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Nacional

México vende leche patito a Venezuela

El contenido nutricional del producto en polvo que el gobierno de ese país distribuye a la población de escasos recursos está muy por debajo del que consignan los empaques, de acuerdo con la Universidad Central de Venezuela

Por Claudia Solera, reportaje en colaboración con Roberto Deniz y Patricia Marcano, de Armando.Info | 18-02-2018

CIUDAD DE MÉXICO.

En 2017, en Venezuela se distribuyó leche en polvo patito producida en México para alimentar a la población más pobre, en su mayoría a niños. Este producto bajo en proteína y calcio ha llegado a un país en donde está documentada la muerte de niños por hambre y en donde 75% de los pequeños venezolanos atendidos en consulta en el principal centro pediátrico de esa nación, J.M. de los Ríos, presenta algún grado de desnutrición, como Carlos, de tres años.

Ocho marcas mexicanas: MacLeche, Kosland, Rancho Nuevo, Suprema, KF Milk, Pure Milk, Soy Más y Vita Milk, enviaron bolsas de leche en polvo a través de un programa de despensas del gobierno del presidente Nicolás Maduro, con un contenido nutrimental muy por debajo del que reportaron en sus empaques, de acuerdo con los análisis de laboratorio de la Universidad Central de Venezuela (UCV), solicitados por el portal de investigación periodística venezolano Armando.info, medio que trabajó en equipo con Excélsior para esta investigación.

Mariana Álvarez, una maestra de 36 años, llevó a su hijo Carlos a consulta de Nutrición, crecimiento y desarrollo del hospital de niños J.M. de los Ríos. Entre las señales que evidenciaron la desnutrición del niño fueron su bajo peso, agotamiento al correr por el pasillo del hospital y su sonrisa, que mostraba sus dientes picados, prueba de que sus “dientes de leche”, como llaman a la primera dentadura, estaban descalcificados. 

Durante 2017 Carlos se alimentó con la leche que su mamá consiguió a través de los alimentos subsidiados que reparte el gobierno de los denominados Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y que fue importada desde México.

Afortunadamente nos llega la caja (CLAP) y la leche es sólo para él (Carlos)”, comentó la mamá, Mariana Álvarez, sin tener conocimiento de que las bolsas producidas en México tenían valores insuficientes de calcio y proteína, y que en lugar de leche en polvo como los empaques de MacLeche, Rancho Nuevo, Kosland y Soy Más informaban a los consumidores, eran productos con alto contenido de carbohidratos, mucho más parecido a una harina de arroz.

Desde 2017 México se convirtió en el principal distribuidor de alimentos básicos de Venezuela, a través de las despensas CLAP.

Las cifras ofrecidas recientemente por el jefe de los CLAP, Freddy Bernal, indican que Venezuela vendió casi 91 millones de cajas de despensas, de las cuales se importaron 86 millones, la mayoría desde México.

Las bolsas de leche en polvo se encuentran entre los 11 productos que incluye esta despensa gubernamental. 

De acuerdo con la Secretaría de Economía mexicana, nuestro país exportó 56.2 millones de kilos de leche en polvo en 2017, por las que Venezuela pagó 27.9 millones de dólares, lo que supone un promedio de 0.5 dólares por cada kilo.

Un kilogramo de leche entera cuesta alrededor de 3 dólares en el mercado mundial, pero el producto lácteo que están enviando vale mucho menos de la mitad.

En México se les ha ofrecido a los intermediarios venezolanos todas las calidades de leche, pero ellos siempre piden lo más barato, así que son igual de culpables los vendedores que se prestan a producir pura porquería y los compradores que pagan por eso”, confirmó el proveedor mexicano, que prefiere reservar su identidad.

Con esa leche que, refiere Mariana, alimenta a su hijo y que se produce en México, Carlos tendría que tomar entre 13.1 vasos y hasta 41.3 vasos (30 gramos cada uno), dependiendo de la marca, para cubrir su requerimiento mínimo diario de calcio.

