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Seriedad

Federico Reyes Heroles

Federico Reyes Heroles

Sextante

           O soy candidato o no habrá elecciones.

           F. Salgado

 

¿Cuáles son los límites? Pareciera no haberlos. Día con día, desde el poder se mina la estabilidad de México. No hay tregua. La estabilidad no es valor conservador, por el contrario, sólo con estabilidad se puede progresar.

Estado proviene de status, estar parado. Para poder mirar al futuro lo primero es mantener el equilibrio. Por la infinita cascada de ocurrencias y perversidades, pareciera que la 4T está dispuesta a acabar con todos los anclajes del Estado mexicano. Eso supone la destrucción del pasado ajeno y también del futuro propio. No hay proyecto que prospere cuando la locuacidad gobierna y serrucha el piso sobre el que está parado. La 4T se condena al fracaso. Acosar y amagar al INE socava su poder. “Al diablo con sus instituciones”, dijo el hoy Presidente. Luego las instituciones no eran suyas. Pero, ¿cuáles son las instituciones alternativas?

Llueven reclamos y advertencias internacionales, legisladores y funcionarios de EU que advierten en un tono severo: no puede “mandar al diablo” a las instituciones, las de todos. El embajador de Canadá, con toda discreción y precisión, ya lo dijo: quebrantar contratos, convenios y tratados con socios e inversionistas no corresponde a la mínima seriedad exigible a un jefe de Estado. De alguna forma es traición. La seriedad no es un intangible, repercute de inmediato en la confianza de los inversionistas, en el empleo y la prosperidad de los empobrecidos mexicanos. Al no respetar las reglas del juego electoral que ellos mismos impulsaron, exhiben su inconsistencia. No son confiables, son potenciales traidores, así nos miran. A México le llevó décadas construir esa seriedad imprescindible que hoy el Presidente y su séquito trituran.

El proyecto económico con Pemex y CFE como prioridades por arriba de la salud y la vida, no es serio. No van a cosechar y, en cambio, con sus amagos a las energías limpias, a la industria eléctrica, al área energética en general, ya propiciaron un daño irreparable. No son serios. La recuperación de la economía mexicana será lenta y tortuosa. El FMI proyecta un rezago en el PIB per cápita. Los mexicanos pobres lo pagarán con más pobreza. Querer apoderarse de la conciencia de los niños y jóvenes mexicanos modificando ¡en 15 días!, los libros de texto es una patética muestra de ignorancia, soberbia, de su desprecio profundo hacia el conocimiento. Anunciar el arribo de la vacuna Patria es una burla. No es serio.

La ausencia de seriedad provoca miedo. Es producto de la forma de pensar de un sólo hombre, sí, pero también de todos aquellos que son incapaces de decirle al Presidente, esto no es serio. A todos se nos exige seriedad, al estudiar, al conducir, al negociar. De un médico esperamos seriedad, igual que de un piloto de avión. Sin seriedad no hay conducción nacional posible. “Que se esperen”, fue la respuesta a los profesionales de la salud del sector privado que enfrentan la pandemia. Ellos argumentaron con solidez el porqué de su demanda: vacunas ya. “Que se esperen” no es una respuesta seria, yo no razono, yo sé por naturaleza lo que es correcto. Esa es la mecánica mental de la 4T: nuestra superioridad moral nos exime de dar razones. Nos vamos a la calle, rodeamos al INE, al TEPJF, defendemos a alguien que no respeta las reglas del juego y que ahora amenaza al consejero presidente. Nuestro estilo.

Pero la realidad no cede ante las bufonadas. En un mundo global, y México por fortuna es parte de él, no se puede regresar a la trama de que los DDHH son un asunto interno, no es serio. Un gobierno que es capaz de desdecirse, de incumplir los convenios internacionales en materia de medio ambiente o de traicionar a sus socios comerciales, se está condenando al ridículo y al fracaso. Una conducción locuaz, inestable, sin seriedad, destruye los cimientos del Estado.

La seriedad es la máxima expresión del respeto al otro. Sin un Estado serio no hay futuro promisorio.

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