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Trump y AMLO, dos amigos en campaña

José Buendía Hegewisch

José Buendía Hegewisch

Número cero

Un encuentro extraño, en un mundo raro. Una reunión bilateral por la entrada en vigor del T-MEC sin uno de los socios, Canadá, que huyó de la foto. Un viaje que rinde tributo a símbolos antirracistas en el memorial a Lincoln y del respeto a los pueblos en la estatua de Juárez, aunque el discurso racista y xenófobo del anfitrión lo desmienta. Una cita con una agenda en que se apunta para no olvidar aquello que no se quiere hacer y de lo que no se quiere hablar para no opacar un mensaje insustancial de cooperación y amistad que Trump y López Obrador se esmeraron en proyectar de su primera reunión en Washington.

No obstante los peores presagios sobre los riesgos políticos, la visita fue un vals de elogios y agradecimientos planeado minuciosamente para dar un resultado cómodo a ambos en sus horas más bajas por la crisis sanitaria, con más de tres millones de contagios y récord de desempleados en EU, y el impacto del covid en la economía mexicana, con una caída que puede ser de dos dígitos en 2020. Un espaldarazo electoral a la reelección en vilo de Trump y un balón de oxígeno para la asfixiante situación de la 4T por la sequía de inversiones y el derrumbe de la producción petrolera. Ambos necesitan la bocanada de aire al T-MEC, como el principal logro internacional de sus administraciones y promesa para relanzar el crecimiento, mientras el desempleo y la pobreza golpea su popularidad. Las expectativas nunca fueron muchas y mucho menores que el temor a un descolón del presidente EU en la “herida social” del muro y los migrantes. Pero, como se ha vuelto usual entre ellos, en las conversaciones privadas quedan asuntos y compromisos, como el pago de favores a Trump por salvar el acuerdo petrolero con la OPEP o el apoyo con ventiladores para enfermos de covid.

¿Qué pasó con las quejas de compañías estadunidenses hacia la política energética de AMLO? ¿De migrantes y dreamers? ¿Del tráfico de armas y combate al narcotráfico?, poco… lo importante era destacar que la relación bilateral “nunca había sido tan cercana” —galanteó Trump—, porque “en vez de agravios hemos recibido de usted comprensión y respeto”, siguió al compás de minué López Obrador. Una realidad alterna en la que no cabe recodar la exaltación del muro fronterizo que, antes de su llegada, hiciera su anfitrión en Arizona, como en su pasada campaña tras visitar a Peña Nieto. De nueva cuenta, los dos están en campaña, el estadunidense para su reelección y López Obrador para retener el Congreso en 2021. Los dos urgidos de un bálsamo que alivie sus males, al precio de volver a transigir con las animadversiones de la retórica antimexicana de Trump y su acoso a los inmigrantes, que, en efecto, López Obrador ha logrado suavizar gracias al servicio prestado para detener más de 200 mil candidatos a internarse en su país. Favor con favor se paga, como demostró la captura de César Duarte en Florida, otro presente para alimentar el combate a la corrupción en México en temporada electoral.

El viaje a Washington es consistente con la visión política de López Obrador, basada en criterios pragmáticos, al margen de ideologías o del discurso racista sobre México. El cálculo del beneficio basado en la urgencia de inyectar oxígeno a las perspectivas económicas del país, a pesar de los costos con los demócratas por su inmersión en la campaña electoral y con los migrantes, que siguen bajo amenazas, como la ley contra los dreamers, mientras sus remesas son de los pocos motores de la economía en crecimiento sostenido. El precio de la apuesta puede ser caro si los demócratas ganan la presidencia y mantienen el Congreso, donde han sido los principales defensores de los migrantes y para la firma del T-MEC.

¿Qué salió de la visita? Un mensaje y una foto de aliados sin más alianzas que las que ya tenían, junto con un documento para cuidar la relación bilateral y el funcionamiento del T-MEC, que difícilmente servirán para poner a salvo a México de la retórica racista de Trump en la campaña y de la que López Obrador tampoco acusara recibo por tratarse de discurso electoral. Lo dicho, en Washington vimos a dos presidentes en campaña.

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