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Choque entre corcholatas y exclusión de militantes en Morena

Francisco Garfias

Francisco Garfias

Arsenal

En Morena se perfila un choque de corcholatas, una lucha entre facciones; exclusiones e intolerancia a lo largo del proceso hacia la elección del candidato presidencial. Lo vemos a poco menos a un año, 10 meses y algunos días de la elección del sucesor de AMLO. Este fin de semana se elegirán 3 mil consejeros estatales –10 por cada uno de los 300 distritos– que irán al congreso nacional de mediados de septiembre.

Allí se aprobará un método para “elegir” candidato o candidata: encuestas. Pura simulación. En voz baja, los morenistas confiesan que sólo un voto cuenta: el del gran elector.

Aun así se escuchan fuertes protestas por la intolerancia de los radicales hacia los moderados.

El mismísimo senador Ricardo Monreal, quien no alcanzó la categoría de corcholata, porque el Presidente no lo destapó, ya anunció que no va a participar en ese proceso de elección de los consejeros estatales. Dice que tiene “vicios de origen”.

“Está ya muy prefigurada la resolución y el resultado de este proceso. Por eso decidí no participar, pudiéndolo haber hecho de la alcaldía Cuauhtémoc o de mi tierra donde nací: Zacatecas”, explicó el senador.

Hay militantes, como Alejandro Rojas Díaz Durán, que se quejan de que unilateralmente los rasuraron del padrón, junto con Gibrán Ramírez. Ambos son afines a Monreal.

Los sacaron sin que exista un proceso de expulsión o suspensión de derechos, sino únicamente el criterio arbitrario de las dirigencias.

Mario Delgado, presidente, y Citlalli Hernández, secretaria general, no muestran tamaños para sacar adelante, sin sobresaltos, el congreso nacional del partido más importante de México.

Ya el presidente López Obrador dio el manotazo en la mañanera del pasado jueves:

“Y que si llegan ahí con ‘traigo línea, yo soy el bueno’, responde: ‘Sí tú eres el bueno, tú vas a pasar a la historia, pero al basurero de la historia’.

“‘Es que, mira, aquí tengo yo foto con Andrés Manuel, mi compañero, mi amigo, jugamos canicas juntos’. Pues sí, puede ser, pero eso no cuenta. Y no hay dedazo…”.

Eso de que no habrá dedazo está por verse. Por lo pronto, hasta el muy disciplinado Marcelo Ebrard, vía un grupo afín, que coordina la senadora Malú Mícher, pide “piso parejo”, algo que le pareció “ofensivo·” a López Obrador.

Malú Mícher, portavoz del movimiento que apoya a Ebrard, ha solicitado al presidente de Morena, Mario Delgado, una reunión con todos los aspirantes a la candidatura presidencial del partido para acordar mecanismos ordenados, equitativos y justos”.

Y es que los marcelistas hicieron público un posicionamiento, el pasado 24 de julio, en el que manifiestan “gran preocupación” por las acciones de promoción personal que favorecen, sin decirlo, a Claudia Sheinbaum y a Adán Augusto López Hernández.

Estas acciones, aseguran, implican el uso de recursos materiales y humanos, que no sólo atentan contra la equidad, sino que llegan a potenciales irregularidades.

A eso hay que agregar el favoritismo del gran elector hacia la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, y a Adán Augusto, el supuesto plan B.

Este último, secretario de Gobernación, no oculta su valemadrismo frente a las leyes. Dijo que no le importan las sanciones que le pueda imponer el INE debido a realizar proselitismo “porque ya lo van a desaparecer los diputados con la reforma electoral”.

Agregue la simulación, disfrazada de democracia, que hasta los morenistas ven, pero que el presidente del partido, Mario Delgado, niega con vehemencia. “Sabemos que cuando hay piso parejo, no hay que andar echando tanto brinco”, dijo en referencia a Monreal.

*Navegando por internet me topé en Twitter con un video de Miguel Ángel Alba Díaz, obispo de Baja California Sur, en el que se pregunta:

“¿Qué esperábamos en 2018, cuando masivamente salimos a votar por un proyecto de transformación y qué nos han dado?

“Esperábamos –dijo– que hubiera más igualdad, que disminuyera la pobreza, que hubiera oportunidad de estudio y de trabajo digno para las nuevas generaciones, que hubiera seguridad en nuestras calles, ciudades, plazas y campos.

“Yo no quería un sistema médico como el de Dinamarca, pero sí quería algo que funcionara. A veces recibimos desilusiones y desencantos. Ya no nos alcanzan los abrazos para tantos balazos que recibimos”.

 

*Se la dejo como reflexión antes de irme de vacaciones. Regreso a la chamba el 15 de agosto.

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