El vértigo de la historia

Mientras escribí esto, el domingo, ya los candidatos reconocieron los resultados que ofrece el PREP, eso tranquilizó mucho y, seguramente, tuvo un efecto positivo en el ambiente que ya se respira, no se habla de otra cosa y el tono es de tranquilidad y expectativa. Esto es el vértigo de la historia, las cosas hoy han cambiado, el futuro nos dirá de qué manera, pero estamos en presencia del candidato más votado en la historia de México

La contundencia del triunfo electoral nos hace pensar en las puertas que se abren y no en los temores que se habían difundido. Se puede pensar que sí, los temores tenían fundamento, que la noche se cierne y los fantasmas afilan sus armas, pero podemos pensar también en que los cambios que, irremediablemente, habrán de venir, pueden significar un nuevo horizonte histórico.

En las guerras, al terminar las batallas, se realiza el recuento de los daños, en las democracias eso no ocurre ni debe ocurrir, no hay daños entre los contendientes, los que han sido menos favorecidos deben deponer el encono para emprender la tarea de conformar una oposición leal, propositiva, que defienda su postura, colaboren, sí, con sus intereses, pero acepten los términos de la ley y emprendan la construcción del futuro.

Prefiero pensar que el miedo no es un camino, es la negación de todas las rutas, la inmovilidad, prefiero pensar que esa casi mitad de los electores que han llevado a un hombre y a un movimiento a la primera magistratura no se han equivocado, que su oposición no logró consolidar un solo frente y que su fragmentación representó que ninguno pudiera alcanzar la Presidencia por sí mismo y, para algunos números, ni siquiera en su conjunto, que lo que tenemos es un horizonte histórico, amplio y abierto y, como es natural, produce vértigo.

Quiero pensar y apuesto por ello, que el futuro traerá retos, no más ni menos de los que ya tenemos, pero que habrá una renovación en las clases y castas que han mandado, que veremos rostros nuevos, que las clases políticas habrán recibido una sacudida de tal magnitud que el mapa tradicional tendrá nuevos relieves y nuevos lugares por dónde transitar, que esos nuevos hombres sabrán encontrar otras rutas, aquellas que ya parecían agotadas para quienes ejercieron el oficio por décadas.

Quiero pensar, apuesto por ello, que se trata de un movimiento que, por casi dos décadas, ha recorrido todos los municipios de México y que, por lo tanto, puede afirmarse que se nutre de bases y que da voz a muchos que no habían sido escuchados. Que en esta ocasión podríamos estar en presencia de una renovación cultural identificada con las raíces de lo que somos y de lo que queremos ser. Seamos claros, el miedo es el único enemigo, lo que tenemos es este campo que se abre y que, si logramos moderar nuestro vértigo, entonces podremos, todos, hacer el camino más transitable.

Quiero pensar y apuesto por ello, que se han roto algunos mitos tradicionales de nuestra cultura política, que el norte era de derechas y el sur de izquierdas, el mapa político electoral ha dado un vuelco que no puede obviarse, el voto se ha pronunciado en todo el territorio nacional, no podemos dejar de verlo, tal vez sea el hartazgo, tal vez la fatiga, tal vez sea la postergación de las promesas y las oportunidades, el hecho es que esta amplia diferencia de votos, en la que participó sobre el 61% del electorado, significa que sí, en efecto, se pueden alcanzar cuotas de consenso amplias y no desde las cúpulas políticas, sino desde las bases ciudadanas y sociales.

Quiero pensar —por último— y apuesto por ello, con toda la expectativa de un ciudadano que tiene dos hijos que han presenciado este momento, que no habrá soluciones milagrosas, que deberemos luchar y trabajar como todos los días, pero que esta vez, como las imágenes que veo desde la pantalla de mi televisión y desde la ventana de mi casa, lo que debemos respirar es el aire de la alegría y la celebración, porque la democracia es la que ha ganado, porque se votó con tranquilidad, en paz y con un resultado que devino pronto inobjetable y negarnos a sumarnos al temor y a la histeria, a la negación de los hechos y de ese amplio futuro por construir.

El domingo, como muchos mexicanos hacen, salí a comprar pan para la merienda, así de sencillo y cotidiano, al momento de pagar, el cajero me vio consultar mi teléfono, asumió que estoy pendiente de los resultados electorales y me preguntó, ¿quién ganó?, le doy los datos que ofrece el PREP, una chica que está junto a otro cliente, mi hija y yo, dice “chin”, espera nuestro asentimiento y, como no lo obtiene, sino recibe serenidad y silencio, continúa: “No estaba con él, pero ojalá que tenga suerte y que nos vaya bien a todos”. Se va y los que nos quedamos apreciamos el gesto y sabemos que, si esa es la actitud, no hay espacios para el miedo.

Felicidades por nuestra democracia.

Escritor. Investigador SNI

Twitter: @cbch70

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