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Otra vez una Secretaría de Seguridad Pública

Carlos Elizondo Mayer-Serra

Carlos Elizondo Mayer-Serra

Contrapunto

Ésta será la primera iniciativa de reforma legal a presentarse el uno de septiembre. Va en contra de lo dicho por AMLO en campaña en la 81 Convención Bancaria de la Asociación de Bancos de México (ABM), cuando afirmó: “No vamos a iniciar el gobierno con reformas legales. No hace falta […] Van a ser muy pocas las reformas, vamos, por ejemplo, sólo a modificar el artículo 108 de la Constitución […] para que se pueda juzgar al Presidente en funciones por delitos de corrupción”.

Hay algo de pensamiento mágico en creer que los problemas complejos se arreglan con mover una función de una parte del gobierno a otra. Instituciones eficaces en materia de seguridad pública requieren policías, ministerios públicos, jueces y cárceles bien operados y con personal honesto. No importa tanto desde dónde se coordinen estas instituciones. Francia tiene un Ministerio del Interior que coordina fuerzas de seguridad y muchas otras tareas de índole política; se parece a la actual Secretaría de Gobernación mexicana. Estados Unidos tiene, en el Departamento de Seguridad de la Patria, una institución que coordina a las agencias de seguridad, como nuevamente se pretende con la resucitación de la SSP.

En el 2017 hubo récord de homicidios en México. El 2018 será peor. Entiendo la pulsión de volver a concentrar todo el esfuerzo en una secretaría. Sin embargo, el costo de cambiarse del actual sistema al nuevo es grande, y se suele minimizar cuando se hacen reformas organizacionales. Parte de esta crisis de seguridad puede ser el resultado del descontrol que hace seis años generó la desaparición de la SSP y su traslado a Gobernación. El cambio tomó más de un año de jaloneos. Si bien Peña Nieto heredó una crisis de seguridad, todos los indicadores estaban mejorando cuando tomó el poder, en parte por la importante inversión de recursos en la Policía Federal durante la administración de Felipe Calderón. El cambio de gobierno y la desaparición de la SSP interrumpieron ese esfuerzo. Se dirigieron las baterías en la creación de una Gendarmería, lo que llevó a descuidar a la Policía Federal.

El nuevo gobierno tendrá un reto mayor: cambiar nuevamente la estructura administrativa en medio de una inseguridad creciente. Todos los indicadores sobre delitos no hacen más que empeorar. La única señal positiva, según Alejandro Hope, es que la tasa de crecimiento en los homicidios ha disminuido, aunque el número total continúa aumentando (https://bit.ly/2LI05VG). Este cambio administrativo se dará con un gobierno que promete una nueva lógica en la confrontación de la oleada criminal basada en un esfuerzo de pacificación y en la legalización de ciertas drogas.

Me daría mucho gusto que esa pacificación bastara para revertir esta crisis. Sin embargo, como ha argumentado Hope, “las medidas delineadas hasta ahora tienen una relación tenue con la reducción de delitos violentos y serían de operación lenta” (https://bit.ly/2mW522h). Tampoco va a cambiar de forma importante esta dinámica si se legaliza la mariguana, medida con la que estoy de acuerdo. Si bien muchas organizaciones criminales surgen del tráfico de ese producto, hoy se dedican a cualquier mercado ilegal rentable. Seguirán extorsionando y matando, aunque la mariguana sea legal.

No es la pobreza en el país ni la política de seguridad de Calderón lo que explica la expansión del crimen en la última década, sino la creciente rentabilidad de muchos mercados criminales. Éstos se fueron expandiendo dada la impunidad resultante de un Estado cada vez más disfuncional y débil. Como han documentado Impunidad Cero y Jurimetría, en México la probabilidad de que un delito se denuncie y se esclarezca es de 1.14 por ciento (https://bit.ly/2mpgyDn).

Un ejemplo de cómo el origen de la inseguridad no está en la pobreza ni en el tráfico de drogas es el caso de Guanajuato. Este estado vive una crisis de violencia sin precedentes. Esto en medio de un boom económico en el que hay prácticamente pleno empleo. En unos cuantos años se deterioró la seguridad, y no por el cultivo o el tráfico de drogas. En Guanajuato, el crimen organizado está disputándose el mercado de robo de gasolinas. Va a reclutar sicarios o a traerlos de estados vecinos, y a matar si no hay un Estado capaz de enfrentarlo. Aunque se trajera al Papa, no abandonarán el negocio.

El triunfo de AMLO ha devuelto el optimismo a los mexicanos. Según una encuesta de Reforma, el 54% cree que mejorará la seguridad pública con el nuevo gobierno. En esta materia, sin embargo, no hay soluciones mágicas. Resucitar a la SSP es una señal de cambio (aunque ya hayamos visto esta película), pero por sí misma nada va a arreglar.

 

Profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey

Twitter: @carloselizondom

 

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