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Las ventajas de ser invisible

Lucero Solórzano

Lucero Solórzano

30-30

Hablando de propuestas cinematográficas que recrean con profundidad y en forma sensible la complejidad del mundo adolescente, el mejor estreno del viernes pasado es sin duda Las ventajas de ser invisible (The Perks of Being a Wallflower, Estados Unidos, 2012).  Está dirigida por Stephen Chbosky sobre su propia novela homónima que fue un bestseller dentro del género que los estadunidense llaman coming of age, que son esas historias en las que los protagonistas viven una serie de conflictos, emociones y experiencias que los llevan en un viaje hacia la madurez o el crecimiento personal. Escribo este espacio desde la posición de quien no ha leído la novela que da origen a la película aunque quedo muy interesada en hacerlo lo más pronto posible.

Contrario a lo que se ha establecido como cierto, la palabra “adolescente” no significa “adolecer o sufrir falta de algo”, con lo que además resulta simplista la explicación de los conflictos propios de esa etapa. “Adulto” y “adolescente” derivan del verbo latino adolescere: crecer o desarrollarse hacia la madurez. Más específicamente “adolescente” es el que está creciendo, “adulto” el que ya creció.

Las ventajas de ser invisible se ubica en 1991 y se centra en Charlie, muy bien Logan Lerman, que a los 16 años ingresa a la secundaria. Charlie es un joven introvertido, muy inseguro, bondadoso, aniñado e ingenuo; conforme lo conocemos a través de su narración en primera persona inferimos que hay algo en su pasado que contribuye a agudizar su timidez e inseguridad.

Charlie busca desesperadamente “pertenecer” pero la hostilidad de sus compañeros de clase lo hacen desenvolverse con un bajo perfil para pasar desapercibido, ser invisible. Se identifica con su maestro de literatura quien alimenta el sueño del chico de algún día convertirse en un gran escritor.

Un día conoce a dos hermanastros de último año: Sam, interpretada por Emma Watson que confirma que ha dejado atrás a la Hermione Granger de Harry Potter y se abre camino como una actriz adulta y con talento, y Patrick, Ezra Miller, un joven actor de poderosa presencia en la pantalla que impactó con su trabajo en Tenemos que hablar de Kevin.

Sam y Patrick no son como el resto de los estudiantes y sienten simpatía inmediata por Charlie convirtiéndose en sus protectores; están por terminar la prepa, se quieren muchísimo, ambos son muy inteligentes, sus padres brillan por su ausencia y junto con otros compañeros han formado su propio grupo en el que por fin Charlie logra lo que necesitaba: pertenecer.

Contrario a Sam y Patrick, Charlie proviene de un hogar integrado, católico, con padres amorosos, exigentes pero presentes aunque no parecen encontrar el camino para orientar a su hijo.

Sam es una joven de carácter, con sus “horas de vuelo”, brillante y sensible. Le gusta divertirse y junto con Patrick, que no oculta su homosexualidad y no se anda con doble moral ni hipocresías, llevan a Charlie a la exploración de la sexualidad, la primera pasión amorosa “aceptamos el amor que creemos merecer”, el pastel de mariguana, las drogas, las sensaciones nuevas e intensas, la música y los homenajes a The Rocky Horror Picture Show

Stephen Chbosky construye un sensible relato en torno al dolor y el sentido del humor que se entretejen en el proceso de convertirse en adulto cargando además con situaciones del pasado que son una losa pesada de la que habrá que desprenderse para seguir adelante.

Con sinceridad que conmueve, Charlie es el cronista de su propia vida. Lo sabemos vulnerable y desorientado y la adversidad ha golpeado severamente su frágil equilibrio mental pero su venturosa complicidad con Sam y Patrick, dos espíritus libres enamorados de la vida, le permitirán descubrirse y reconstruirse para ingresar en el mundo real.

Las ventajas de ser invisible es esperanzadora y su banda sonora es espléndida y muy bien seleccionada teniendo como emblema “Heroes” de David Bowie y Brian Eno, “por fin pude encontrar la canción”.

Muy recomendable, 9/10.

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