Bernal Díaz del Castillo, revelan sus secretos familiares

El historiador Guillermo Turner publica un ensayo que echa luz al pasado del conquistador y cronista español

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Guillermo Turner señaló que el nombre real del soldado fue Bernal Díaz del Mercado. Fotos: Cortesía Silvia A. Quesada y tomadas del libro

CIUDAD DE MÉXICO.

Bernal Díaz del Castillo (ca. 1496-1584), el soldado es­pañol que participó en la conquista de México-Tenoch­titlan en 1521 y autor del relato Historia verdadera de la con­quista de la Nueva España (1632) escribió y habló muy poco de su pasado, de sus an­tecedentes personales y fami­liares y de su vida privada, a pesar de que en sus crónicas abordó infinidad de temas.

Los silencios y las dudas en la historia personal del solda­do-cronista motivaron al in­vestigador Guillermo Turner a rastrear su vida, acudiendo a fuentes documentales, espe­cíficamente, en torno al lugar de su nacimiento, Medina del Campo, en Castilla la Vieja, donde encontró datos vitales sobre su padre y su abuelo.

Los hallazgos se detallan en el ensayo El pasado cas­tellano de Bernal Díaz ‘del Castillo’ y el encubrimiento de su entorno familiar, que publican el INAH y El Tucán de Virginia. “Encontré que el soldado en realidad se lla­maba Bernal Díaz del Merca­do y no Del Castillo. En unos documentos de la Cámara de Castilla descubrí que su abue­lo, Sancho Díaz, y su padre, Francisco Díaz del Mercado, habían sido regidores, servi­dores de los reyes católicos.

Francisco Díaz apare­ce en otras ocasiones como Francisco Díez o Francisco Díaz del Mercado. Me perca­té que eran la misma persona, porque hallé que don Sancho Díaz, su padre, se había casa­do con una mujer que se ape­llidaba Del Mercado”, detalla el maestro en Historia en en­trevista con Excélsior.

Esto lleva a pensar que, cuando Bernal empezó a escribir su Historia verdade­ra…, comenzó a usar el ape­llido Del Castillo, lo inventó como su nombre de escritor. Aunque los usos de los apelli­dos en ese entonces no eran tan estrictos. También le puso a su padre Francisco Díaz del Castillo en su crónica”, agrega.

El investigador señala que esta nueva información, re­cabada en España y en Fran­cia, ofrece “un panorama más completo de quién era el soldado, de qué familia ve­nía, más o menos acomoda­da, de estrato medio, pues se heredaban las regidurías.

Por eso aprendió a leer y a escribir, incluso pudo ha­ber sido amanuense; vio do­cumentos donde trabajaba su padre en Medina del Campo, villa que era importante en el siglo XV y después fue deca­yendo”, indica.

Turner dice que halló su­cesos en el pasado del padre y del abuelo de Bernal que, en su opinión, explican la razón de por qué el cronista decidió salir de Medina del Campo y posteriormente no quiso ex­poner su pasado familiar.

Ambos se vieron envueltos en sublevaciones populares y tenían mala fama. Más el abue­lo, porque el padre participó en la Revuelta de las Comunidades, pero de lado del rey de España.

Antes de salir de Medina del Campo tuvo un hijo, lo men­ciona en la crónica; luego tuvo varios hijos con Teresa Becerra. Uno es Pedro Francisco Díaz del Castillo”, indica.

Considera que estos datos hacen más estable la historia de Díaz del Castillo. “Ha habido mucha especulación sobre su origen, incluso se decía que no existió, que un soldado no podía haber escrito algo tan bien he­cho como la Historia verdadera de la conquista… No había sus­tento, eran prejuicios contra los soldados”.

Añade que la presencia en la conquista de Bernal, un hidalgo, que es el estrato más bajo de la nobleza, derriba otro mito. “Se había dicho que la gente que acompañó a Hernán Cortés a la expedición de lo que sería la Nueva España eran hombres sin conocimientos y de estratos ba­jos. Pero no era así, había hidal­gos, a diferencia de los viajes de Colón”.

El ensayo echa luz sobre Ber­nal Díaz en los documentos de Indias y sus antepasados en los archivos de Castilla, conocidos y parientes de Castilla la Vie­ja y de otros lugares de España, y algunos datos sobre la vida y la historia de la villa de Medina del Campo en los siglos XV y XVI.

Bernal era un buen narra­dor. Él construye su propia ima­gen, le interesaba la fama. Se presenta como si fuera una per­sona muy educada. Dice que quiere ser leído por gente edu­cada, sabia. Y creo que se le cumplió su deseo”, concluye.

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