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La ultraderecha en México

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Azul Eycheverry

Analista

 

Hace unos días, el líder del partido español de ultraderecha Vox, Santiago Abascal, sostuvo una reunión con senadores del PAN, a invitación del senador Julen Rementería, con el propósito de sumar voluntades a través de la firma de la denominada Carta de Madrid, creada por ese partido español en octubre de 2020 con la intención de convenir contrapesos a regímenes totalitarios comunistas, cuya extensión incluye regiones iberoamericanas, las cuales, según su retórica, están secuestradas por dichas fuerzas políticas.

Según la interpretación de los funcionarios panistas asistentes a esta reunión, los puntos coincidentes entre ambas fuerzas políticas son la búsqueda de la libertad, democracia y la propiedad privada. No obstante, las desacreditaciones ante dicho encuentro no se han hecho esperar. El presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que dicho acercamiento entre partidos sólo reveló la simulación panista como una institución democrática, a pesar de ser ultraconservadores.

Por otra parte, el expresidente Felipe Calderón, quién militó en el PAN por casi cuarenta años, aseguró que la dirigencia está perdida y que este acuerdo así lo demuestra. Mientras tanto, desde las oficinas del partido se emitió un comunicado en el que se aclaraba que dicho encuentro se realizó a título personal de los asistentes y que no se suscribió ningún acuerdo político, sino un manifiesto donde se asienta la voluntad de trabajo conjunto en virtud del Estado de derecho.

Independientemente de lo que se quiera declarar, o más bien, rescatar, de este encuentro, se trató de una decisión desafortunada desde una planeación abierta de la bancada del PAN en el Senado, hasta su realización en las instalaciones partidistas de esa sede, haciendo uso de infraestructura, logística institucional y digital del partido, no a título personal, como se declaró oficialmente.

Se podría dar una lectura a esta reunión desde una perspectiva edificatoria de contrapesos ante el posicionamiento cada vez mayor de la izquierda en el trazado político nacional, sin embargo, esta reconfiguración no puede ni debe coincidir con mensajes golpistas, ultraconservadores, que distan de una nueva narrativa que viene desde la exigencia de la sociedad civil de más equidad y reivindicación política ante décadas de corrupción, opacidad y segregación.

Ahora bien, me queda claro que, incluso al interior del partido, esta invitación y todo lo que de ella emanó, no fue bien recibida y diversas voces se pronunciaron en descontento. A pesar de ello, lo ocurrido demuestra un debilitamiento institucional, una división entre sus liderazgos, así como la presencia de una retórica preocupante que está asociada con la ultraderecha franquista, que repulsa la inmigración indocumentada y demerita los ideales de la lucha feminista.

Aunado a lo anterior, debemos tomar en cuenta la fuerte polarización que insistentemente el grupo en el poder cultiva a través de sus mensajes en contra del conservadurismo neoliberal, que bien puede fomentar posturas extremas ante una oposición virtualmente inexistente.

Desafortunadamente, no se trata de un hecho aislado, las ideas ultraconservadoras han ido permeando las agendas políticas alrededor del mundo, como ocurre en Estados Unidos, Brasil y en algunos países europeos, donde resurgen los nacionalismos radicales como una respuesta a la incapacidad de homogeneizar objetivos e intereses comunes. Las lecciones están ahí para que las consideremos.

 

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