Un niño de uno a tres años requiere 700 miligramos al día de calcio. Con 2.5 vasos de leche debería de cubrirse ese requerimiento, sin embargo, si un niño se alimentara con la marca Rancho Nuevo necesitaría 22.1 vasos, con MacLeche 41.3 vasos, con Kosland 24.8 vasos y Suprema 17.6 vasos. Si pretendes que un niño salga de la desnutrición, con esta leche no lo vas a poder hacer, porque aunque los empaques aseguren que lo es, el cuerpo no se deja engañar y sabe que no es leche”, afirmó Pablo Hernández, profesor de Nutrición Humana en la Escuela de Nutrición de la UCV, miembro de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición e integrante del Observatorio Venezolano de la Salud (OVS).

El doctor Hernández llegó a esta conclusión con base en los resultados del análisis químico realizado por el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Central de Venezuela (UCV) a ocho presentaciones de leche recolectadas por Armando.info en los últimos meses con beneficiarios del programa estatal en Caracas. Ni Mariana ni mucho menos su hijo Carlos saben qué clase de líquido han bebido. Tampoco las otras madres que esperan en la consulta del hospital J.M. de los Ríos conocen la situación. “La pediatra me dice que la leche es el calcio para los niños, por eso la que viene en la caja CLAP se la reservo a ella”, comentó Omaira, madre de un bebé de meses y una niña de dos años.

Revertir ese daño de malnutrición en Carlos o en los otros niños que también llegan con signos de desnutrición al hospital J.M. de los Ríos parece poco probable en un país sumergido en la crisis y en el que sus habitantes dependen cada vez de las despensas que el Estado distribuye, a través de las cajas CLAP, para comer lo básico.

El plan de alimentación denominado Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) se convirtió en ley hace semanas, pero su origen se encuentra a finales de 2015 con la entrega improvisada de bolsas de comida por parte de organismos gubernamentales en zonas pobres.

Cuando me llega la que es muy salada, la de la vaquita roja (MacLeche), yo la vendo o la cambio por otra; ésa le cae mal, le da diarrea a la niña”, agregó Omaira, quien reside en Catia, una popular barriada al oeste de la capital venezolana. Para ella, como para buena parte de la población que vive con el ingreso mínimo integral de casi 800 mil bolívares, la posibilidad de adquirir el producto en un supermercado es prácticamente imposible.

Un paquete de leche en polvo completa oscila entre 638,120 bolívares y 288,231 bolívares, dependiendo de la marca y el peso.

Para Mariana y Omaira la única opción es la caja subsidiada de los CLAP, que recientemente subió a 25 mil bolívares, todavía accesible para personas de pocos ingresos. Sin embargo, el estudio químico revela la baja calidad de esos productos, la falta de controles por parte de las autoridades venezolanas y mexicanas, el incumplimiento de la norma venezolana Covenin 1841 sobre leche en polvo y de los parámetros establecidos por el Instituto Nacional de Nutrición (INN), incluso hasta de la Norma Oficial Mexicana 155-SCFI-2012 para la leche, y terminan abriendo interrogantes sobre un programa que el gobierno venezolano vende como una auténtica salvación.

ETIQUETADO

El análisis realizado por el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la UCV arrojó que la información nutricional de las ocho marcas de leche no era cierta. “La mayoría dice que se trata de leche en polvo en su etiquetado nutricional, cuando en realidad no lo son”, resumió el licenciado en Nutrición y Dietética de la UCV, Pablo Hernández, tras analizar los resultados. En casos como los de MacLeche, fabricada por la empresa Deshidratados Alimenticios e Industriales (DAI), y que las madres en el hospital J.M. de los Ríos identificaron como la de la “vaquita roja” en alusión al logo, el desfase entre lo reportado en la etiqueta y el valor real es tan grande que de 26 gramos de proteína indicados, apenas contiene 8.79 gramos, mientras que posee 604 miligramos de sodio, casi el doble de lo consignado en el empaque y de lo establecido por el Instituto Nacional de Nutrición (INN) de Venezuela. 

Ese exceso de sodio explica algunas de las quejas de los consumidores en redes sociales sobre su sabor.

