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Electromovilidad, piano piano

Lorena Rivera

Lorena Rivera

Entre las acciones a tomar para evitar que el calentamiento del planeta no rebase 1.5 grados centígrados se encuentra eliminar la movilidad impulsada por los combustibles fósiles y pasar a la electromovilidad, es decir, cambiar a flotas de autos y camiones eléctricos, lo cual está en marcha en algunas regiones del globo.

Por ejemplo, varias ciudades chinas están a la cabeza con sistemas de transporte público a base de camiones eléctricos y Shenzhen es líder; le sigue Santiago de Chile, que tiene la flota de autobuses eléctricos (Red Metropolitana de Movilidad) más grande del mundo fuera de China; luego, metrópolis europeas como París, Copenhague y Londres, otras en América Latina como Medellín y São Paulo.

No hay que perder de vista los vehículos particulares eléctricos que, si bien su uso no es masificado, van, piano piano, ganando terreno.

A pesar de la pandemia de covid-19, el año pasado la venta de automóviles eléctricos creció 43% respecto a 2019, con más de tres millones de unidades; en contraste, las ventas de vehículos de combustión interna no dejan de caer, según cifras publicadas por la base de datos de ventas EV-Volumes.

La industria automotriz es un motor para las economías, pero combatir la crisis climática es imperante y ello demanda profundas transformaciones, no sólo de portafolios de productos, sino también de las fábricas y líneas de producción.

La semana pasada, uno de los gigantes de Detroit, General Motors, informó sus planes de eliminar completamente la producción de automóviles de gasolina y diésel para 2035, para tener producciones de vehículos eléctricos, además de alcanzar la neutralidad de carbono tanto en productos como en operaciones para 2040.

La inversión en los próximos cinco años para vehículos eléctricos y autónomos ronda los 27 mil millones de dólares y se comprometió a proveer de energías renovables a todas sus instalaciones en EU para 2030 y fuera del país, hacia 2035.

Dos puntos a resaltar son la oferta de sus productos en distintas gamas de modelos y precios y ya está trabajando con terceros, como el Environmental Defense Fund, para construir la infraestructura para alimentar los vehículos eléctricos y, así, promover el uso de éstos.

El mercado, si bien no es perfecto, siempre ha mostrado que, a mayor oferta y competencia, menores y mejores precios. Como es urgente recortar emisiones de escape para ayudar al ambiente, son necesarios precios asequibles para que a las personas les resulte atractivo cambiar sus autos de combustión interna por eléctricos.

No sólo eso. Las ciudades requieren de infraestructura de carga al alcance de todos, de ahí la importancia del trabajo entre la iniciativa privada, en este caso fabricantes de autos, y gobiernos nacionales y subnacionales para la instalación.

En cuanto a la generación de electricidad, los gobiernos nacionales deben estar dispuestos a invertir en plantas de energía ciento por ciento limpia, porque, de seguir con electricidad generada por combustibles fósiles, el beneficio ambiental de un eléctrico se cae.

El llamado Primer Mundo y las economías emergentes más fuertes, como la china, están tomando más en serio eso del límite a las emisiones de escape a través de regulaciones e incentivos para luchar contra la crisis climática.

En Europa, las restricciones a los automóviles de combustión interna son cada vez más duras, con multas millonarias para los fabricantes, de ahí que el reto será aumentar la venta de eléctricos e híbridos en medio de una crisis económica global derivada de la pandemia de covid-19.

Con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, el objetivo será impulsar la demanda de vehículos eléctricos fabricados en Estados Unidos, empezando por cambiar la flota federal de autos y camiones, la cual es de 645 mil unidades, de acuerdo con datos de la Administración de Servicios generales de EU, y de ésos sólo 1% es eléctrico.

De acuerdo con un cálculo de Reuters, reemplazar las unidades de combustión interna a eléctricos podría costarle al gobierno estadunidense la friolera de 20 mil millones de dólares, pero, según analistas, se reducirían, por mucho, los costos de gasolina y diesel, a la par que bajan las emisiones de carbono, lo cual es el objetivo principal de Biden.

En el lejano Oriente, China es un jugador fuerte. El reporte IEA (2020), Vehículos eléctricos de la Agencia Internacional de Energía, indica que, en 2019, el gigante asiático fue el mercado más grande del mundo con 1.06 millones coches eléctricos vendidos.

La electromovilidad es una realidad, pero para ganarle al cambio climático no sólo debe acelerarse la oferta de una amplia gama de modelos a precios competitivos y accesibles, sino meter acelerador a las energías renovables y dejar a los fósiles descansar en paz.

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