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Eppur si muove…

César Benedicto Callejas

César Benedicto Callejas

Cuenta la leyenda que, una vez que Galileo dejó la Inquisición, donde había sido obligado a retractarse de su teoría heliocentrista, se dijo eppur si muove, que en español sería algo así como “y sin embargo, se mueve”, refiriéndose a la Tierra; hay cosas que son como son, así de llano, cosas que suceden y que están en movimiento por más vueltas que queramos darles para que parezcan algo distinto; la transformación de nuestra sociedad por el reclamo justo y desesperado de las mujeres está sucediendo con nosotros, sin nosotros o contra nosotros. Son ellas las protagonistas, así es y sólo así; pero es un cambio que toca a toda la sociedad, a todos, hombres y mujeres. Eppur si muove, aunque no lo parezca, aunque algunos quisieran que no se moviera y que sólo lo aparentara.

Las mujeres son las protagonistas porque ellas son las que están hartas; si todos estamos ya fatigados y hastiados de violencia, ellas son las que la viven en carne propia por algo a lo que no pueden renunciar, a ser lo que son, mujeres. Por eso el primer argumento contra el paro del 9M es ridículo y falso: se matan en este país más hombres que mujeres, pero es que a ninguno de nosotros se le asesina por su condición masculina y, si esto sucede, ningún caso ha llegado a la médula de nuestra sociedad, a los hombres se les mata porque el sistema de procuración y de impartición de justicia se cae a pedazos y sobrevive por la fuerza de instituciones básicas y el esfuerzo de quienes sí quieren y pueden hacer bien su trabajo, no se nos mata por tener testículos y ostentar nuestra masculinidad; a ninguno de nosotros se nos somete a un proceso de humillación, despersonalización y terror antes de asesinarnos, no por ser hombres. A ellas sí, Eppur si muove. Por eso es mentira que digamos que es una lucha contra la violencia y contra el homicidio, no es así, es contra la desigualdad de mujeres y hombres y contra el feminicidio, porque mientras no acabemos con esos dos extremos odiosos, no estaremos completos y listos para obtener la paz para todos.

No hay feminazis ni las mujeres quieren acabar con los hombres, lo que quieren es que las dejemos en paz, que las tratemos como iguales y tengan los mecanismos para garantizar esa igualdad, ni más ni menos. Sí, en efecto, el mundo está dividido en hombres y mujeres y a los hombres las condiciones de producción, explotación y poder nos beneficiaron por milenios y fuimos educados de tal manera y con tal profundidad que no alcanzamos a comprender que eso se terminó, que eso ya no es así. Eppur si muove. No existe algo así como “no todos somos así” y menos el “yo soy diferente” porque todos los hombres tenemos un grado de culpa voluntaria o no, porque todos hemos violentado de una u otra manera y, esta vez, lo que debemos hacer es no estorbar y aceptar que ese mundo que nos parecía natural nunca lo fue, que lo creímos porque no teníamos otra forma de verlo o, sencillamente, porque nos convenía. Perdón, pero la Tierra no comenzó a moverse cuando Copérnico y Galileo se dieron cuenta. Eppur si muove. Por eso es falso y ridículo oponerse al paro diciendo que es la guerra de feminazis contra hombres; la guerra es contra el sistema podrido de desigualdad, inequidad y violencia.

A Galileo casi lo matan por declarar que la Tierra no era el centro del universo, que era sólo un planeta más girando en torno a una estrella más. Eppur si muove. Ningún gobierno, ningún partido, ningún hombre, ni nosotros los hombres, somos el centro del universo y este movimiento no es contra ninguno en particular, no podemos equivocarnos en esta lectura; el movimiento ya escaló hacia algo muy por encima de esas coyunturas, es algo que sacude toda la estructura de la sociedad, es contra el sistema machista de lectura que no nos deja comprender, y si ello, desde luego, implica nuevas y mejores prácticas judiciales, policiacas, políticas, empresariales y académicas, es por consecuencia, pero no como causa. Lo que ellas quieren es paz, igualdad, seguridad y libertad de expresión, aquello a lo que ya tienen derecho y que se les niega todos los días. Y no es que el 10 de marzo las cosas serán distintas por completo, pero habrán roto lo que estaba infectado. Habrán hecho conciencia y lo demás deberá suceder como consecuencia. Por eso es falaz no apoyar, porque algunos acróbatas de la política se han colado y se han puesto la camiseta popular hace diez segundos, no importa quién convoque, no importa quién levante la mano, porque no habrá vencedores ni vencidos, no habrá medallas ni primeros lugares, porque lo que ellas quieren es subirse al Metro y caminar por la calle sin miedo, porque lo que desean es salario igual por trabajo igual, porque lo único que quieren es que las dejemos trabajar considerando que son madres y que son dueñas de sus cuerpos. Eppur si muove.

Lo que tenemos los hombres, más los que denuestan el movimiento o quienes lo desprecian, es miedo de pensar que el poder que tuvimos se extinguió sin que pudiéramos defenderlo por la sencilla razón de que era indefendible. Y lo que, eso sí, muchos, muchísimos hombres queremos, es que nuestras mujeres puedan volver del trabajo y que nuestras hijas puedan ir a la escuela, todas dormir en casa y que mañana no aparezcan en la nota roja de los periódicos. Lo que, eso también, todos queremos, es un solo México para todas y para todos. Porque, aunque no lo parezca o no lo queramos ver, eppur si muove.

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