Testimonios del 19S, Jalisco: Vivir la angustia de si estarán a su regreso; el trauma
En Ciudad Guzmán, María del Refugio Solórzano sintió su primer sismo; con su padre de viaje en la CDMX y las líneas de teléfono derribadas, la incertidumbre agobiaba a su familia

El sismo del 19 de septiembre de 1985 fue una experiencia desgarradora para María del Refugio Solórzano Ramírez, quien, en Ciudad Guzmán, Jalisco, vivió su primer temblor. A 40 años de distancia recuerda, sobre todo, la incertidumbre de saber si su padre seguía vivo, ya que en ese momento se encontraba de viaje en la Ciudad de México.
“Fue mi primer temblor, yo tenía seis años. Mi papá no estaba aquí en mi casa, somos de aquí de Ciudad Guzmán. Mi papá viajaba y no estaba en ese momento con nosotros, y mi mamá estaba embarazada de mi último hermano.
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Cuando mi papá no estaba, yo dormía con mi mamá en su cama. Entonces despertamos, estábamos acostados todavía, mi mamá preguntándonos cómo estábamos, cómo habíamos pasado la noche, mi hermano, el que sigue de mí, y yo, estábamos platicando cuando en eso se empezó a sentir el movimiento. Era mi primer temblor, nunca había sentido algo así, y decía ‘¿dónde estamos? ¿por qué se está moviendo la cama?”, cuenta.
En 1985, la región sur de Jalisco fue declarada zona de desastre debido a los daños causados por el terremoto. Fallecieron 35 personas y hubo más de 600 lesionados, como documentó Excélsior en su momento.
María del Refugio recuerda cómo la puerta del cuarto se empezó a abrir y cerrar, y cómo el cuadro que tenían arriba del marco de la puerta se comenzó a mover.
Mi mamá nos dijo que nos quedáramos quietos. Cuando pasó el movimiento, mi abuelita fue al cuarto a preguntar cómo estaba mi mamá, porque tenía seis meses de embarazo, pero mi mamá en ningún momento se mostró alterada con nosotros”.
Las líneas telefónicas se cayeron y ni su padre, que estaba en la Ciudad de México, ni su madre se podían comunicar.
A ellos (en la CDMX), la información que les llegaba era que todo para acá, Jalisco sur, no había quedado nada, que todo se había derrumbado. Mi papá se esperaba lo peor, y nosotros, viendo en la televisión todos los desastres que habían pasado allá, pues me imagino que era un sentimiento similar: mi mamá sintiendo: ‘¿estará vivo?’ y mi papá, para acá, igual: ‘¿estarán o ya no estarán?’”.

AL VER POR LA VENTANA MARÍA DEL REFUGIO SE DIO CUENTA DEL DESASTRE
Al asomarse a la ventana, fue impactante.
Algunas casas que todavía eran de adobe, ya caídas, las bardas... por ahí abajito de mi casa vivía una señora muy viejita sola. Los vecinos siempre le llevábamos algo de comer, tenía muchos perros, era con los que vivía. Se le vino la casa encima y ella lamentablemente falleció… se cayeron las casas, como que ahí, a mi corta edad, empezaba a ver la magnitud a lo que yo podía entender”, narra María del Refugio.
A los dos días del temblor, su papá logró regresar a Jalisco y salieron a dar la vuelta.
Casas abajo, otras nada más bardas... así. Llegamos a la esquina del jardín, las torres de la Catedral ya no estaban. Mi mamá se soltó llorando, le dio mucho sentimiento”.
Ese mismo día, mientras recorrían las calles, volvió a temblar.
Yo me acuerdo que me le abrazaba a mi papá y le decía que no me quería morir y le decía que se nos iba a caer la casa. Yo ya estaba asustada de lo que podía suceder si volvía a temblar... el segundo temblor fue mi trauma y, hasta ahorita, cada que tiembla”.
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*mcam
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