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Amor propio IX: altruismo

Paola Domínguez Boullosa

Paola Domínguez Boullosa

La coach

Buscando el bien de nuestros semejantes,

encontramos el nuestro.

Platón

 

Según el siquiatra Enrique Rojas, una clave más para determinar un buen nivel de amor propio o autoestima es el altruismo. Señala, además, que esta acción supone la entrega a los demás desde un respeto por uno mismo. El altruismo es signo de un alto nivel de madurez personal.

De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, altruismo significa: diligencia de procurar el bien ajeno aun a costa del propio.

Podría parecer que mientras el siquiatra Enrique Rojas nos invita a entregarnos a los demás, siempre guardando respeto por uno mismo, la definición de la RAE nos invita a sobrepasar en la ayuda al prójimo ese respeto. Queda claro que, relacionado con el amor propio, uno no puede dar lo que no posee, y resulta contradictorio dar a los demás sin antes procurarnos a nosotros mismos de aquello que necesitamos, y eso no significa que demos a los demás lo que nos sobre, sino que, en ese dar, no debemos olvidar lo que también nosotros necesitamos, dar también es compartir. Se puede dar a raudales, siempre y cuando uno se respete a sí mismo, se cuide y se procure, física, mental, espiritual y emocionalmente.

Desde mi punto de vista, ya bastante ayuda uno si no menoscaba la vida de los demás, y eso, sin lugar a duda, también es procurar el bien ajeno. Muchas veces nos complicamos la existencia en esa intención de dar hasta el sacrificio, hasta el cansancio y hasta el punto de afectar nuestra propia vida. El doctor Enrique Rojas se refiere a eso, entregarse a los demás, sí, pero nunca olvidarse de uno mismo en esa acción. La madurez, ante todo, implica respeto y buena diligencia de uno mismo. Cuántas veces el dar ha convertido a muchos en víctimas de quienes no han sabido valorar ni respetar esas entregas, y cuántas veces se hace responsable a los demás de nuestra felicidad o de lo que nos ocurre en la vida cuando se da a ciegas o cuando se da esperando recibir… Algo tiene que quedar bien asentado, el dar no implica recibir a cambio nada ni tampoco el dar implica responsabilizar a quien recibe la entrega, es uno mismo el que debe saber poner un límite a su altruismo; es uno mismo el que debe elegir el tiempo, el momento, el motivo y su propia capacidad de dar, porque sólo usted es el único responsable de su vida.

Si decide dar, dé siempre lo mejor de usted, de su tiempo, de su razonamiento, de su experiencia, de su amor, de su complicidad, de su silencio, de su alegría… si decide dar, dé todo lo mejor que haya en usted y, sobre todo, que eso que dé le haga sentir bien, pleno, satisfecho y orgulloso de la persona que es y no esperando algo a cambio. Al final, lo que nos hace grandes es la evolución que hayamos tenido en nuestra vida y esa evolución está íntimamente relacionada con la satisfacción personal de convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos… nunca menos.

Por eso hoy le invito a dar, a sumar —siempre que pueda— a la vida de los demás, a evolucionar en sí mismo y alcanzar esa mejor versión de usted; lo demás, créame, siempre será lo de menos, porque muchas veces ni siquiera hace falta que nadie se entere de dónde ha podido provenir esa ayuda.

Créame, dar siempre será mucho más valioso que recibir, comparta, sume, dé siempre respetándose. Desenfocarse de uno mismo y enfocarse en los demás le permite tomarse tiempo para clarificar su mente y sus emociones, nunca será bueno ensimismarse y mirarse sólo a uno mismo, la experiencia de dar y de compartir nos permite reforzar nuestro interior.

La vida es mucho mejor cuando podemos compartirla, la vida es mucho mejor cuando sabemos escuchar, cuando nos damos la oportunidad de conectarnos con los demás y saber lo que sienten, lo que necesitan, lo que anhelan y poder contribuir al crecimiento y cumplimiento de sus sueños. Y no se engañe y que no le engañen, es usted quien elige a quién y cuánto da. Si alguien le pide más, al grado de hacerle mimetizarse con la nada, no le merece ni merece lo que usted es capaz de dar, ni en el nombre del amor ni de la necesidad ni los deseos o los vacíos de nadie pueden arrastrarle a perderse de su propio camino. Cada cual debe salvarse y procurarse a sí mismo, nadie más es responsable… así que no se líe, la elección de dar y compartir es solamente suya y quien bien le quiera jamás le pedirá nada que ponga su propia autonomía, independencia, autenticidad y esencia en riesgo.

El respeto por uno mismo es el más grande de los respetos. Debemos aprender a vivir con uno mismo, amarnos, estimarnos y respetarnos, estas acciones no pueden nunca sacrificarse porque la vida sería intolerable. Sólo el respeto por uno mismo puede llevarnos a poner límites y a comprender hasta dónde podemos dar y compartir y hasta dónde no, hay ámbitos que nunca podemos poner en riesgo como nuestros valores, principios, decisiones de vida y elecciones que hayamos hecho a favor de nuestra felicidad. Como siempre, usted elige.

¡Felices altruismos, felices vidas!

 

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