Logo de Excélsior                                                        

La casa por la ventana

César Benedicto Callejas

César Benedicto Callejas

Es natural que se ensayen nuevas reglas, es normal que muchos se aferren al pasado que se desvaneció. El hecho es que los ciudadanos nos enfrentamos a debates que debiéramos haber resuelto hace mucho, algunos que creíamos haber solucionado y otros más que apenas nos planteamos.

El largo periodo de transición se presenta como un periodo de experimentación; el nuevo gobierno difunde sus proyectos, eventuales nombramientos e ideas en un ejercicio inédito en la vida política nacional, está motivando formatos de diálogo bajo esquemas de confrontación controlados, mide consecuencias, toma nota de oposiciones y alternativas y no todos quienes participan de las decisiones parecen tomar en cuenta que nada queda firme sino hasta que el, desde hoy, presidente electo tome posesión como Presidente constitucional; desde luego, la diferencia no es nominal, es toda una carga política y jurídica que, mientras tanto, se instaura como un periodo que está siendo utilizado como laboratorio de los próximos meses.

Si habrá tribunal constitucional, si este o aquel político quedará en la posición que se ha cantado, si la mariguana será legalizada o si la legalización incluirá la amapola, cuál será la suerte de las reformas estructurales, todo está siendo sometido a revisión y, antes de tener la capacidad jurídica para convertir en hechos los proyectos, el equipo de transición está disponiendo de campos de trabajo que en sexenios anteriores no habían sido posibles. Los ciudadanos, por nuestra parte, estamos viviendo nuestra propia efervescencia.

No sé si en realidad el recorte de los salarios de la burocracia llegará hasta los márgenes máximos que se plantean; no tengo idea de la velocidad y mecanismos que serán necesarios para lograr la descentralización de la vida pública y administrativa de nuestro gobierno; de lo que sí estoy seguro es de que el diálogo, no siempre tan diáfano o sereno como quisiéramos, está movilizando la conciencia de muchos que antes sólo se limitaban a leer las noticias; gracias a la exposición de estos temas nos damos cuenta de un divorcio entre la burocracia —sobre todo la alta burocracia—, los ciudadanos y los trabajadores del Estado, las diferencias entre los salarios de unos y otros, de los márgenes de gasto que podrían recortarse, pero, sobre todo, que no formamos una sociedad tan armónica y unitaria como queríamos suponer; frente a los miles de burócratas que se esfuerzan y son honestos, los ciudadanos percibimos un aparato gubernamental lento, apático y alejado; durante toda mi vida he escuchado que la enorme centralización de la vida pública impide el desarrollo de otras regiones y hoy que tenemos un proyecto real enfrente, pensamos más en los que tienen que mudarse que en aquellos que pueden percibir los beneficios; quisimos presentarnos un país que corría parejo para todas sus regiones y hoy, insisto, los ciudadanos tenemos enfrente el debate de otras ciudades y otras formas culturales que van más allá de lo que vemos diariamente en la capital de la República. No se trata sólo de darle tiempo al tiempo, que, además, será breve; sino de que sigamos insistiendo en descubrir las máscaras de nuestros racismos, nuestros clasismos y nuestras exclusiones.

El viernes pasado hubiera querido correr al Ángel de la Independencia con mi familia, habría pensado que estaría la multitud coreando el triunfo histórico de nuestros atletas en los Juegos Centroamericanos, superamos las 300 medallas, después de 50 años alcanzamos el primer lugar en número de medallas y en medallas de oro; no lo hice porque no quise parecer el loquito del pueblo corriendo solo con una alegría que debiera ser compartida, pero que pasó más o menos desapercibida y es que esto va más allá de burocracias y gobiernos, se trata de atletas y entrenadores jugándose el físico por la gloria y la victoria, se trata de orgullo y honor, se trata de un Comité Olímpico Mexicano, que es una asociación civil, presidida por un ciudadano y en la que trabajan otros tantos, esforzándose en el trabajo diario para lograr estos resultados. Tienen debates internos, coadyuvan con federaciones, también ciudadanas, con muchos intereses y necesidades distintas, enfrentan limitaciones presupuestarias, pero, sobre todo, han hecho realidad, ahora, muchos sueños que serán futuro. No sé cuales serán los resultados en los Juegos Panamericanos o en los Olímpicos, sé que hoy hemos hecho historia.

Julio Cortázar decía que, de un tiempo para acá, el único lugar donde se podía estar en paz era en los libros, desde luego que sigue teniendo razón; pero este momento histórico tiene la pinta de que la vida está más allá de las puertas, que podemos echar la casa por la ventana, poniéndolo todo al debate, para conservar lo que conviene y enfrentar lo que pueda cambiarse, porque el reto, al final del día, es reconstruir un país que pueda volver al orgullo y la alegría de saberse unido, fuerte y anhelante de un gran futuro.

Comparte en Redes Sociales

Más de César Benedicto Callejas