Desencuentro: peor que la enfermedad

Sarkozy sólo conoce del lenguaje de los niveles de popularidad, no tiene empacho en descarrilar el esfuerzo conjunto de cientos de personas en Francia y México.

El chisporroteo del agua se escucha a lo lejos. Relaja sobre todo en estos tiempos de cólera, como diría García Márquez.

Y no es que sean enfermedades, sino desencuentros.

Al menos la enfermedad puede ser paliada con la cercanía, el cariño. El desencuentro no, por lo que es peor aún.

Incluso hay veces que la enfermedad, viene a paliar los graves efectos del desencuentro. En ellos se pierde mucho. Tiempo y oportunidad.

Paté de aceitunas y queso normando. Pineau des Charentes con chaisser de gaseosa.

A lo lejos se levanta la Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre.

Ah, París, bien vale una misa.

Aperitivo: Tabla de quesos

Desde la pendiente de la calle de Campos Elíseos se divisa en la parte baja el pico del triángulo del Museo de Louvre. 

En mirada ascendente ocupa el espacio, imponente, el Arco del Triunfo.

Francia toda es una explosión artística. La diversidad de sus regiones, la dilatada cultura. Una historia de grandeza que se corresponde con una espléndida capital.

El pueblo francés ha dado al mundo, conceptos como la igualdad, la fraternidad y la solidaridad. Ha construido las bases del contrato social y los derechos humanos.

Más de 400 tipos de quesos, sí como los mejores vinos y maridajes del planeta.

El francés es un gran pueblo, pletórico de cultura, en cada rincón , en cada esquina.

Sopa de cebolla

De la misma manera, México es contemplado por una dilatada cultura.

Es color y arte. Bendecido por sus grandezas naturales y por su gente.

Entre otras cosas, México alberga la pirámide más grande del planeta, las playas más fantásticas, la vorágine cultural de variopintas culturas ancestrales, ciudades medievales y vanguardia cosmopolita.

Ambas naciones son exhaustivas en grandezas. Sin embargo, la política se ha metido como la humedad. El capricho de “un dirigente” como el presidente francés Nicolas Sarkozy que desconoce los parámetros mínimos del  respeto entre las naciones.

Sólo conoce del lenguaje de los niveles de popularidad, no tiene empacho en descarrilar el esfuerzo conjunto y dedicado de cientos de personas de ambos  pueblos encaminados al entendimiento y pone en riesgo una añeja relación de amistad, respeto y admiración mutua.

La fricción diplomática crece. Hasta ahora los gestos son ya francamente agrios. Se descarriló el año de México, Cassez se queda ahora por narices y la confianza minada. ¿Algo más? Se ha escuchado desde la cancillería que dirige Patricia Espinosa de manera diáfana: “El conflicto durará hasta que Sarkozy (quién lo empezó) quiera”.

El desencuentro. Peor que la enfermedad.

Piatto forte: Pot au feu

En el centro de México, la olla empezó a hervir al interior del Partido de la Revolución Democrática, tras la negativa de Lázaro Cárdenas Batel de dirigir el sol azteca. Se tenía la impresión de que la aceptación por parte del nieto del Tata Lázaro era cosa hecha. Su inclusión mantenía medianamente por debajo de la línea de alarma las diferencias entre las tribus.

Sin embargo, ello no fue así. Nadie dio garantías de serenidad y certeza por lo que el líder perredista optó por declinar la oferta, a pesar de las reiteraciones de Marcelo Ebrard y López Obrador, dos de los principales polos de poder.

Con ello también inauguró la pugna por la dirigencia del partido más grande de izquierda, en plena época electoral. Saltaron a la palestra los nombres de Jesús Zambrano, Hortensia Aragón y hasta Carlos Navarrete.

Las maniobras de las tribus comienzan a enredar otra vez el nudo.

Una vez más, el reto del Consejo Nacional será la unidad, ya que la mesa está servida para mostrar ahí su músculo.

Los desencuentros: peores que la enfermedad.

Dolce: Xiocolatl

En Oaxaca no se quedaron atrás, y le armaron tremendo despelote al flamante gobernador Gabino Cué, en la visita del presidente Calderón esta semana.

De fea manera, los manifestantes bloquearon 37 calles y asfixiaron la ciudad, con millones de pesos en daños.

En términos generales, la manifestación no tuvo una causa aparente o clara.  Esta ambigüedad en realidad retrata a quienes se presumen de “maestros”(de escasa civilidad), sus compromisos con el poder, así como de los probables intereses tricolores de desestabilizar un estado que recientemente pasó a la oposición, tras ocho décadas de priato.

¿Y Oaxaca y la urgente necesidad de traer turistas para beneficio de todos?

Bien, gracias.Los desencuentros, peor que la enfermedad..

Café oaxaqueño, espeso y humeante.

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