Logo de Excélsior                                                        

El Estado de lo chueco

Juan José Rodríguez Prats

Juan José Rodríguez Prats

Política de principios

Si lo quiere el rey, lo quiere la ley

Refrán francés.

 

Es difícil y escabroso hacer discursos, pero hoy reviste tintes de hazaña. La palabra está envenenada, la mentira se enseñorea con gran holgura, la opinión pública está ciscada y padece un malestar crónico. La verdad agoniza, los argumentos están ausentes y las ideas flaquean.
Sin embargo, aún se oyen voces que orientan y siembran esperanzas.

El pasado 19 de noviembre, en la entrega de los Premios Pagés se pronunciaron tres discursos con referentes éticos, tan necesarios en estos tiempos.
Se dijeron verdades “de a kilo”, en forma sencilla, accesible y sustentadas en buenas tesis históricas y políticas. Mi solidaridad con Beatriz Pagés, Gustavo de Hoyos y Federico Reyes Heroles. Las palabras de Beatriz y Federico seguramente serían suscritas por don Pepe Pagés y don Jesús Reyes Heroles.

Sí, México vive uno de los momentos más críticos de su historia. Hemos sido torpes e insensatos haciendo leyes e irresponsables y negligentes en su aplicación. Tenemos un Estado de derecho fallido o, tal vez más grave, ausente.
Manuel Gómez Morin hablaba del Estado enemigo, pues no asume deberes, más bien daña al pueblo.

Creo que el derecho mexicano se inicia con un debate relevante por su calidad y trascendencia. Lo convoca Carlos V para precisar los principios para orientar los derechos de los indígenas americanos. Conocido como la Junta de Valladolid (1550-51), en él participan Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas, ambos sacerdotes, filósofos y juristas. No se puede declarar ganador al segundo, pero sus ideas prevalecieron, incluso se le llama “Procurador de los Indios” al sostener la necesidad de racionalizar la evangelización y defender su condición humana.

La Colonia creó instituciones para hacer justicia y dividir el ejercicio del poder. El Consejo de Indias, la Real Audiencia, el Real Patronato, los ayuntamientos, el juicio de residencia, el pliego de mortaja, la Encomienda, la Santa Inquisición (que no procesó a indígenas), el Juzgado General de Indios y un prolijo conjunto de leyes constituyeron un antecedente del andamiaje jurídico mexicano.

Con todo y sus muchas proclamas, la Independencia fue más destructora que conformadora de instituciones.
En las primeras décadas se dieron inútiles intentos de conformar autoridades que dieran estabilidad y orden. Friedrich Katz usa una curiosa denominación para este periodo: Estado anárquico.

El Estado moderno mexicano nace con la República Restaurada (1867). Benito Juárez, Sebastián Lerdo y Porfirio Díaz son sus iniciales forjadores. Las consecuencias de la Revolución (igual que en la Independencia) fueron demoledoras.
El periodo que va del asesinato de Madero al fin del movimiento cristero y el frustrado intento de reelección de Obregón es de anarquía y desorden.

Podemos hablar de la segunda restauración del Estado a partir de 1929 con la creación del Partido Nacional Revolucionario. Durante 71 años hubo estabilidad, gobernabilidad y relativo orden con una gran ausente: la democracia. Muchos somos culpables del fracaso de nuestra transición. Después de los sexenios panistas, el gobierno de Peña Nieto no fue el retorno del PRI, sino el más descomunal adefesio en nuestra accidentada historia. Tan mal nos fue que permitió el arribo, y mediante el voto, del más descalificado personaje a la presidencia de la República.

Hoy estamos en un total resquebrajamiento del Estado de derecho. Por primera vez tenemos un fraude electoral cometido en el Senado, filmado para que no haya dudas.
Los capataces del grupo mayoritario en ambas cámaras son la más clara evidencia de nuestro retroceso.

Mi cordial adversario, Ignacio Marván, me recomendó la lectura de un espléndido libro de Madame de Staël sobre la Revolución francesa. Termino con una cita de esta talentosa escritora: “Hoy la ciencia de gobierno exige dominar el arte de guiar a la opinión pública o saber ceder a ella oportunamente”.

Comparte en Redes Sociales

Más de Juan José Rodríguez Prats