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Un mes en el poder

Carlos Elizondo Mayer-Serra

Carlos Elizondo Mayer-Serra

Contrapunto

Ya también es claro cuál es su programa de gobierno: transferir recursos a sectores vulnerables y desarrollar el sureste del país mediante un tren y una refinería. En este mes ha quedado clara su falta de paciencia con aquello que para él no funciona y su rapidez para proponer alternativas que le parecen adecuadas.

Así, canceló el aeropuerto de Texcoco y ha prometido iniciar en marzo la construcción del de Santa Lucía. Ha decretado el fin de la Policía Federal y la creación de una Guardia Nacional controlada por el Ejército. El Sistema Nacional Anticorrupción ha visto mermado su presupuesto, y AMLO ha decidido perdonar a todos los presuntos corruptos del pasado. Para él, basta su honestidad valiente.

Esas tres decisiones marcarán su sexenio. Todas están directamente relacionadas con las tres principales demandas de la ciudadanía: falta de empleo bien remunerado, inseguridad y altos niveles de corrupción. El enojo con estos tres temas explica su amplio triunfo en las urnas y son altas las expectativas de mejora entre la población.

AMLO sigue prometiendo crecer al 4% anual, aunque en los documentos oficiales de su administración el crecimiento pronosticado para 2019 es de 2%, y en los años restantes del sexenio nunca llega ni a 3%. Incluso, ese 2% no se encuentra garantizado. El costo para las finanzas públicas por haber cancelado el aeropuerto de Texcoco es muy alto. Las consecuencias para la economía serán mayores, tanto por el efecto en el tiempo de no tener un aeropuerto capaz de actuar como centro de transbordo para la región, como por la incertidumbre que para la inversión privada dejó la arbitraria e irracional decisión (en sentido económico). Si bien, el presupuesto austero mitigó la volatilidad financiera, el año que inicia pinta difícil para México y para el mundo.

Todo parece indicar que la economía mexicana empezará con lentitud el primer semestre y más de un analista cree que el crecimiento en el año no será de más de 1.5%. ¿Qué tan rápido se desesperará en ese caso AMLO? ¿Cuándo empezará a culpar al neoliberalismo del bajo crecimiento? ¿O a la mafia del poder? ¿O simplemente seguirá con su discurso triunfalista en eventos públicos donde reparte dinero a su clientela?

AMLO prometió abrazos, no balazos, para enfrentar la inseguridad en el país. Su respuesta ya en el gobierno ha sido la de darle la responsabilidad total de la seguridad al Ejército, tirando por la borda a la Policía Federal. Como lo hizo con el aeropuerto de Texcoco, no quiere mejorar lo existente. Esta estrategia implicará un alto costo en la lucha contra el crimen. Difícilmente veremos menor inseguridad en este primer semestre. La nueva Guardia Nacional requiere aún la aprobación de una reforma constitucional y, una vez pasada ésta, se ve improbable que la oposición la pueda frenar; tardará, si todo se hace bien, muchos años en empezar a operar de forma adecuada. ¿Cómo reaccionará AMLO ante el muy probable aumento en las tasas de homicidio y criminalidad en general? ¿Responsabilizará al Ejército? ¿A los gobernadores?

En los estados donde el gobernador ha utilizado su capital político para sancionar a sus antecesores corruptos de los desfalcos detectados, más de un exgobernador ha terminado en la cárcel. La sociedad quiere castigar a quienes le robaron sus impuestos. No está pidiendo venganza, sino justicia y la aplicación de la ley. AMLO ha optado por perdonar a los supuestos corruptos del pasado. Ante la crítica a su propuesta, ha prometido otra absurda consulta popular respecto a los expresidentes neoliberales. No hay nada en su programa que apunte al fortalecimiento de las instituciones en la materia.  ¿En qué momento cambiará de postura y anunciará que le llegó información sobre algún político del gobierno anterior y que “no tiene de otra” más que hacer cumplir la ley? ¿Cómo enfrentará un posible escándalo de corrupción de miembros de su administración o de aliados suyos, como algún gobernador?

Por lo visto en este primer mes de gobierno, sus respuestas serán rápidas, tenderá a polarizar aún más, y a culpar a alguien. Pero la realidad seguirá su marcha ante una ciudadanía con altas expectativas. No se crece más culpando al neoliberalismo. No mejora la seguridad con un discurso agresivo. No se satisface el anhelo de justicia con declaraciones. El éxito de su gobierno dependerá de enfrentar bien esos tres temas.

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