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Así es ‘La Cana’: de la prisión, a los peluches y a la reinserción

Este proyecto ofrece talleres psicológicos y oportunidades laborales para mujeres de 4 penales; Raquel A. Aguirre, cofundadora, explica retos para apoyar a reclusas ante Covid

Jonathan Castro | 19-11-2020
Seguridad, Justicia, Estados, Narcotráfico, Robo, Homicidios, Secuestros, Desapariciones, Víctimas
Macedonia Bardomiano Dionisio, maestra de Tejido de La Cana, con integrantes de la empresa y con reclusas que elaboran peluches. Foto: La Cana

CIUDAD DE MÉXICO

Afelpadito, matudo y con una mirada al mero estilo “kawaii”, el “Mago el León” nació de entre las grises paredes y los barrotes del penal de Barrientos, en el Estado de México; este legado fue obra de la mente y corazón de “María”, una mujer que pasó 7 años en prisión por un homicidio que no cometió y quien a principios de 2020 obtuvo su —tardía— libertad.

Aquel peluche es la creación de “María” y bien podría representar la fuerza que tuvo para mantenerse de pie en un lugar en el que nunca debió estar, así como la fiereza para aferrarse a la vida en libertad, y la cual, tras una serie de obstáculos obtuvo gracias a La Cana, empresa social de alto impacto que inició como un proyecto estudiantil y ahora trabaja en la creación de oportunidades para mujeres que se encuentran encarceladas.

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Desde 2016 La Cana ofrece ayudas psicológicas, educativas y de trabajo a reclusas de penales del Estado de México y la Ciudad de México con el objetivo de que mejoren su salud y obtengan recursos para solventar sus gastos familiares ante la escasez de actividades laborales en los centros penitenciarios.

Así, el taller que más ha destacado por rebasar la frontera marcada por las altas bardas blindadas de los cuatro penales en los que se ofrecen estos apoyos es el de técnicas de tejido, bordado, costura, macramé y tramado textil, ya que gracias a éste entre 2016 y 2019 La Cana ha brindado 584 “fuentes de empleo, formal, digno y remunerado”, como sucedió con “María”.

Gracias a las ventas de conejitos, ositos, brujitas, perritos personalizados, doctores, doctoras, médicos, médicas y hasta Jesús, María y José, todos de peluche, las reclusas que participan con La Cana (la cual vende los productos) obtienen recursos para sus gastos familiares y personales.

Si bien de 2018 a 2019 las ventas de los peluches subieron 70 por ciento, la pandemia por Covid-19 vino a afectar los ingresos de las mujeres que los elaboran, ya que, de acuerdo con la cofundadora y directora de Reinserción Social de La Cana, Raquel A. Aguirre García, las ventas han caído cerca de un 80 por ciento.

“A nosotros también nos fue fatal, pues de tener un nivel de ventas de repente la gente no quiere comprar peluches, porque tiene otras necesidades. Del 100 por ciento, nos quedamos con cerca de un 20 por ciento de ventas”, comentó en entrevista con Excélsior Digital.

Ése fue uno de los estragos que ha dejado la pandemia, mismos que empezaron con los contagios de reos y reclusas dentro de los distintos penales del país debido a la falta de medidas sanitarias.

 

RETOS ANTE EL CORONAVIRUS

Desde hace cuatro años, La Cana, proyecto fundado por Daniela Ancira Ruiz, Wendy Balcázar Pérez, Mercedes Becker Pérez, así como por Raquel A. Aguirre García, se implementa en los penales femeniles: inició en el de Barrientos y se extendió a los de Nezahualcóyotl y Ecatepec, en el Estado de México, así como al de Santa Martha Acatitla, en la capital del país.

Sin embargo, la crisis sanitaria ha modificado organigrama de las actividades que impulsa La Cana, ya que antes se realizaban talleres presenciales cada semana y ahora, al guardar la sana distancia y con las visitas prohibidas, algunos se realizan por Internet.

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“Fue un reto no perder la comunicación y fomentar a que ellas tuvieran paciencia y nosotros también, y sobre todo transmitirle ese mensaje a los clientes, porque al final son éstos los que deben quedar conformes”, comentó.

La empresa y los centros de reclusión acordaron un mecanismo sólo para dejar material y recoger productos un día a la semana, esto con el objetivo de continuar con los empleos y las ventas, para así evitar que las empleadas dejen de recibir ingresos económicos.

Así, las ventas continúan e incluso por ello la colección “Héroes y Heroínas con bata” forman parte de las ofertas al 2x1 durante Buen Fin 2020.

Esto no sólo ha preocupado a quienes integran La Cana, también la salud mental de las reclusas, pues los talleres psicológicos que brinda la organización se trasladaron primero a llamadas telefónicas y hace unas semanas a ZOOM por medio de una computadora, con un módem especial y un proyector, todo operado por personal de los reclusorios y supervisado por la Secretaría de Seguridad Pública para evitar malos usos.

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“Al final no es lo mismo que estar ahí con ellas, sentir todo lo que tienen que expresar con relación a la psicología, pero al final es mejor que no tener contacto”, dijo Aguirre García al destacar la importancia de los talleres psicológicos para el acompañamiento de las mujeres  de los cuatro penales en los que participan.

En medio de la crisis sanitaria estas poblaciones penitenciarias “están entusiasmadas” con las actividades y talleres que les llevan vía remota organizaciones como La Cana.

 

OPORTUNIDADES PARA UNA MEJOR VIDA

De acuerdo con el Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Seguridad Pública, hasta septiembre pasado la población privada de la libertad en el país ascendía a 214 mil 202 personas, de las cuales 11 mil 680 mujeres.

Aunque se estima que en México  1 de cada 4 personas que ha salido de prisión reincide en la delincuencia y más de 50 por ciento lo hace en sus primeros dos años de libertad, La Cana trabaja, sin importar el Covid-19, para crear oportunidades para las presas.

“No vamos a descansar hasta que esa persona tenga estabilidad económica”, afirmó Aguirre García al ser cuestionada sobre los efectos socioeconómicos y los obstáculos que puede dejar el Covid-19 para estas mujeres que buscan salir de prisión y reintegrarse en la sociedad.

Explicó que si antes era complicado que estas mujeres encontraran un trabajo, por la pandemia será más difícil; no obstante, gracias al programa “Seguimiento en Libertad” se da un seguimiento a las exconvictas en distintos ramos como el psicológico y, principalmente, se les permite laborar en La Cana y se les canaliza a otro empleo para que cuenten con mejores oportunidades económicas.  

“Si cumplió con los programas de La Cana probablemente sea una mujeres responsable, disciplinada, comprometida, que sabe trabajar.

Tenemos mujeres que han salido de prisión y estudian la carrera de Derecho, para ser chef; tenemos a una trabajando de asistente en una clínica de nutrición, otra que atiende la tienda que tenemos en Santa Fe; tenemos varias y alianzas con empresas de ropa que las contratan de fijo y eso ayuda a que se reinserten en la sociedad”, detalló la cofundadora de La Cana.

De esta manera, las mujeres que se acercan a La Cana saben que no faltará la ayuda y la comprensión para salir adelante; que la relación, si así lo desea, se fortalecerá más allá de las rejas.

“Al final nos volvemos amigas”, aseguró Aguirre García al destacar el vínculo que mujeres como “María”, quien dejó la prisión, y muchas otras que aún viven privadas de la libertad, tienen con La Cana y ejemplo de ello es “Mago el León”, que nació dentro de la cárcel, se quedó en La Cana y ahora vive en muchos otros lugares donde lo han buscado para darle un hogar.

 

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