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Grava en la economía

Carlos Elizondo Mayer-Serra

Carlos Elizondo Mayer-Serra

Contrapunto

Igual puede pasar con el crecimiento económico. En promedio, en lo que va del sexenio, hemos crecido 2.17 por ciento. Es mucho menos de lo prometido si se hacían las reformas, pero se logró a pesar de la caída del precio del crudo y de su producción, de la violencia creciente, de la mala asignación del gasto público por la enorme corrupción y de la incertidumbre asociada con Trump. En contraste, la economía de Brasil decreció 0.54% en promedio anual durante el mismo periodo.

Para crecer más hay que invertir más. Esa es la principal razón tras el elevado crecimiento de China y de los países exitosos del este de Asia. En Corea del Sur, la inversión pública y privada como porcentaje del PIB durante 2007-2016 fue, en promedio, de 30.62%; en China, de 2006 a 2015, fue de 45.4 por ciento. En el caso de México, la inversión total durante la década 2008-2017 fue, en promedio, de 22.25% del PIB; 17.22 puntos fueron de inversión privada, y sólo 5.03 de inversión pública. En 2017, la dependencia de la inversión privada fue mayor: 19.2 puntos, de un total de 22.2, fue privada, esto es, el 86.48% del total.

La escaramuza entre Andrés Manuel López Obrador y algunos empresarios tiene una lógica política. La polarización le es más útil a AMLO de lo que piensan los empresarios. Ayuda a galvanizar su base. Pero es torpe desde el punto de vista económico. Basta un poco de grava para que la inversión disminuya y la economía se desacelere o se pare dejando una estela de daños. No hay otro motor sostenible que la pueda sustituir. La inversión pública se ha contraído porque las finanzas públicas están apretadas y porque es más fácil recortar inversión pública que afectar un programa que tiene beneficiarios concretos o a empleados que cobran su salario cada quincena.

Si AMLO gana, sus compromisos de mayor gasto corriente son muy altos, así que su margen para tener dinero para inversión será limitado. Si además lo gasta en hacer refinerías, sus beneficios económicos serán bajos o negativos. Expandir las finanzas públicas con base en un mayor endeudamiento no sólo va en contra de lo prometido por AMLO, para quienes creen en este tipo de promesas, sino que, en el momento en que la política económica de su gobierno se vea inconsistente, veremos una salida de capitales, con la consiguiente devaluación del peso y el alza en las tasas de interés, ambas con un alto costo para las finanzas públicas.

El gobierno es socio de esos empresarios que AMLO critica. Son quienes pagan la mayor parte del ISR empresarial. Si invierten y ganan menos, el gobierno recauda menos, ya que se lleva un porcentaje de toda utilidad.

Si AMLO gana la Presidencia y decide no tener una relación cordial que les dé certidumbre, el costo lo pagará la economía mexicana y, por lo tanto, su gobierno. Por otra parte, bastarán unos guiños para empezar en piso más firme su administración. A diferencia del triunfo de Trump, que llevó a una devaluación del peso por lo inesperada de la misma, hoy lo inesperado sería que no ganara AMLO. El miedo de los inversionistas ya llegó y ya se ha visto reflejado en el tipo de cambio. Su reto será apaciguarlos. No atizar el fuego. Si bien el inversionista financiero puede ir y venir rápidamente, toma más tiempo frenar la inversión física, y supongo que más de un empresario estará revisando a la baja su presupuesto de inversión. También toma tiempo volverla a encender, máxime cuando hay promesas de campaña que le pueden poner serios obstáculos al crecimiento económico.

El más visible de estos obstáculos es la promesa de cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Si AMLO encuentra actos de corrupción, que los encare, aunque debería hacerlo en todos los ámbitos, pues en la reciente entrevista en el programa Tercer Grado dijo que no voltearía al pasado. Romper los contratos de quienes ganaron una parte de la obra y de quienes, mediante la compra de bonos, la financian, confirmaría los peores miedos hacia AMLO, amén del costo para la economía del país de quedarse con un aeropuerto cada vez más saturado.

Hay muchas otras interrogantes. ¿Respetará las inversiones resultado de la Reforma Energética? ¿Empezará a congelar precios, como el de la gasolina y el diesel? La lista es larga y la memoria del elector corta, por lo que un eventual gobierno de AMLO puede no cumplir; pero el inversionista irá contando el costo de cada acción del gobierno y tomando decisiones de invertir o no en función de ella. No queremos ver lo que le hace la grava a una economía en marcha. Lo adelanto: se frena rápidamente.

 

Profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey

elizondoms@yahoo.com.mx         

Twitter: @carloselizondom

 

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