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Félix, al estilo Trump, contra el INE

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

Al momento de escribir estas líneas, el Instituto Nacional Electoral no había votado aún la ratificación de la cancelación de la candidatura de Félix Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero, pero la votación en ese sentido parecía inminente.

No podría ser de otra manera, primero, porque el Código de Procedimientos Electorales votado en 2014 establece esa sanción, impuesta, paradójicamente, por las entonces fuerzas opositoras, a quien no declare gastos de precampaña; segundo, porque el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se lavó las manos y simplemente le mandó de regreso al INE los dictámenes que éste había elaborado para que considerara si ése era el castigo justo (cuando el Código es el único que lo contempla para esa falta). Y, tercero, porque las inaceptables amenazas del propio Félix Salgado, de asaltar las casas de los consejeros que voten en contra de su candidatura, la de presentar un ataúd con el nombre de Lorenzo Córdova y coaccionarlo reiteradamente, la de decir que si él, Félix, no es candidato, no habrá elecciones en Guerrero, tendrían que hacer imposible a los consejeros del INE votar de otra forma que cancelar su candidatura. Incluso resulta extraño que, hasta ahora, no exista una denuncia penal contra el exalcalde de Acapulco por los diversos delitos que cometió con esas amenazas.

Todo puede pasar porque, al final, nuestras instituciones tampoco son de acero y, ante la presión del poder, pueden y, a veces, suelen doblarse. Ojalá que éste no sea el caso, porque, más allá de las muchas diferencias que pueden existir respecto al manejo del INE y, sobre todo, de la anacrónica y absurda ley electoral que nos rige, lo cierto es que los consejeros lo que están haciendo es cumplir con lo que marca la ley.

En lo personal, ya lo hemos dicho, son demasiados los capítulos de la ley electoral que surgieron de las reformas de 2007 y el 2014 que me parecen errados, casi imposibles de aplicar sin provocar, como ahora ocurre, un conflicto pre o poselectoral. Pero ésa es la norma que aprobaron los legisladores, la legislación que impulsaron, sobre todo cuando estaban en la oposición, y es la que debe aplicarse. No es un tema del INE y sus consejeros, es la norma legal vigente.

Si no gusta, se debe recurrir al Congreso, lograr una mayoría constitucional y cambiarla, lo que no estaría nada mal para los comicios de 2024, porque con el cuerpo legal actual esa elección no puede más que terminar mal (como ocurrió en 2006, donde también se aplicó estrictamente lo que establecían las leyes cuando una elección es cerrada).

La violencia está latente en muchos espacios y se la alimenta cotidianamente. Yo no sé por qué el presidente de Morena, Mario Delgado, un político al que respeto, en los mítines de Félix Salgado se pone al nivel discursivo de éste. Mario aseguró en un mitin, el fin de semana, que el TEPJF les había dado la razón en todo y que por eso había regresado las resoluciones al INE, cuando era absolutamente falso: el TEPJF, pese a los esfuerzos posteriores de José Luis Vargas, no le dio la razón a Morena, le dio la razón al INE, lo único que estableció es que se debía analizar si ésa era la sanción justa y que las sanciones se debían individualizar. En realidad, lo que hizo fue dejar que la decisión final, que es un poco inevitable, sobre todo en el caso de Guerrero, de cancelar las candidaturas, la tomara el INE y que los consejeros del instituto pagaran los costos políticos que deberían haber asumido los magistrados.

Alentar la violencia desata fuerzas que no se podrán controlar en un país ya de por sí violento, con 30 mil asesinatos anuales. Nadie gana con estos amagos de violencia personal e institucional contra el INE, como no se gana con los agravios y la persecución del gobernador de Chihuahua, Javier Corral, contra la candidata Maru Campos y con el encarcelamiento de la candidata de Ciudad Juárez por el PRI. Se pierde cuando en Oaxaca, los integrantes de la Coordinadora, agreden impunemente a los periodistas que cubren su plantón y ninguna autoridad interviene, de la misma forma que se pierde cuando acarreados pagados por los cárteles de la droga agreden en Nuevo Laredo a los integrantes de la Guardia Nacional, sin que nadie se interponga ante ellos.

 

Creo que muchos nos espantamos y pensamos que eso nunca hubiera podido ocurrir, cuando vimos a hordas ultraderechistas tomando el Capitolio en Washington el pasado seis de enero, el día que se calificó la elección de Joe Biden, que el trumpismo aseguraba, sin pruebas, que habían sido producto de una elección fraudulenta. En aquella ocasión no hubo un rechazo contundente de nuestro gobierno federal ni a la actitud de Trump ni a la toma del Capitolio. Ojalá no tengamos en este contexto electoral reacciones violentas tan execrables como aquéllas, realizadas por grupos que responden a un discurso tan fascistoide como el de los seguidores de Trump y QAnon. Porque así suenan y actúan muchos de los que están acampados frente al INE.

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