Personal médico vs. COVID-19

El drama que viven los integrantes del gremio de “la bata blanca” no culmina con el arriesgado apostolado que asumieron al dedicarse a tan noble oficio o con la dura prueba de resultar asertivos durante una emergencia sanitaria de las dimensiones que estamos viviendo.

Ellos saben que su riesgo de contagio es elevado por la proximidad con que deben exonerar a los pacientes, muchos cada jornada para procurar la salud de los enfermos. A pesar de la rutina y el estrés, como humanos son sensibles a celebrar por cada recuperado y al dolor por los que mueren en sus brazos.

El sacrificio los expone y los deja exhaustos cada día. “Héroes y heroínas sin capa, que usan bata”, acusados de ser agentes peligrosos, una suerte de plaga paralela a la de las personas que padecen el virus. Una amenaza social. Los ven más dañinos que los pacientes hospitalizados y que los cómodamente encerrados en casa por cuarentena de recuperación. Una espantosa distorsión, pretexto para apestarlos por cruel temor.

Además, son marginados en los centros de vivienda multifamiliar en donde se les exige no usar los ascensores ni los pasillos comunes. Total, no regresar a esas unidades habitacionales hasta que pase la epidemia y se les reclama respeto a los adultos mayores y personas con padecimientos que los hacen vulnerables al #covid19 que viven en esos edificios. Los “invitan” a mudarse a otra parte, les sugieren que sea en los centros de salud donde trabajan para no ir a contagiar a otras personas.

La crónica de estos sucesos resulta escalofriante. He visto en los medios a enfermeras y agentes sanitarios protestando frente a las clínicas. Ayer vi a una señora, seguramente una enfermera, con bata y cofia blancas, que llevaba un cartel que decía: “Nosotros entregamos nuestra experiencia para salvar tu vida y libramos los peligros con valentía. No nos rechacen, nosotros no discriminamos a los enfermos. Sin nosotros, menos gente sobrevivirá”.

Penosa dinámica absurda, basada en la exclusión por supuesto temor al contagio de #covid19, dado que trabajan directamente con los enfermos que, por desgracia, se van multiplicando hasta llegar, como en Italia, España y Estados Unidos, a cifras alarmantes, países en donde también el personal sanitario contagiado alcanzó números enormes y decenas de muertos.

Acaso sólo un ángulo podría tener cabida. Me refiero a la lamentable evidencia de no pocos casos de desabasto de medios y equipo de protección elemental para el personal médico y también para el personal de limpieza de nosocomios y centros de salud.

Esa situación, sin embargo, lejos de propiciar repudio ciudadano, debería hacer brotar solidaria comprensión para con ellos. Los asistentes de médicos, enfermeros y enfermeras, merecen respeto, cabe, en todo caso, con exigencia cívica, solicitar al gobierno que los respalde con los equipos para hacer su heroica misión. Cada minuto se pierden vidas y también del personal de salud.

En el INAI hemos recibido llamadas por el TELINAI 01 800 8354324, en las que la gente nos pide intervenir con el sector salud para denunciar clínicas saturadas de pacientes por COVID-19, en las que labora gente mayor de edad, diabéticos e hipertensos; acusan de insuficiente instrumental médico, número de camas, de ventiladores; falta de material para las rigurosas medidas de prevención para el personal de la salud, incluido el administrativo, etcétera.

En resumen, ataques a personal médico son: ¿ignorancia irresponsable o discriminación selectiva por falso temor? Ambas. Sin temor a equivocarme, la mayor crueldad contra los héroes de bata blanca la tiene el gobierno si los abandona a su suerte sin equipo ni materiales para la delicada labor. Eso sería imperdonable.