Así fue la infancia de Diego Verdaguer

Diego Verdaguer nació en Buenos Aires, Argentina; aunque no tuvo una infancia llena de lujos, recuerda que fue muy feliz.

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Así fue la infancia de Diego Verdaguer

Miguel Atilio Erminio Boccadoro Hernández, mejor conocido como Diego Verdaguer, nació en Buenos Aires, Argentina, en el barrio de Congreso. Desde pequeño demostró ser muy independiente.

Es una ciudad fuerte, que me vio caminar y que caminé muchísimo desde niño. Desde adolescente, muchísimo. Andaba en el tranvía solo a los ochos años para ir a la escuela. A partir de los once años fue que me moví, que me pusieron pantalones largos, que me dejaron usar pantalones largos. Ahora yo veo a los hombres con pantalones cortos en los aviones y digo ‘¿qué les pasa? Vivimos en un mundo libre, pero con esas camisetas…. Toda la vida, cuando era niño, quería tener pantalones largos y ahora ellos se ponen pantalones cortos”, contó el cantante a Gustavo Adolfo Infante en el programa El minuto que cambió mi destino.

Cuando le comenzó a ir mejor económicamente, Verdaguer se movió al norte de la ciudad, a la Recoleta, aunque seguía yendo a escuelas públicas.

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El papá de Diego se llamaba Miguel Ángel Boccadoro Verdaguer, un hombre que también nació en Buenos Aires. Su madre, Elodia María Hernández nació en un pueblito de la provincia de Córdoba, al norte de Buenos Aires.

Sobre todos sus nombres, Verdaguer contó que lo bautizaron como Miguel Atilio Erminio siguiendo las tradiciones de su padre.

Tengo cuatro nombres porque también me dicen Diego. Me bautizaron como Miguel Atilio Erminio porque en esa época mi padre continúa con las tradiciones que era de aquella época. Me pusieron el nombre de mi padre Miguel, Atilio fue mi padrino y Erminio fue mi abuelo.

Verdaguer no tuvo una infancia llena de lujos, pues su padre a veces contaba con dinero y en otras ocasiones vivían con lo mínimo.

Mi papá era un busca vida, a veces tenía dinero, íbamos a restaurantes muy lindos e íbamos en taxi. Y a veces no tenía y andábamos en colectivos, en tren, y tomábamos café con leche y pan. Pero siempre vivimos muy felices, al menos mi infancia. Mi mamá me bañaba en un fuentón, en la cocina, porque tenía una cocina económica. Allí, al costado, había una fuente de agua, se calentaba, y ahí mi mamá me sentaba en la mesa de la cocina, en la pileta, y de ahí sacaba, mezclaba agua caliente y me bañaba para obtener agua caliente. Era una forma precaria de vivir, pero muy feliz. Vivíamos en una casita muy bonita”

Diego fue un niño muy feliz, lleno de amor de sus padres y hermanos.

jvc