Están lejos de casa pero quieren un final feliz; mexicanos en Europa

Ciudadanos narran a Excélsior sus experiencias para adaptarse al encierro durante la pandemia de COVID-19

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Están lejos de casa y desean final feliz, mexicanos que viven en Europa

LEÓN, Gto.

Desde Madrid hasta Kiev, Europa coincide en que el retorno a la normalidad es cuestión de tiempo, pero el aprendizaje que deja la pandemia de coronavirus es doloroso y no debe ser olvidado.

Jorge, Martín y Sara, Liliia y Alvyda, Marcos y Pierre, Rocío, Margherita y Ginevra han vivido los efectos de la enfermedad en su vida cotidiana. Todos coinciden: el final de la crisis debe ser feliz, pero con un aprendizaje profundo.

Sara Rojo y Martín Rodríguez viven en Valdeacederas, Madrid. La pareja asume que el permiso para que la gente salga a las calles y la seguridad de las personas para salir no sólo indica buen ánimo, sino que sostiene que España no tiene miedo.

“Con los dos paseos que llevamos se puede ver en la calle una cosa buena y mala al mismo tiempo: No hay miedo. De cara al futuro inmediato, si tenemos suerte y no sufrimos una recaída, esto puede ser bueno para la salud del país, sobre todo para la economía”, dijo Sara.

Pero para Jorge Baselga Ontañón, trabajador del sector automotriz en Zaragoza, el problema es económico. A sus 35 años, teme una crisis que lleve el desempleo.

“El encierro de 50 días me deja ver que no hay escrúpulos en los políticos, que la gente no es consciente del daño que hacemos al país criticando de un lado a otro, personalmente creo que el gobierno no lo ha hecho tan mal, aunque ha fallado”, dijo.

Imagen de Chernóbil

Para Liliia Salaichuk, con la pandemia, Ucrania, su país, vive los días más oscuros desde el ataque de Rusia que arrebató Crimea en 2014, o desde la explosión nuclear de Chernóbil en 1986.

La abogada de 37 años, residente de Kiev, la capital, lamentó las calles vacías, los contagios, las muertes y la depresión económica que vive su nación.

“La cuarentena no va a acabar pronto en muchos sentidos. Probablemente en otros sí. Probablemente en una semana las restricciones más severas terminarán, pero solamente porque la economía del país no es capaz de hacerlas prevalecer”, narró.

El virus pegó a todos por igual, pero desnudó las reacciones no solamente en países sino en regiones, destacó Marcos Aurelio Ramírez Márquez, desde Zurich, Suiza.

“Qué importante es tener líderes verdaderos. Podemos ver los problemas que tienen los países con presidentes y políticos que no toman en serio el problema, y aquellos que lo han afrontado con seriedad”, expresó el originario de León.

Ginevra Lilo Palomino también vive en Bolonia y es peluquera. El empleo se ha desplomado y, para ella, el secreto es la paciencia.

La joven de 24 años y de origen peruano usó el tiempo para a renovar el sitio web de su estética.

EMPLEOS QUE NO PARAN

Margherita Gallo es gerente de un Burger King en Villanova de Castenaso, en Bolonia, Italia. Ella solo dejó de trabajar del 12 de marzo al 28 de abril. Pero el restaurante sigue vendiendo comida para gente en sus autos.

“Esta cuarentena nos hizo reflexionar. Estar encerrados en la casa es una situación que nunca pasó en Italia, que obligatoriamente nos hizo darnos cuenta de que debemos apreciar las cosas que parecerían pequeñas y cotidianas, como saludar a nuestros amigos”, relató.

Pierre Teuler es periodista francés y da clases de literatura. Vive con su esposa e hijas en la Alta Provenza al norte de Marsella, lejos de aglomeraciones. Pero en Francia preocupa el ambiente creado por los medios y los políticos.

“La situación es muy preocupante y las declaraciones del Presidente y de los políticos contribuyen a este miedo”, afirmó.

Mientras, en Lituania las fronteras siguen cerradas.

“Por ahora disfruto de mi familia, de mi madre, y de las caminatas al bosque donde no hay gente. Tenemos la fortuna de vivir en un poblado en donde hay pocas personas y la naturaleza es vasta”, afirmó Alvyda
Rimsaite, cuyo hijo es mexicano y su padre no puede ir a Europa a verlo.

María del Rocío Zenteno Guzmán tiene 45 años y es de la Ciudad de México, vive en Bolonia, Italia, desde hace 17 años.

La exportadora de tela ha vivido la emergencia sanitaria dando a su hijo de 12 años tiempo y presencia: “Yo creo las cosas volverán a la normalidad. Nada es eterno. Después de la tormenta viene la calma. Tuve momentos de debilidad pero nunca me dejé convencer por la negatividad o el pesimismo”.

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