El agente de C. I. P. O. L.
Regresando de lleno al comentario cinematográfico, hoy la propuesta es un título que suena conocido a mis contemporáneos: El agente de C. I. P. O. L. The man from U. N. C. L. E., Estados UnidosReino Unido, 2015, otra película que retoma una exitosa serie de televisión ...
Regresando de lleno al comentario cinematográfico, hoy la propuesta es un título que suena conocido a mis contemporáneos: El agente de C. I. P. O. L. (The man from U. N. C. L. E., Estados Unidos-Reino Unido, 2015), otra película que retoma una exitosa serie de televisión y que, evidentemente, está pensada para la generación de espectadores que nunca la vieron.
The man of U. N. C. L. E. (United Network Command for Law and Enforcement) fue una de las numerosas series norteamericanas que explotaban la temática de la Guerra Fría, como Espías en conflicto, El Santo, El Superagente 86, Misión Imposible, Los vengadores, y otras en las que los protagonistas luchaban contra las fuerzas del mal, que obviamente representaban el temor paranoico a una invasión comunista. Los malosos solían ser personajes excéntricos, con acceso a las más sofisticadas tecnologías. Entre sus juguetes generalmente estaba una ojiva nuclear y armas de destrucción masiva con las que querían apoderarse del mundo. Los espías y agentes secretos eran el recurso favorito para contrarrestarlos.
En la televisión El agente de C. I. P. O. L. estuvo al aire de 1964 a 1968 y seguía a dos agentes que trabajaban para un organismo de inteligencia internacional relacionado con la ONU. En su creación estuvo involucrado nada menos que Ian Fleming, padre de James Bond. Napoleón Solo, estaba interpretado por el desaparecido Robert Vaughn, e Illya Kuryakin, que venía de la KGB, por el escocés David McCallum, que hoy tiene 83 años y desde 2003 forma parte del elenco de la serie N.C.I.S.
La serie siempre fue muy entretenida, creativa, con cierto humor, y mucha imaginación en el diseño de los gadgets y armas secretas de que se valían los protagonistas.
Ahora Guy Ritchie (Snatch-Cerdos y diamantes; Rocknrolla; Sherlock Holmes), un especialista con estilo muy personal en el cine de acción, retoma la historia en una película que entretiene con buenos momentos gracias al oficio del director.
La acción no es trasladada a la actualidad, lo que sí han hecho adaptaciones como Misión Imposible. Eso me parece un acierto, pues se instala en la década de los 60 y con una producción y diseño de arte muy cuidados, casi más que la propia historia, que de repente tiene sus baches. La estética sesentera es muy atractiva: los vestidos, corbatas, zapatos, bolsos, trajes, pestañas postizas, accesorios, pelucas, coches, lámparas, sombreros, muebles, etc., nos llevan a un viaje a través de la cultura pop.
Los temores que aquejaban al mundo occidental y capitalista hace 50 años, hoy a muchos jóvenes les pueden dar risa, por lo cual las pinceladas de sentido del humor de la cinta se agradecen. Los diferentes orígenes de Solo y Kuryakin al igual que en la serie, los llevan a tener frecuentes desavenencias que se hacen divertidas. El guapísimo, aunque inexpresivo, Henry Cavill, ahora el flamante Superman, que no necesita ni hablar, y Armie Hammer, que supera su tropiezo como El Llanero Solitario, se ven bien juntos y la complicidad entre ambos funciona.
Solo y Kuryakin se ven reclutados en equipo, contra su voluntad, para encontrar a la hija de un científico importante que está involucrado con un plan para acabar con el mundo. En todo un homenaje a James Bond, Ritchie, hace derroche de persecuciones, gadgets, mujeres bellas y bien entronas, intriga, y una buena dosis de tensión sexual.
La película se deja ver aunque hay momentos en que el interés decae.
Nada nuevo bajo el firmamento fílmico, me quedo con la icónica serie de los sesenta.
