Filantropía en aguas azules

Mariel Hawley organiza su vida entre la compleja misión de ser mamá, esposa, atleta de alto rendimiento y escritora; pero más allá de eso, es una nadadora de aguas abiertas que realiza su proezas para ayudar a niños con labio y o paladar hendido

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CIUDAD DE MÉXICO, 5 de marzo.- El primer recuerdo en la vida de Mariel Hawley (23 de noviembre de 1968, Ciudad de México) tiene por escenario las playas de Acapulco.

Con dos años edad, Mariel peleaba contra el oleaje que repetidamente azotaba su pequeña cuerpo y la remolcaba en la arena.

“Creo que ese momento define mi vida: siempre cercana al mar, siempre luchando por alcanzar lo que quiero”, asevera Hawley, una atleta mexicana especializada como nadadora de aguas abiertas, actividad que combina con un sobresaliente perfil como filántropa, madre, abogada, esposa y, en fechas recientes, escritora.

“Ser mujer es una condición única, de la cual me siento muy orgullosa y más por ser una mujer mexicana”, asevera Mariel, quien con su labor pone un ejemplo de dedicación y constancia para las de su género, en el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer, el cual se conmemora el 8 de marzo a escala internacional.

Me parece que la situación de las mujeres en México va mejorando poco a poco. Es cierto que hay muchas dificultades por la cultura machista del pasado, pero desde mi punto de vista, nuestro país está lleno de mujeres que luchan, que buscan cada día por ser mejores y que no se rinden”, asevera Hawley durante con Código Topo, la cual acompaña de una sonrisa fácil, espontánea, como una extensión de su brazada, la cual ya le permitió ser la promera mexicana en conseguir la Triple Corona de natación de aguas abiertas al cruzar el Canal de Catalina, el Canal de la Mancha y el Maratón de Nado alrededor de la isla de Manhattan.

Pese a la relevancia del hecho, Mariel guarda una actitud en la que busca ser fiel a los valores que le infundió su familia durante la infancia, pues su interés por ayudar a los demás es heredado de su abuela materna, María, mientras que el amor por el mar y el altruismo se lo inculcó su padre, Noel Hawley.

Es por esto que Mariel durante la jornada del Día de la Mujer 2013 participará en la conferencia “Lo que me hace continuar”, en la que referirá su experiencia y se reunirá a diez mil mujeres. Sin embargo, el oleaje de la vida no ha sido siempre tranquilo para Hawley, quien para desarrollar sus actividades tuvo que alejarse de su profesión y sacrificar tiempo con sus hijos y su marido.

“Entiendo los obstáculos que enfrentan las mujeres mexicanas día a día, pues más allá de cumplir su rol como parejas y mamás y profesionales, sí cuesta trabajo en nuestro país hacerlo, de ahí que la tenacidad es un valor que debemos desarrollar”, define Hawley, a quien el ejercicio le ha esculpido una atlética silueta, la cual le hacer sobresalir de la muchedumbre.

–¿La actividad filántrópica ha hecho que se acerquen políticos a aprovecharse de tu labor? ¿Te interesaría dirigir tu esfuerzo a ocupar un cargo público?– le pregunta el reportero a Hawley. – Nadie lo ha hecho ni tampoco me interesa la administración pública. Creo que desde la trinchera en la que me desarrollo puedo auxiliar a muchas personas y es así como quiero seguir- responde la nadadora, quien no para de saludar gente.

–¿Qué mujeres le han servido a usted de inspiración?

Mariel levanta la mirada. La pregunta la inspira y lleva a la reflexión.

–Cuando te conviertes en madre, tus hijos se vuelven la bandera de tu vida. Ellos juegan un papel muy importante en mi actividad, pero también respeto a las mujeres que lucharon por sus ideales, como Sor Juana Inés de la Cruz, a quien también admiro como escritora. Soy fanática de Jane Austen, la novelista autora de Sensatez y Sentimientos, y de Virginia Woolf, quien honró de forma magnífica la tradición literaria de los suyos. La prueba más dura de superar La memoria de Mariel comienza a proyectarse como una película. De ella se desprenden escenas en color azul, el azul del mar, el mismo que le ha dado sus mayores satisfacciones, pero también le ha causado sus miedos más profundos.

“Tengo mucho respecto al mar pese a sentirme en comunión permanente con él. Sé de su poder y su fuerza, por eso me preparo para mis pruebas con mucha dedicación”, señala Hawley.

El miedo, acepta Mariel, fue un sentimiento que le acompañó durante su misión en el Canal de Santa Catalina, en California, pero se transformó en un motor para no detenerse durante las 11 horas y 27 minutos en que completó los 34 kilómetros de distancia.

“Escuché muchas historias acerca de la presencia de los tiburones en el canal. Una noche me quedé dormida temprano y a las pocas horas desperté gritando, estaba muy asustada y al instante recordé qué había pasado en mis sueños, estaba nadando en un mar rojo, que sabía a sangre y había pedazos de carne a mi alrededor y una aleta rodeándome mientras nadaba”, recuerda la atleta.

La noche anterior a la prueba realizada el 25 de agosto de 2012, Hawley no durmió, pero, pese al temor, entró al agua: “Me eché un clavado al mar más oscuro que había visto jamás. Como amuleto, al igual que como lo hice en el Canal de la Mancha, tomé una piedrita, la puse en mi raje de baño y a empezar a nadar”.

Durante las casi siete horas que nadó de noche, Hawley no veía nada, sólo sentía los peces que le rozaban, las aguamalas que le picaban y las medusas que le tocaban. Sólo percibía la vida que había a su alrededor.

“Cuando amaneció, pude ver la vida del Canal de Catalina. Cuando ya estaba cansada, cientos de delfines me acompañaron. Recordé los beneficios que traería a los niños mi misión y me concentré en terminar. Cuando lo hice, me di cuenta que el miedo había desaparecido desde que me metí al mar, nunca me acordé de los tiburones”, asevera Mariel, quien relata la proeza acompañada del movimiento permanente de las manos, las cuales dan la impresión de pertenecer a una pianista: con dedos largos y fuertes.

A Hawyley le encanta platicar este capítulo, pues además de ser por el cual completó la Triple Corona de natación de aguas abiertas, le parece una magnífica metáfora de la vida.

“Si vences tus miedos, si aprendes de ellos, verás que los límites sólo existen hasta el punto en que tú mismo te los pones”, define Mariel.

El tiempo de la entrevista se agota. Mariel no para de recibir llamadas telefónicas, atender a gente y hacer planes en pos de fortalecer sus causas benéficas. “No me detendré. Ayudar a la gente lo traigo en la sangre y porque el mar ahora es una vía para hacerlo. Soy feliz con ello”, rubrica Hawley.

Mariel se despide, se aleja y se interna en un mar de gente. Sus pasos, cual brazadas le dirigen a una nueva misión la cual estará teñida de azul profundo.

jgl

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