonamos, lo que intuimos, en lo que creemos, en los juicios o no que poseemos, o nos poseen, en lo que los demás consideren o no y en la verdad que pese más para nosotros mismos… hay muchos claroscuros que, sin un correcto autoanálisis, condicionan nuestra libertad, nuestras decisiones y, peor aún, nuestra responsabilidad frente al cambio… sin consciencia no hay responsabilidad, y sin ambas la vida resulta una experiencia vacía que imposibilita alcanzar nuestro máximo potencial.
De ahí, mi querido lector, que insista en la diferencia. Usted lo ha escuchado tantas veces…aquello de ¡soy consciente de mis actos!... quizá después de estas líneas pueda analizar mejor el ser que hay detrás de esos actos y que le llevaron a esa respuesta.
La consciencia según el padre de la psicología norteamericana, William James, es subjetiva, es un proceso personal donde uno es consciente de sus propios pensamientos y su realidad interna, sin embargo, el pensamiento y la realidad se modifican, de ahí que la consciencia a su vez sea cambiante y ese cambio sea selectivo, no siempre nos llamará la atención lo mismo, cuando cambiamos algo en nosotros de forma profunda todo lo demás tiene también una transformación.
Créame, ser consciente va mucho más allá de saber lo que está bien o lo que es aceptado o no, o con la simple percepción o la vida contemplativa; tiene que ver con nosotros mismos y en quién elegimos convertirnos, tiene que ver con lo que elegimos pensar, incluso sentir, tiene que ver con la cosmovisión de uno mismo y de cómo elige vivir y vivirse… todo eso, sin justificaciones, sin escapismos y sin miedo… o a pesar de él.
Recuerde que la vida es suya, y ése es su mayor y mejor derecho, el poderla vivir a su manera, según sus elecciones, asumiendo sus costos, tan suya que hable, que ría, que se sienta tan profundamente suya que sea como debe de ser, única, auténtica e irremplazable. Como siempre, usted elige.
¡Felices consciencias, felices vidas!