Esperemos que la leche no sea la mexicana. Es de mala calidad, salada. Teniendo en nuestro país buena calidad en nuestros productos. Los niños y adultos mayores no pueden tomar esa leche”, escribió el pasado 19 de enero el usuario de Twitter @yanezcoromoto a Freddy Bernal, jefe nacional para los CLAP y ministro de Agricultura Urbana. Dos días después el funcionario debió leer otro tuit aún más contundente: “La leche que trae la caja es un asco”, sentenció @yanezcoromoto. 

El análisis químico a esa marca como a las otras siete (Rancho Nuevo, Kosland, Suprema, KF Milk, Vital Milk, Pure Milk y Soy Más) les da la razón. La leche Kosland, elaborada por la empresa Productos Serel, posee excesivos niveles de sodio, al ubicarse en 600 miligramos, aunque el empaque refiere 370 miligramos, que es lo recomendado por las normas venezolanas e internacionales. Esa marca, junto a las Rancho Nuevo, Suprema, KF Milk y Pure Milk destacan, además, por tener índices de carbohidratos muy superiores a los especificados en los etiquetados, y que oscilan entre 78.45 y 90.94 gramos por cada 100 gramos de producto. “Como tiene más carbohidratos es lógico pensar que espese, que lo sólido vaya al fondo”, explicó Hernández, de la UCV, a propósito de otro de los reclamos más comunes de los consumidores. 

De acuerdo con la Tabla de Composición de Alimentos (TCA) del Instituto Nacional de Nutrición (INN) venezolano la proporción de carbohidratos de una leche completa debe ser de 38 gramos por cada 100 gramos de producto. Cualquier excedente puede también provocar el malestar estomacal que algunos consumidores refieren al tomar la leche mexicana de los CLAP.

A veces son buenas, otras son malas y le caen mal. Yo se la mezclo con harina de arroz o con maicena. Si se la doy sola como un vaso de leche, ahí sí le cae mal”, relató Belkis, madre de una niña de cinco años, en la sala del hospital J.M. de los Ríos.

El gobierno venezolano, en cambio, evita referirse en público a lo que parece un secreto a voces. Ni Freddy Bernal, ministro de Agricultura Urbana y jefe nacional del Centro de Mando y Control de los CLAP, ni la gerencia de control de calidad de Corporación Única de Servicios Productivos y Alimentarios (Cuspal), adscrita al Ministerio de Alimentación, y sucesora de la extinta Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA), contestaron las peticiones de entrevista para este reportaje.

Desde México son más tajantes. “La leche que están enviando es una verdadera porquería. Son tan responsables los intermediarios (del gobierno) que la solicitan como los despenseros”, admitió un proveedor mexicano bajo anonimato.

Recordó, incluso, que por esos días en los que el presidente venezolano asomó el tema, desde el Ministerio de Alimentación les llegó una comunicación especificando las condiciones que debía tener la leche en polvo. El documento, que aún tenía el membrete de la “Gerencia de calidad” de la extinta Corporación CASA, siguiendo las normas Covenin, refirió que la proporción de proteínas para la “leche completa o entera” debe oscilar entre 24-5 gramos y 37.4 gramos. 

Sólo una de las ocho muestras analizadas en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la UCV se aproxima a esa exigencia. Se trata de la marca Vital Milk, elaborada por la empresa B-Emminent de México, que tuvo una proporción de proteína de 26.36 gramos, un poco por debajo de los 29 gramos que indicó en el empaque. La ausencia de proteínas, junto a la de calcio, impide que estos productos cumplan su función nutricional en un país en el que cada vez hay más signos sobre el repunte de la pobreza y el auge de la desnutrición.

De las ocho muestras analizadas, cuatro refieren en sus empaques que son “leche de vaca”, otras dos se presentan como “leche” y dos más, KF Milk y Pure Milk, elaboradas por Dilac, se definen como “productos lácteos”. Apenas estas últimas estarían eximidas de la normativa Covenin y del INN, ya que en Venezuela no hay parámetros para las presentaciones enmarcadas bajo el paraguas de “bebidas lácteas”. Pero las otras seis marcas están lejos de cumplir las normas y son un engaño que llega al estómago de los venezolanos en forma de leche.

Las leches mexicanas quitan el hambre, pero no nutren adecuadamente”, concluyó Hernández tras analizar los resultados.

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